Las travesías de la migración por el Urabá y el Tapón del Darién
Esta es una configuración geográfica en la que las amenazas naturales y de estructuras armadas agreden a las personas que se aventuran a este recorrido con el fin de instalarse en Estados Unidos y conseguir oportunidades para sus familias.
La región del Urabá es una de las regiones donde el conflicto armado ha sido persistente y donde se halla el epicentro del Clan del Golfo, una poderosa organización del narcotráfico que persiste en su acción ilegal y que dicta normas de comportamiento y de control sobre este territorio y sus comunidades. No es posible hablar y analizar los temas migratorios en el Urabá sin encontrarse con esta organización, que sigue siendo un desafío para el Estado colombiano, al igual que otras estructuras más pequeñas y subordinadas al Clan del Golfo que vulneran múltiples derechos de la población migrante.
La región de Urabá abarca tres departamentos: Antioquia, Chocó y Córdoba, y tiene salida al mar Caribe. Por la geoestratégica posición, el golfo de Urabá se constituye como un importante corredor estratégico de rutas marítimas y terrestres de paso obligatorio para el tránsito fronterizo con América Central, siendo una región con un importante puerto para el comercio legal, pero también de tráfico de estupefacientes para Estados Unidos, Europa y América Central.
La migración reciente
La travesía de los migrantes desde Colombia hacia Panamá se da en las 575 mil hectáreas en donde se interrumpe la carretera Panamericana, y es la única elección que tienen los inmigrantes para llegar a Panamá. La travesía se hace a pie por trochas pantanosas, en una selva tupida y oscura, bordeadas por ríos caudalosos donde el migrante se vuelve invisible y vulnerable desafiando no solo los peligros de la jungla en este terreno inhóspito, sino a otro tipo de violencia ejercida por las bandas delincuenciales y grupos de narcotraficantes asociada al abuso sexual, la trata de personas, extorsión, hurto, estafa, etc. Todo este tramo conduce hasta llegar, en muchos casos, a Bajo Chiquito, Lajas Blancas y San Vicente, en donde el gobierno panameño y la Unicef disponen de tres Centros de Recepción de Migrantes.
En lo que respecta a la ruta migratoria transoceánica caribeña y latinoamericana (caso Venezuela), en búsqueda del “sueño americano”, el recorrido ha involucrado del lado colombiano tres municipalidades: dos en Antioquia, Turbo y Necoclí con costas en el golfo de Urabá, y Acandí, en el norte de Chocó, limitando al occidente con Panamá por el costado nororiental de la serranía del Darién.
Turbo, ubicado en las estribaciones de la serranía de Abibe y bañado por las aguas del golfo de Urabá, fue inicialmente el municipio donde se visibilizó la recepción de población migrante en condición irregular. Durante el año en cuestión, las rutas de ingreso de población migrante al país se daban a través de Ecuador, en la frontera con Nariño (Ipiales), como también desde Norte de Santander y La Guajira.
En septiembre de 2021 se produjo una nueva crisis migratoria en el Urabá, de tal magnitud histórica, que requirió la declaratoria de calamidad pública. El cierre de la frontera panameña visibilizó la problemática que en materia fronteriza se venía presentando desde inicios de 2021 en el golfo de Urabá. Es importante enfatizar que esta es una frontera de salida y no ha gozado de la atención suficiente del Gobierno Nacional, toda vez que la política migratoria se ha centrado en la movilidad venezolana.
Al respecto, la crisis obedeció a la restricción impuesta por la política migratoria de Panamá que ya venía desde noviembre de 2017, cuando el Servicio Nacional de Fronteras restringió la entrada a migrantes indocumentados, deportándolos hacia su último lugar de tránsito, Capurganá.
Es importante anotar que en el marco de la calamidad pública por covid-19, Colombia tomó medidas como el cierre de las fronteras por 14 meses y restricciones al transporte público, los cuales influyeron en la reducción del flujo de migrantes en el país. En mayo de 2021, Panamá tomó la decisión de cerrar sus fronteras con Colombia, a partir del día 20, en respuesta a una medida autorizada por la Cancillería colombiana de apertura de las fronteras nacionales.
El afán de los migrantes por llegar a Estados Unidos les hace presa fácil de todo tipo de explotación, y la más visible ha sido la económica. La ilusión de cumplir, en muchos casos, con “el sueño americano” les hace exponer sus vidas. En diversas ocasiones se han presentado tragedias que han motivado la exigencia de una ruta humanitaria que garantice el derecho a la vida de la población migrante. Muchos, de diferentes edades, nacionalidad y cultura no alcanzan a cumplir el sueño a una vida mejor.
Propuesta para fortalecer la política pública
1. Establecer una ruta marítima de Necoclí a inmediaciones del archipiélago de San Blas en Panamá, a Puerto Obaldía, un puesto fronterizo, utilizando embarcaciones que cumplan las características técnicas, con elementos de seguridad, cupos limitados, horarios vigilados, puertos y embarcaderos regulados. Con el desarrollo de estos protocolos se elevarían las condiciones de seguridad para los migrantes.
2. Agilizar la salida de migrantes buscando el apoyo de empresas legales de transporte marítimo en Turbó para apoyar a la empresa Caribe SAS, la única prestadora del servicio en Necoclí. La meta es superar la cifra de movilidad de migrantes diarios de 850 a 1.600.
3. Las empresas transportadoras deberían comprometerse a alimentar el Sistema de Información para el Reporte de Extranjeros (SIRE) desarrollado por Migración Colombia.
