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Pese a que un trino del presidente Gustavo Petro daba por sentado que habían sido encontrados los niños de 13, 11, 4 años y 11 meses, tripulantes de la aeronave tipo Cessna, que desde el pasado 1° de mayo desapareció entre los departamentos de Caquetá y Guaviare, la Fuerza Pública aseguró que no tenía a los menores de edad en su poder y negó que el padre y familiares estuvieran detrás de su rescate.
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Lo cierto es que toda la incertidumbre surgió luego de que la directora regional del ICBF le informara al presidente que tuvieron contacto con los niños y que solo tendrían lesiones leves, por lo que Petro ordenó el traslado del equipo de socorro a la zona y publicó en sus redes sociales la noticia. Pero, de fondo, la entidad no tenía custodia de los niños, ni la funcionaria tenía la certeza del hallazgo, pues la información que dio al mandatario salió de otra fuente que le dijo que los niños habían aparecido.
De acuerdo con un comunicado emitido en horas de la noche por el ICBF, efectivamente se recibió información desde la zona sobre contacto con los niños y por ello “el ICBF —en contacto con su regional en Caquetá— asumió el hallazgo de los menores y activó los procedimientos institucionales para establecer contacto con otras entidades gubernamentales e iniciar la ruta de restablecimiento de derechos. De inmediato, esta información también fue transmitida a la Presidencia de la República para que el señor Presidente le comunicara la noticia al país”.
La misma información de Presidencia la manejó la Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonia Colombiana (Opiac), que acompaña la búsqueda, y aseguró que los niños fueron encontrados cerca de un lugar conocido como Cachiporro, donde habrían sido auxiliados por un lanchero que los movilizaba por el río. Es decir, que los menores de edad tampoco estarían bajo su custodia.
Ante esto, la Presidencia se comunicó con la Fuerza Pública, que confirmó que tampoco los había encontrado, pero aseguró que tendría la certeza de que los hallaría pronto, ya que algunos de sus miembros habían visto huellas frescas y que lo que había jugado en su contra era que no había Luna ni buena luz.
Por su parte, la empresa Avianline Charter´s SAS, propietaria de la aeronave accidentada, indicó que por el mal tiempo no han podido rescatar los cuerpos de las víctimas, mientras que con respecto al hallazgo de los niños indicaron que la comunidad informó que los niños estaban siendo transportados en lancha rÍo abajo y que todos estaban vivos, pero más allá de eso no “hay nada confirmado oficialmente”.
Aunque la búsqueda no ha parado en los últimos 15 días por aire y tierra, tanto con miembros de equipos de rescate, Fuerza Pública y el acompañamiento de indígenas, esta semana volvió la esperanza tras la aparición de un biberón que precedió al hallazgo de la aeronave accidentada.
Junto a la avioneta se encontró un cuerpo del que se presume es el piloto Hernando Murcia, y pocos metros más adelante se hallaron los restos del director de la fundación de profesionales indígenas Yetara, Herman Mendoza Hernández, y Magdalena Mucutui Valencia, madre de los cuatro niños que estaban desaparecidos, por lo que desde allí la misión se centró en encontrar con vida a Lesly Mucutuy, de 13 años; Soleiny Mucutuy, de 9; Tien Noriel Ronoque Mucutuy, de 4, y de Cristin Neriman Ranoque Mucutuy, de 11 meses.
Las motivaciones son varias, pues además del biberón las unidades de socorro hallaron un maracuyá de selva mordido, posiblemente por un humano, y cerca de donde estaban los cuerpos un cambuche en el que pudieron dormir los niños, pues además de las hojas replegadas había unas tijeras y un paquete de moñas para el cabello.
Para apoyar la búsqueda también se incluyeron helicópteros, que rastreando los posibles caminos que pudieron tomar los niños, han reproducido un mensaje: “Lesly, le pido un favor, que yo soy su abuelita Fátima. Tiene que estar quieta porque el Ejército los están buscando para bien de ustedes. Hija, le agradezco que esté quieta. Si usted escucha micrófonos, hija, esté parada ahí para que ellos la encuentren y la traigan”, dice la abuela de los niños en su lengua indígena, con el fin de ayudar en la búsqueda, como han hecho otros uitotos de la zona con su conocimiento sobre el territorio.
La zona en la que ocurrió el accidente de la aeronave, la vereda Palma Rosa, del municipio de Solano, en Caquetá, es una selva poco explorada por el hombre que Germán Camargo, director operativo de la Defensa Civil del Meta, describe como un terreno difícil. “Se trata de una selva virgen, muy tupida y ligada al río Apaporis, por lo que hay partes que se convierte en fangosa y otras que, por los árboles de más de 30 y 50 metros, es difícil de andar por las grandes raíces. A eso se suma el clima, las tormentas, el calor y los animales de la selva”.
Esto también les dio a las autoridades indicios de lo que pudo ocurrir durante el accidente. De acuerdo con Sergio París Mendoza, director de la Aeronáutica Civil, lo que ocurrió es que el piloto Hernando Murcia reportó una falla en el motor poco antes de desaparecer. “Esa falla en este tipo de aeronaves implica dos procedimientos: el del arborizaje, que permite sobrevivir” o la opción por la que optó Murcia: buscar un río donde acuatizar.
“Sin embargo, por donde está la aeronave y el trayecto, se cree que él vio un espacio posible para hacer el arborizaje y decidió hacer un viraje, sino que con la altura de esos árboles la aeronave cayó al suelo”, indicó París.
Por lo pronto, al cierre de esta edición no se tenían más detalles del paradero de los niños, por lo que ante la incertidumbre lo único que se espera es que la búsqueda sea efectiva y lo más pronto posible los cuatro niños puedan volver junto a su familia.