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Que las drogas ilícitas son el combustible que alimenta la guerra en Colombia es una verdad todos los días comprobada. Que la solución definitiva del problema, dado su carácter internacional, escapa a las posibilidades de un solo país, también es historia conocida, y por eso entre las recetas hay desde enfoques prohibicionistas hasta peticiones de despenalización. (Vea infografía: Las principales cifras sobre drogas ilícitas en el país)
Pero mientras el mundo se pone de acuerdo —si lo hace—, Colombia tiene que buscar una salida a esa trampa en la que sigue enredada, y así parecen comprenderlo los negociadores de paz del Gobierno y las Farc, quienes les pidieron a la ONU y a la Universidad Nacional que realizaran dos foros para recoger ideas del país sobre la materia. Ya los habían hecho sobre desarrollo agrario y participación política, los temas de la agenda de diálogos con los que comenzaron las discusiones. Ahora llegan por fin a ese monstruo de siete cabezas que, de acuerdo con la agenda de diálogos, se abordará por medio de tres subtemas: cultivos de uso ilícito, consumo de drogas, y producción y comercialización.
La idea es que campesinos, cultivadores, académicos, gobernantes, empresarios, ONG y expertos internacionales ofrezcan lo mejor de su experiencia para nutrir las negociaciones.
Con el fin de enriquecer la discusión, El Espectador explica qué es y para qué sirve el encuentro, y presenta el panorama de las drogas ilícitas en Colombia, según el más reciente monitoreo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
“Acá hay una hoja de ruta clara”: Alejo Vargas
Alejo Vargas Velásquez, exvicerrector de la Universidad Nacional y vocero del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz, coordina los foros por la paz solicitados por la guerrilla y el Gobierno desde la mesa de negociaciones de Cuba. El de drogas ilícitas es el tercero y tendrá dos sedes: Bogotá (del 24 al 26 de septiembre) y San José del Guaviare (del 1 al 3 de octubre).La ONU y la U. Nacional son entidades serias, pero mucha gente no puede creer que todo lo que se dice en los foros vaya a la mesa de diálogos en Cuba...
Pues la verdad es que sí, va a la mesa. Tenemos unos criterios precisos y una metodología de sistematización que nos permiten lograrlo.
¿Y qué tanto sirven en realidad estos aportes de la gente?
El Gobierno y las Farc, verbalmente y por escrito, han dicho que los resultados de los foros son de utilidad para la construcción de los acuerdos. Muchas de las propuestas que las Farc hicieron sobre el primer tema y que dieron a conocer eran tomadas de los foros. Eso indica que ambas delegaciones han tomado en serio el material y han tomado muchas de las iniciativas de los asistentes para nutrir los acuerdos.
¿No se parecen, entonces a los encuentros del Comité Temático que se usó en el proceso de paz del Caguán?
La diferencia es que acá hay una muy clara hoja de ruta, que a mi juicio no tuvo el proceso del Caguán. Ese acuerdo que firmaron el Gobierno y las Farc (en 2012), producto de negociación reservada de casi dos años, contempló agenda, procedimientos, mecanismo, hay un camino trazado. En el Caguán se estaba tratando de construir sobre la marcha. Las audiencias eran sobre temas que iban surgiendo, aquí son sobre la agenda, sobre eso y nada más.
Dice Bo Mathiasen, representante en Colombia de Unodc
‘La coca no hace rico al campesino’
Bo Mathiasen, representante en Colombia de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen y coorganizador de los foros sobre el problema de las drogas ilícitas, sostiene que aunque hay una tendencia a la reducción de cultivos ilícitos en el país, documentada desde hace 12 años, los municipios cocaleros son básicamente los mismos. La coca, asegura, tiene un mercado, pero no hace ricos a los campesinos, quienes en su gran mayoría han manifestado su disposición a dejar esos cultivos si tienen opciones legales.
¿Cuáles son las regiones más afectadas por los cultivos ilícitos en Colombia?
Hay cinco zonas que corresponden con las que tienen el problema del cultivo de uso ilícito desde hace 20 años. La principal es la de Nariño y Cauca; luego vienen las de Putumayo y Caquetá, Meta y Guaviare, Bajo Cauca y sur de Bolívar, y la de Norte de Santander, específicamente el Catatumbo.
No sólo son las mismas, sino que coinciden con el epicentro del conflicto armado...
Pese a la reducción significativa durante los últimos 12 años del área sembrada con coca en el país, el problema persiste en zonas caracterizadas por problemas como la presencia de actores armados que no son del Estado y un alto nivel de violencia. Son zonas subdesarrolladas en términos de infraestructura, zonas en las que falta presencia del Estado, zonas que no tienen electricidad y sus vías de comunicación son pésimas. Eso dificulta el desarrollo rural y el acceso a mercados; además tienen bajo nivel de integración entre sí, son muy vulnerables.
En definitiva, son zonas muy pobres...
El cultivo de coca tiene un mercado. Sin embargo, no es algo que las torne más prósperas. La gran mayoría de cocaleros son pobres. La conclusión es que la falta de opciones los lleva a sembrar.
¿Cómo es el escenario en las zonas que no eran tradicionales para los cultivos ilícitos?
Hay una caracterización especial por tener la coca en la frontera entre la civilización y la selva virgen en los departamentos amazónicos. La primera entrada de campesinos típicamente es para sembrar coca, luego viene un desarrollo agrícola.
Dadas las recientes protestas, mucha gente mira hacia el Catatumbo como la región con la problemática más compleja en materia de cultivos ilícitos, pero usted parece creer que no es así.
Catatumbo tiene una situación difícil, pero no es la zona con mayor cantidad de cultivos. El municipio más problemático sin duda es Tumaco (Nariño), por los cultivos y por la presencia de actores armados no estatales.
¿Y el sitio más exitoso en la lucha contra esos cultivos?
Son varios, pero me gustaría destacar los avances en zonas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Hay muchos ejemplos de que es posible transformar los cultivos ilícitos en otros.
¿A qué se debe ese éxito?
A la combinación de factores: apoyo del Estado para el desarrollo alternativo, proyectos de sustitución de cultivos, asistencia técnica, asistencia financiera, acceso a mercados, entre otros.