4. Establecer un nuevo puerto de embarque para mayor organización de la población migrante.
5. Distribuir agua apta para consumo y mejoramiento de condiciones sanitarias.
6. Establecer una oficina de Migración Colombia en Necoclí.
7. Fortalecer y ampliar el diálogo entre las cancillerías de Colombia y Panamá.
La región del Urabá es una de las regiones donde el conflicto armado ha sido persistente y donde se halla el epicentro del Clan del Golfo, una poderosa organización del narcotráfico que persiste en su acción ilegal y que dicta normas de comportamiento y de control sobre este territorio y sus comunidades. No es posible hablar y analizar los temas migratorios en el Urabá sin encontrarse con esta organización, que sigue siendo un desafío para el Estado colombiano, al igual que otras estructuras más pequeñas y subordinadas al Clan del Golfo que vulneran múltiples derechos de la población migrante.
La región de Urabá abarca tres departamentos: Antioquia, Chocó y Córdoba, y tiene salida al mar Caribe. Por la geoestratégica posición, el golfo de Urabá se constituye como un importante corredor estratégico de rutas marítimas y terrestres de paso obligatorio para el tránsito fronterizo con América Central, siendo una región con un importante puerto para el comercio legal, pero también de tráfico de estupefacientes para Estados Unidos, Europa y América Central.
La migración reciente
La travesía de los migrantes desde Colombia hacia Panamá se da en las 575 mil hectáreas en donde se interrumpe la carretera Panamericana, y es la única elección que tienen los inmigrantes para llegar a Panamá. La travesía se hace a pie por trochas pantanosas, en una selva tupida y oscura, bordeadas por ríos caudalosos donde el migrante se vuelve invisible y vulnerable desafiando no solo los peligros de la jungla en este terreno inhóspito, sino a otro tipo de violencia ejercida por las bandas delincuenciales y grupos de narcotraficantes asociada al abuso sexual, la trata de personas, extorsión, hurto, estafa, etc. Todo este tramo conduce hasta llegar, en muchos casos, a Bajo Chiquito, Lajas Blancas y San Vicente, en donde el gobierno panameño y la Unicef disponen de tres Centros de Recepción de Migrantes.
En lo que respecta a la ruta migratoria transoceánica caribeña y latinoamericana (caso Venezuela), en búsqueda del “sueño americano”, el recorrido ha involucrado del lado colombiano tres municipalidades: dos en Antioquia, Turbo y Necoclí con costas en el golfo de Urabá, y Acandí, en el norte de Chocó, limitando al occidente con Panamá por el costado nororiental de la serranía del Darién.
Turbo, ubicado en las estribaciones de la serranía de Abibe y bañado por las aguas del golfo de Urabá, fue inicialmente el municipio donde se visibilizó la recepción de población migrante en condición irregular. Durante el año en cuestión, las rutas de ingreso de población migrante al país se daban a través de Ecuador, en la frontera con Nariño (Ipiales), como también desde Norte de Santander y La Guajira.
En septiembre de 2021 se produjo una nueva crisis migratoria en el Urabá, de tal magnitud histórica, que requirió la declaratoria de calamidad pública. El cierre de la frontera panameña visibilizó la problemática que en materia fronteriza se venía presentando desde inicios de 2021 en el golfo de Urabá. Es importante enfatizar que esta es una frontera de salida y no ha gozado de la atención suficiente del Gobierno Nacional, toda vez que la política migratoria se ha centrado en la movilidad venezolana.
Al respecto, la crisis obedeció a la restricción impuesta por la política migratoria de Panamá que ya venía desde noviembre de 2017, cuando el Servicio Nacional de Fronteras restringió la entrada a migrantes indocumentados, deportándolos hacia su último lugar de tránsito, Capurganá.
Es importante anotar que en el marco de la calamidad pública por covid-19, Colombia tomó medidas como el cierre de las fronteras por 14 meses y restricciones al transporte público, los cuales influyeron en la reducción del flujo de migrantes en el país. En mayo de 2021, Panamá tomó la decisión de cerrar sus fronteras con Colombia, a partir del día 20, en respuesta a una medida autorizada por la Cancillería colombiana de apertura de las fronteras nacionales.
El afán de los migrantes por llegar a Estados Unidos les hace presa fácil de todo tipo de explotación, y la más visible ha sido la económica. La ilusión de cumplir, en muchos casos, con “el sueño americano” les hace exponer sus vidas. En diversas ocasiones se han presentado tragedias que han motivado la exigencia de una ruta humanitaria que garantice el derecho a la vida de la población migrante. Muchos, de diferentes edades, nacionalidad y cultura no alcanzan a cumplir el sueño a una vida mejor.
Propuesta para fortalecer la política pública
1. Establecer una ruta marítima de Necoclí a inmediaciones del archipiélago de San Blas en Panamá, a Puerto Obaldía, un puesto fronterizo, utilizando embarcaciones que cumplan las características técnicas, con elementos de seguridad, cupos limitados, horarios vigilados, puertos y embarcaderos regulados. Con el desarrollo de estos protocolos se elevarían las condiciones de seguridad para los migrantes.
2. Agilizar la salida de migrantes buscando el apoyo de empresas legales de transporte marítimo en Turbó para apoyar a la empresa Caribe SAS, la única prestadora del servicio en Necoclí. La meta es superar la cifra de movilidad de migrantes diarios de 850 a 1.600.
3. Las empresas transportadoras deberían comprometerse a alimentar el Sistema de Información para el Reporte de Extranjeros (SIRE) desarrollado por Migración Colombia.
4. Establecer un nuevo puerto de embarque para mayor organización de la población migrante.
5. Distribuir agua apta para consumo y mejoramiento de condiciones sanitarias.
6. Establecer una oficina de Migración Colombia en Necoclí.
7. Fortalecer y ampliar el diálogo entre las cancillerías de Colombia y Panamá.