La moda de las 'Cobra'
Una nueva modalidad de transporte en Bucaramanga para sortear el caos vehicular y los altos precios del combustible.
Pastor Virviescas Gómez / Especial para El Espectador
Diana Alejandra, de ocho años de edad, le prometió a su papá portarse bien durante todo el año y que a cambio le diera una bicicleta en Navidad.
La propuesta le quedó sonando a Juan Carlos Gutiérrez, quien decidió complacer a su niña obsequiándole “una bicicleta diferente, rara, bonita y que nadie más la tuviera”.
Así fue como surgió una “Cobra”, que a primera vista parece una motocicleta Harley Davidson, de esas que usan en las películas unos señores fornidos y vestidos de cuero, al estilo del actor Lorenzo Lamas.
Al ‘destapar’ el regalo, su hija —que no sabía montar en cicla— no se cambiaba por nadie. Pero la dicha le duró poco, porque un par de semanas después su papá se quedó mirando el velocípedo y tuvo la idea de ponerle un motor. Al instante estaba haciendo los planos de la bicimoto que hoy despierta la atención de quienes la ven rodar a 40 kilómetros por hora por las empinadas calles de Bucaramanga.
Sin embargo Gutiérrez, quien se considera un ingeniero mecánico empírico gracias a las enseñanzas de su padre, a sus lecturas y a la información disponible en la internet, no se conformó con el primer ejemplar y hoy día vende sus aparatos en Santander e incluso le han surgido compradores en Bogotá.
Su precio es un millón 600 mil pesos, que le garantizan al usuario un ahorro en combustible, la versatilidad en los desplazamientos y la ventaja de evitarse el ‘pico y placa’ por cuanto —dice Gutiérrez— por ser bicicleta y tener un motor no mayor de 50 centímetros cúbicos, no requiere licencia de conducción, ni matrícula, sólo el casco protector.
Al principio sus vecinos lo veían como un chiflado más, pero su amigo Juan Carlos Gómez Ramírez, dueño de la empresa FMP —fabricante de impresoras flexográficas y selladoras—, vio en la ‘Cobra’ la oportunidad para capotear la crisis económica internacional y la competencia de los productos chinos.
Ya estaban importando y ensamblando cuatrimotos y carros de golf, que luego empezaron a producir ellos mismos, pero la ‘flauta les sonó’ con la bicimoto, de la que han vendido hasta el momento 20 unidades.
Hoy Juan Carlos Gutiérrez, aparte de diseñador, es el soldador, el pintor, el mecánico y quien pone a punto las ‘Cobra’, pero sueña con que el mercado se interese por su aparato a tal punto que se vea en la necesidad de contratar empleados, montar una cadena de producción de un aparato por día en Cobra Bycicles By Motokart e incluso exportar a otros países de la región andina.
“En la vida uno debe hacer lo que verdaderamente esté bien hecho, sin miedo a lo que le digan”, afirma Gutiérrez, al tiempo que recomienda a los jóvenes universitarios que si escogieron una carrera no basta con que les guste o que obtengan las más altas calificaciones, sino que ésta debe ser un apoyo para su proyecto de vida, al que deben entregarse con pasión.
Gutiérrez aspira a que la ‘Cobra’ sea el transporte del futuro, por el precio de una bicicleta tradicional no muy lujosa. “La tanqueada son apenas 2.000 pesos de gasolina corriente y con ese combustible puede recorrer 40 kilómetros”, explica.
El marco está hecho en acero, el tanque exterior y los guardafangos son de plástico, tiene frenos de disco y un motor chino tipo Mitsubishi, automático, de aluminio, de dos tiempos y autorrefrigerado, que apenas pesa tres kilogramos.
La garantía para los compradores es de seis meses, pero también les da el gusto de pasear pedaleando, impulsados por el motor o en una combinación de fuerzas, e ir al estudio al mando de una ‘Cobra’ concebida por este santandereano acostumbrado a nadar contra la corriente generando proyectos futuristas.
Para ello cuenta con el aliento de su socio Juan Carlos Gómez y de su padre, Reynaldo Gutiérrez, quien le aporta la experiencia de más de 40 años de trabajo en la empresa alemana Volkswagen, que le han valido para incursionar también en el diseño y construcción de prototipos.
