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                                                                                                                                La reubicación de El Hatillo que nunca fue

                                                                                                                                Desde hace más de una década, a los habitantes de esta vereda y del corregimiento de El Boquerón, en el Cesar, les prometieron un reasentamiento como medida para evitar afectaciones por cuenta de la explotación minera en la zona. Hoy, con la crisis que atraviesa esta industria y la salida de varias empresas, las comunidades dicen que no hay garantías para que estos procesos se cumplan en los próximos años.

                                                                                                                                Alejandra Ortiz

                                                                                                                                Periodista de la sección de Género y Diversidad
                                                                                                                                Las resoluciones ministeriales 0970 y 1525 de 2010 ordenaron el proceso de reasentamiento de El Hatillo. / Fundación Chasquis
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Para llegar a la vereda El Hatillo es necesario rodear la mina que lleva el mismo nombre. Son casi siete kilómetros de recorrido desde el casco urbano de La Loma por una vía destapada. Al lado izquierdo se ven varias casas de un incipiente barrio de invasión. Al derecho, está la montaña artificial. La entrada a la vereda está marcada por un letrero rojo que reza: “En cumplimiento de las resoluciones ministeriales 0970 y 1525 de 2010, que ordenaron el proceso de reasentamiento de El Hatillo, se informa a toda la comunidad que se ha iniciado la liberación de predios que son parte de las sabanas comunales de El Hatillo”. Firman Drummond, Prodeco y CNR.

                                                                                                                                Desde hace más de una década, los habitantes de la vereda de El Hatillo y del corregimiento de El Boquerón, en el Cesar, están esperando ser reubicados por las afectaciones ambientales y sociales que dejó la explotación de carbón en la región. La resolución del Ministerio de Ambiente que ordena su reasentamiento fue emitida en 2010 debido a los altos niveles de contaminación en estas poblaciones. Hoy, con la crisis que atraviesa esta industria y la salida de la minera Colombian Natural Resources y la reorganización empresarial de Prodeco, las comunidades dicen que no hay garantías para que estos procesos se cumplan en los próximos años.

                                                                                                                                También puede leer: Con realidad virtual, construirán la memoria de un pueblo que va a desaparecer

                                                                                                                                En esa vereda ha vivido toda su vida Yolima Parra, integrante de la Junta de Acción Comunal (JAC) de El Hatillo. Allí ha criado a sus hijos y ha librado una incansable batalla por los derechos de su comunidad. Recuerda, por ejemplo, que antes de la llegada de las mineras tenían mejores recursos naturales. Existía entonces el río Calenturitas, un afluente que se derivaba del río Cesar y traía beneficios a la comunidad para la cría de cerdos y bovinos; pero este fue desviado por la multinacional Prodeco.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Además, en una comunidad profundamente arraigada al territorio, tampoco fue bien recibida la resolución que ordenaba su reasentamiento. “Nosotros lo rechazamos en un inicio porque vivíamos bien y teníamos todo lo necesario con el río y nuestro ganado. Cuando sucedió la desviación del Calenturitas ahí la cosa cambió y entendimos que no podíamos seguir viviendo acá”, detalla Parra.

                                                                                                                                Los problemas de salud son uno de los puntos claves en El Hatillo y El Boquerón. Los casos del hermano de Yolima y de Alberto Mejía, quien era el presidente de la JAC de la vereda, pusieron en alerta a la comunidad. Según Parra, en esta zona del corregimiento de La Loma varias personas han tenido que irse debido a afectaciones pulmonares y coronarias que no han podido ser tratadas en los centros de salud del municipio. Esto se replica en El Boquerón, en donde, dicen sus habitantes, hay personas con enfermedades huérfanas que no se sabe de dónde vienen.

