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Las huellas del padre Luis Alfonso León

Luis Alfonso Léon fue un cura oriundo de Charalá (Santander), que dedicó 47 años a la vida sacerdotal. Murió asesinado a manos de un habitante de calle el 15 de julio de 2015 en Montería, ciudad de la que fue alcalde. Familiares, colegas y allegados rememoran los años vividos de León.

Martín Elías Pacheco
15 de julio de 2020 - 03:24 p. m.
El padre León llegó a Montería a sus 28 años, en 1967.
El padre León llegó a Montería a sus 28 años, en 1967.
Foto: Cortesía
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La tarde del miércoles 15 de julio de 2015, el sacerdote Luis Alfonso León se encontraba dentro de la parroquia María Madre de la Iglesia, ubicada en el barrio Sucre (centro de Montería). Había llegado a ese lugar hacía unos días, para brindar apoyo al padre Orly Palomo, quien tuvo que irse a un retiro. Esa tarde estaba todo dispuesto para la misa de las seis, pero en vez de la celebración religiosa hubo gritos de auxilio. El padre León había sido apuñalado con un vidrio en varias partes del cuerpo por un habitante de la calle. Fue auxiliado por habitantes del barrio, pero no sobrevivió. Una herida en el cuello fue la causa de su muerte.

El responsable, Deivis José Banqueth, intentó huir del lugar, pero la furia de los feligreses y vecinos del sector impidieron que escapara. Querían su muerte. “Cógelo, cógelo”, gritaban, mientras otra persona le daba con un palo. Uniformados de la policía pedían que no lo golpearan más, pero la gente pedía que le “dieran duro”. Desnudo, el agresor derramaba sangre en su cuerpo. La ira continúo hasta las afueras de la iglesia. El tumulto de gente cada vez era mayor. Al final, la Policía evitó que ese día fueran dos los muertos.

En Bogotá, su hermana Teresita León, recibió la noticia de la muerte. “Eran como las 5:15 de la tarde, yo venía en un taxi hacia mi apartamento cuando recibí una llamada con la infausta noticia. El taxista me decía: no crea, no crea, eso no debe ser cierto. Hablé con el obispo y algunos amigos y me confirmaron que había sido así”, cuenta la hermana del padre.

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El padre Luis Alfonso León dedicó 47 años y siete meses al ejercicio de sacerdote. Era conocido por su polifacetismo porque también era piloto de avionetas, ciclista, torero, rector de colegio y político. De esas facetas, su cargo como alcalde de Montería desde 1995 a 1997 es lo más recordado. “Hizo un paréntesis como cura al ver la corrupción y tantas malas actitudes de gobernantes. Se lanzó al ruedo político con la misma unción que tenía como sacerdote, para ver si cambiaba la historia del pueblo de Montería. Aquí dejó una huella indeleble como servidor público porque a través de sus servicios no solo vino el progreso moral y espiritual para la ciudad, sino material pues gestionó la construcción del puente bicentenario que une a la margen izquierda con la derecha”, rememora Alfredo Ramos, sacerdote de la iglesia San Jerónimo de Montería, la más importante de la ciudad; y quien compartió durante 31 años con Léon.

La vocación de servir y el amor por Montería, ciudad que lo acogió en 1967, cuando tenía 28 años, fue su talón de aquiles. El hombre que nació en Charalá (Santander), un 25 de febrero de 1939, recibió el respaldo de más de 23.000 monterianos, y así venció a Margarita Andrade, la más opcionada para ganar la alcaldía en las elecciones de 1995. La mujer hoy recuerda cómo fue la contienda política. “Como anécdota de su humildad y sencillez recuerdo que al día siguiente de su elección como alcalde de Montería madrugó a la casa donde yo vivía con mis padres, no solo a compartir su alegría, sino también jocosamente a agradecer porque sus electores habían utilizado el transporte de la empresa nuestra para votar por él”, cuenta Andrade, quien resalta la amistad del sacerdote con su familia, pues León fue rector del colegio Seminario Juan XXIII, donde estudiaron sus hermanos y algunos párrocos de iglesias católicas a donde asistía.

Alcides Cogollo es una de las personas que trabajó de cerca con el padre León desde cuando estaba en el Seminario Juan XXIII, en los años sesenta, hasta minutos previos a su muerte. Cogollo es de pocas palabras, pero hace el esfuerzo por contar cómo recuerda al padre. “Era una persona muy correcta en sus cosas, le gustaba ayudar a la gente de la calle. Amigo de los pobres y de los ricos, de todo el mundo. Una persona muy inteligente, no lo supieron apreciar”, dice Alcides al otro lado del teléfono y hace una pausa.

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El 16 de julio, Día de la Virgen del Carmen, cientos de monterianos se dieron cita en la Catedral San Jerónimo de Montería, lugar que por un tiempo dirigió León. Esta vez estaba en un ataúd café y la cita era para despedirlo. La gente hacía cola para ver la cara del fallecido, otros preferían guardar la imagen de vivo. Ese día, quedó en evidencia que con la muerte del sacerdote quedaba un vacío en la iglesia, en las familias que lo seguían y en su familia de sangre. Sus doce hermanos viajaron hasta la capital de Córdoba. “Llegamos a la catedral, estaba repleta de gente, no cabían. Fue un homenaje muy conmovedor. La velación fue hasta la medianoche”, cuenta Teresita.

El 17 de julio fue el cortejo fúnebre, asistieron dos obispos, más de 100 sacerdotes y un pueblo que no se resignaba a la pérdida del padre León. “La ciudadanía se volcó, un indicador del aprecio que le tenían. En el camino al cementerio la gente en las calles estaba con banderas blancas. Fue muy duro”, recuerda Teresita con la voz entrecortada, quien agradece a las personas por honrar y mantener viva la memoria de su hermano.

Los hermanos del sacerdote dejaron el caso en manos de la Fiscalía. “Sabemos muy poco del culpable. La Fiscalía lo declaró inimputable y lo enviaron a una casa de rehabilitación. No sabemos más, pues con abrir procesos y demandas no recuperamos su vida”, explica la hermana de León. En 2016, el Juzgado Primero Penal del Circuito de Montería puso a conocimiento de la opinión pública que Deivis José Banqueth fue condenado a 20 años de prisión en un centro de rehabilitación, luego de que se comprobará que padecía de esquizofrenia.

León murió asesinado a los 76 años. El padre Alfredo Ramos recuerda que su idea era construir puentes pequeños como en Venecia, para poder unir la margen izquierda con la margen derecha de Montería. “Del padre recordamos esa figura prominente del servicio. El hombre de fe cuyas banderas enarboló y el hombre político que fue capaz de entender que la política era para servir y no para robar”, agrega Ramos. “Era un consejero espiritual, un educador exitoso… Un gran amigo, valiente, arriesgado, un hombre austero y desprendido de los bienes de la tierra”, concluye Teresita.

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