Diana Alejandra, de ocho años de edad, le prometió a su papá portarse bien durante todo el año y que a cambio le diera una bicicleta en Navidad.
La propuesta le quedó sonando a Juan Carlos Gutiérrez, quien decidió complacer a su niña obsequiándole “una bicicleta diferente, rara, bonita y que nadie más la tuviera”.
Así fue como surgió una “Cobra”, que a primera vista parece una motocicleta Harley Davidson, de esas que usan en las películas unos señores fornidos y vestidos de cuero, al estilo del actor Lorenzo Lamas.
Al ‘destapar’ el regalo, su hija —que no sabía montar en cicla— no se cambiaba por nadie. Pero la dicha le duró poco, porque un par de semanas después su papá se quedó mirando el velocípedo y tuvo la idea de ponerle un motor. Al instante estaba haciendo los planos de la bicimoto que hoy despierta la atención de quienes la ven rodar a 40 kilómetros por hora por las empinadas calles de Bucaramanga.
Sin embargo Gutiérrez, quien se considera un ingeniero mecánico empírico gracias a las enseñanzas de su padre, a sus lecturas y a la información disponible en la internet, no se conformó con el primer ejemplar y hoy día vende sus aparatos en Santander e incluso le han surgido compradores en Bogotá.
Su precio es un millón 600 mil pesos, que le garantizan al usuario un ahorro en combustible, la versatilidad en los desplazamientos y la ventaja de evitarse el ‘pico y placa’ por cuanto —dice Gutiérrez— por ser bicicleta y tener un motor no mayor de 50 centímetros cúbicos, no requiere licencia de conducción, ni matrícula, sólo el casco protector.
Al principio sus vecinos lo veían como un chiflado más, pero su amigo Juan Carlos Gómez Ramírez, dueño de la empresa FMP —fabricante de impresoras flexográficas y selladoras—, vio en la ‘Cobra’ la oportunidad para capotear la crisis económica internacional y la competencia de los productos chinos.
Ya estaban importando y ensamblando cuatrimotos y carros de golf, que luego empezaron a producir ellos mismos, pero la ‘flauta les sonó’ con la bicimoto, de la que han vendido hasta el momento 20 unidades.
Hoy Juan Carlos Gutiérrez, aparte de diseñador, es el soldador, el pintor, el mecánico y quien pone a punto las ‘Cobra’, pero sueña con que el mercado se interese por su aparato a tal punto que se vea en la necesidad de contratar empleados, montar una cadena de producción de un aparato por día en Cobra Bycicles By Motokart e incluso exportar a otros países de la región andina.
“En la vida uno debe hacer lo que verdaderamente esté bien hecho, sin miedo a lo que le digan”, afirma Gutiérrez, al tiempo que recomienda a los jóvenes universitarios que si escogieron una carrera no basta con que les guste o que obtengan las más altas calificaciones, sino que ésta debe ser un apoyo para su proyecto de vida, al que deben entregarse con pasión.
Gutiérrez aspira a que la ‘Cobra’ sea el transporte del futuro, por el precio de una bicicleta tradicional no muy lujosa. “La tanqueada son apenas 2.000 pesos de gasolina corriente y con ese combustible puede recorrer 40 kilómetros”, explica.
El marco está hecho en acero, el tanque exterior y los guardafangos son de plástico, tiene frenos de disco y un motor chino tipo Mitsubishi, automático, de aluminio, de dos tiempos y autorrefrigerado, que apenas pesa tres kilogramos.
La garantía para los compradores es de seis meses, pero también les da el gusto de pasear pedaleando, impulsados por el motor o en una combinación de fuerzas, e ir al estudio al mando de una ‘Cobra’ concebida por este santandereano acostumbrado a nadar contra la corriente generando proyectos futuristas.
Para ello cuenta con el aliento de su socio Juan Carlos Gómez y de su padre, Reynaldo Gutiérrez, quien le aporta la experiencia de más de 40 años de trabajo en la empresa alemana Volkswagen, que le han valido para incursionar también en el diseño y construcción de prototipos.