                                                                                                                                Para los pobladores de esta zona, es claro que los casos de asma, las complicaciones para respirar y los infartos son secuelas de la actividad minera.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Algo similar ocurrió con el río Tucuy, que tiene una pequeña derivación que pasa por la vereda de El Hatillo. La explotación minera llevó a que el afluente se secara a la altura de El Boquerón, afectando a las más de mil familias que habitan este corregimiento, ubicado justo al lado de la mina El Descanso, de la empresa estadounidense Drummond.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Lo que hay que aclarar acá es que en plena pandemia hasta las explotaciones de carbón tuvieron que parar por cuenta del COVID-19. El Descanso, la mina ubicada cerca a El Boquerón, paró sus actividades entre marzo y abril. La medición del Ministerio de Ambiente se realizó en diciembre del año pasado. En otras palabras, 2020 bien podría ser uno de los años con mejor calidad del aire en la región; pero acaso ¿una década de contaminación no cuenta?

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                La sensación de incertidumbre de los habitantes de El Boquerón la comparten también en El Hatillo. El 29 de noviembre de 2018 se firmó el Plan de Acción del Reasentamiento (PAR) El Nuevo Hatillo, después de más de 200 mesas de trabajo y una negociación que abarcó 151 puntos.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Actualmente, el reasentamiento tiene dos inconvenientes más. La empresa CNR está en un proceso de reorganización, que fue aceptado por la Superintendencia de Sociedades a finales del año pasado, y por otro lado Prodeco decidió renunciar a sus títulos mineros, lo cual significa que la multinacional no seguirá explotando las tierras donde estaban sus minas.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Le puede interesar: La disputa jurídica por la mina El Hatillo que llegó a la JEP

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El futuro de El Hatillo y El Boquerón no es nada claro. El proceso de reorganizamiento empresarial de CNR, la salida de Prodeco del territorio, el abandono estatal y la falta de claridad en las directrices del Gobierno nacional no permiten que esta comunidad concluya un proceso de más de diez años. “Nosotros, como administración municipal, estamos dispuestos a seguir acompañando el proceso de reasentamiento de estas comunidades. Junto con Ovelio Jiménez, alcalde de La Jagua de Ibirico, hemos tocado puertas en diferentes ministerios para que el Gobierno mire hacia acá y haga que se cumpla lo que ordenó el Ministerio de Ambiente hace diez años”, asegura Andry Enrique Aragón, alcalde de El Paso.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Este reasentamiento me ha marcado mucho. Como mamá, como ser humano, como líder. No es fácil ver que donde yo crecí, jugué, me bañé y soñé ya no es el mismo lugar. Yo era feliz aquí, a pesar de que las mineras ya habían llegado. Incluso yo le dije a mi mamá que algún día iba a conducir uno de los camiones que sacaban la tierra del hueco, para darles estabilidad a mi mamá y a mis hermanos. Este sueño lo logré, pero al final no fue una satisfacción ni una alegría para mí. Me tengo que ir de aquí, de mi tierra”, finaliza Yolima Parra.

                                                                                                                                Las resoluciones ministeriales 0970 y 1525 de 2010 ordenaron el proceso de reasentamiento de El Hatillo. / Fundación Chasquis
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Para llegar a la vereda El Hatillo es necesario rodear la mina que lleva el mismo nombre. Son casi siete kilómetros de recorrido desde el casco urbano de La Loma por una vía destapada. Al lado izquierdo se ven varias casas de un incipiente barrio de invasión. Al derecho, está la montaña artificial. La entrada a la vereda está marcada por un letrero rojo que reza: “En cumplimiento de las resoluciones ministeriales 0970 y 1525 de 2010, que ordenaron el proceso de reasentamiento de El Hatillo, se informa a toda la comunidad que se ha iniciado la liberación de predios que son parte de las sabanas comunales de El Hatillo”. Firman Drummond, Prodeco y CNR.

                                                                                                                                Desde hace más de una década, los habitantes de la vereda de El Hatillo y del corregimiento de El Boquerón, en el Cesar, están esperando ser reubicados por las afectaciones ambientales y sociales que dejó la explotación de carbón en la región. La resolución del Ministerio de Ambiente que ordena su reasentamiento fue emitida en 2010 debido a los altos niveles de contaminación en estas poblaciones. Hoy, con la crisis que atraviesa esta industria y la salida de la minera Colombian Natural Resources y la reorganización empresarial de Prodeco, las comunidades dicen que no hay garantías para que estos procesos se cumplan en los próximos años.

                                                                                                                                También puede leer: Con realidad virtual, construirán la memoria de un pueblo que va a desaparecer

                                                                                                                                En esa vereda ha vivido toda su vida Yolima Parra, integrante de la Junta de Acción Comunal (JAC) de El Hatillo. Allí ha criado a sus hijos y ha librado una incansable batalla por los derechos de su comunidad. Recuerda, por ejemplo, que antes de la llegada de las mineras tenían mejores recursos naturales. Existía entonces el río Calenturitas, un afluente que se derivaba del río Cesar y traía beneficios a la comunidad para la cría de cerdos y bovinos; pero este fue desviado por la multinacional Prodeco.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Además, en una comunidad profundamente arraigada al territorio, tampoco fue bien recibida la resolución que ordenaba su reasentamiento. “Nosotros lo rechazamos en un inicio porque vivíamos bien y teníamos todo lo necesario con el río y nuestro ganado. Cuando sucedió la desviación del Calenturitas ahí la cosa cambió y entendimos que no podíamos seguir viviendo acá”, detalla Parra.

                                                                                                                                Los problemas de salud son uno de los puntos claves en El Hatillo y El Boquerón. Los casos del hermano de Yolima y de Alberto Mejía, quien era el presidente de la JAC de la vereda, pusieron en alerta a la comunidad. Según Parra, en esta zona del corregimiento de La Loma varias personas han tenido que irse debido a afectaciones pulmonares y coronarias que no han podido ser tratadas en los centros de salud del municipio. Esto se replica en El Boquerón, en donde, dicen sus habitantes, hay personas con enfermedades huérfanas que no se sabe de dónde vienen.

                                                                                                                                Para los pobladores de esta zona, es claro que los casos de asma, las complicaciones para respirar y los infartos son secuelas de la actividad minera.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Algo similar ocurrió con el río Tucuy, que tiene una pequeña derivación que pasa por la vereda de El Hatillo. La explotación minera llevó a que el afluente se secara a la altura de El Boquerón, afectando a las más de mil familias que habitan este corregimiento, ubicado justo al lado de la mina El Descanso, de la empresa estadounidense Drummond.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Zeneida Martínez, presidenta del Consejo Comunitario de El Boquerón, nació, se crió y ha pasado toda su vida en este corregimiento. Con sesenta años, es una de las cabezas visibles de la lucha por el reasentamiento junto con la JAC: “Acá teníamos una vida muy sana y éramos muy pocos los que vivíamos acá. Nuestro alimento estaba asegurado con la caza de armadillos, conejos y peces, entre otras especies que abundaban en la zona”. Martínez recuerda, con algo de tristeza y mucha añoranza, los días en que su padre salía a cazar animales y la comida nunca faltaba en su casa. Épocas que se ven ahora lejanas, pues en El Boquerón ya no hay seguridad alimentaria y la falta de agua llevó a enormes retrocesos en la agricultura.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La situación de El Boquerón, además, tuvo un giro inesperado este año. A pesar de ser una de la zonas con mayor contaminación de la región en 2010, según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo, el pasado 2 de febrero esta misma cartera emitió la resolución 0071, en la que reclasificó el corregimiento y determinó que no era necesario hacer el proceso de reasentamiento porque ya no presentaba “excedencias del nivel máximo permisible anual, condición por la cual no clasifica como área fuente de contaminación”. El Ministerio alude a la cantidad de material particulado que hay en el aire, cuya medición sirve para determinar el grado de contaminación de un lugar.

                                                                                                                                Lo que hay que aclarar acá es que en plena pandemia hasta las explotaciones de carbón tuvieron que parar por cuenta del COVID-19. El Descanso, la mina ubicada cerca a El Boquerón, paró sus actividades entre marzo y abril. La medición del Ministerio de Ambiente se realizó en diciembre del año pasado. En otras palabras, 2020 bien podría ser uno de los años con mejor calidad del aire en la región; pero acaso ¿una década de contaminación no cuenta?

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La noticia cayó mal en la comunidad, que llevaba diez años esperando salir de estos terrenos y vio muy poca inversión social por parte del Estado y los gobiernos locales, que estaban maniatados para hacer obras, pues, como el corregimiento iba a ser reasentado, invertir hubiese sido incurrir en un posible detrimento patrimonial.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                La sensación de incertidumbre de los habitantes de El Boquerón la comparten también en El Hatillo. El 29 de noviembre de 2018 se firmó el Plan de Acción del Reasentamiento (PAR) El Nuevo Hatillo, después de más de 200 mesas de trabajo y una negociación que abarcó 151 puntos.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                A pesar de que esto fue como una luz al final del túnel, la organización Pensamiento y Acción Social (PAS), que ha acompañado a esta comunidad jurídicamente durante todo el proceso, asegura que “en septiembre de 2019 se presentaron incumplimientos contractuales de aproximadamente trece familias-hogares y en el mismo mes se suspendió, unilateralmente por parte de las empresas mineras, la firma de 82 contratos de transacción por problemas administrativos en la fiducia constituida para la implementación del PAR”. Por esto, el 14 de noviembre de 2019 la comunidad se tomó las vías del tren de carga de carbón para exigir el cumplimiento del pacto firmado con las mineras.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Actualmente, el reasentamiento tiene dos inconvenientes más. La empresa CNR está en un proceso de reorganización, que fue aceptado por la Superintendencia de Sociedades a finales del año pasado, y por otro lado Prodeco decidió renunciar a sus títulos mineros, lo cual significa que la multinacional no seguirá explotando las tierras donde estaban sus minas.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Ante esto, Drummond asegura que la obligación de reasentamiento que está en la resolución 0970 de 2010 es una responsabilidad de resultado, pero sin solidaridad. Esto quiere decir que las tres empresas que incluye el documento expedido en 2010 tienen cada una un porcentaje del proceso y que si una no cumple, este no puede seguir en pie. “Nosotros hemos cumplido con todo lo que nos han pedido. Hemos depositado el dinero en la fiducia mensualmente, pero si las otras dos empresas están en diferentes procesos, el PAR no puede seguir en pie porque Drummond no puede responder por todos y cumplir de manera individual este pacto que firmamos”, dijo Arteaga.

                                                                                                                                Le puede interesar: La disputa jurídica por la mina El Hatillo que llegó a la JEP

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                                                                                                                                Según la resolución emitida en 2010, las empresas tenían un porcentaje establecido en la responsabilidad de reasentamiento de cada uno de los lugares. En El Hatillo, por ejemplo, Drummond es dueña del 51,47 %, CNR posee el 39,95 % y Prodeco tiene el 9,18 %. Esta misma proporción se asignó para El Boquerón y el barrio Plan Bonito, que sí fue reasentado.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Este reasentamiento me ha marcado mucho. Como mamá, como ser humano, como líder. No es fácil ver que donde yo crecí, jugué, me bañé y soñé ya no es el mismo lugar. Yo era feliz aquí, a pesar de que las mineras ya habían llegado. Incluso yo le dije a mi mamá que algún día iba a conducir uno de los camiones que sacaban la tierra del hueco, para darles estabilidad a mi mamá y a mis hermanos. Este sueño lo logré, pero al final no fue una satisfacción ni una alegría para mí. Me tengo que ir de aquí, de mi tierra”, finaliza Yolima Parra.

                                                                                                                                Por Alejandra Ortiz

                                                                                                                                Antropóloga, periodista y realizadora audiovisual, magíster en Salud Pública. Ha sido profesora de cátedra de la Universidad del Rosario. @aleja_ortizmaortiz@elespectador.com
                                                                                                                                Ver todas las noticias
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