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Horas de incertidumbre son las que viven los familiares de Víctor Enrique Peña y Jesús Arturo González, dos mineros informales de Buriticá, Antioquia, que habrían quedado atrapados en uno de los socavones para la extracción de minerales. El terreno es propiedad de la Zijin Continental Gold, multinacional china que tiene presencia en el municipio desde 2016.
Casi a dos semanas sin rastro de los cuerpos de Víctor y Jesús, el panorama en el municipio ha estado permeado de múltiples situaciones: las 6 verificaciones que hizo Zijin dentro del socavón para intentar dar con los desaparecidos; las protestas que se levantaron en torno a lo sucedido; y las denuncias por desabastecimiento en Buriticá por los bloqueos.
Aunque las manifestaciones fueron levantadas el 21 de agosto, estas no han sido las únicas en torno a la explotación minera del municipio. A principios de este 2022, incluso, se presentó una protesta en la que cientos de personas con camisetas blancas mostraron su descontento contra la minera china.
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¿Qué se sabe de los mineros desaparecidos?
Víctor Enrique Peña nació en Venezuela. En entrevista con Caracol Radio, su hermana Rubetsi Peña dijo que su familia lleva dos semanas pidiendo que, una vez el cuerpo de Víctor sea encontrado, este sea repatriado a su país de origen para así darle una debida sepultura. Sin embargo, la mujer afirma que no ha tenido respuesta por parte de las autoridades a las que ha pedido apoyo.
“Yo hice la solicitud para ver si me pueden hacer el favor de colaborarme para trasladar a mi hermano desde aquí hasta la casa que esta allá en Venezuela, pero no he tenido seguridad”, manifestó Rubetsi.
Ella vivía en Barranquilla y se empleaba en el servicio doméstico. Tras recibir la noticia de la desaparición de su hermano, decidió viajar hasta Buriticá sin tener alimentación u hospedaje fijos para así estar pendiente de las labores de rescate.
Hace ocho años, Rubetsi y Víctor llegaron a Colombia. Él vivía desde hace tres en Buriticá, y fue allí donde se dedicó a trabajar en la minería, principalmente en la artesanal. Era soltero y no tenía hijos, diferente a la realidad de Jesús Arturo, el otro minero informal que quedó atrapado en el socavón de la Zijin.
Jesús tenía 29 años y un hijo de 8. Fue desplazado forzadamente de San Pedro de Urabá, municipio donde nació, y luego pasó 15 años en Segovia, en el nordeste antioqueño. Allí se empleó en oficios como la minería y la soldadura, hasta que llegó a Buriticá.
Allí la historia es difícil de contar, sobre todo la relacionada con la minería. Según María Maya, antropóloga e integrante del grupo “Recursos estratégicos, región y dinámicas socio ambientales (Rersa)”, de la Universidad de Antioquia, en Buriticá no había una tradición minera “estrictamente hablando”. En la década de los noventa, por ejemplo, no existía una explotación minera como la que se ve hoy en día sino una concentrada en lugares muy específicos, y por lo general de manera artesanal.
En 2008 comenzó el verdadero cambio: un flujo de mineros informales del nordeste antioqueño -específicamente de los municipios Remedios y Segovia- se desplazaron hasta Buriticá, y en ese momento, la Continental Gold –que luego pasaría a ser Zijin Continental Gold- se estableció en el territorio.
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Alza de precios, boom inmobiliario y mayor flujo de dinero. Así fue parte del panorama al que hombres y mujeres, habitantes de Buriticá, tuvieron que acostumbrarse con la llegada de los mineros. “Se subió el precio de todo, y las personas en el pueblo trataron de adatarse porque era gente que llegó con mucha plata. Ya en ese momento estaba Continental Gold en el municipio, entonces hay un rumor que dice que uno de los trabajadores de la compañía le entregó planos y locaciones a los mineros informales para que pudieran ubicar las zonas de extracción de minerales”, dice María.
Ahora, ¿cuál es la diferencia entre los llamados “mineros informales” y quienes están empleados por la Zijin Continental Gold?
La diferencia, según la experta, radica en los títulos mineros, o sea “el documento en el cual se otorga el derecho a explorar y explotar el suelo y el subsuelo”, según la Unidad de Planeación Minero Energética.
En pocas palabras, mientras la Zijin Continental Gold tiene propiedad de estos títulos, los llamados mineros informales no.
“Hay unos títulos mineros que se otorgaron en el marco del código de minas. Eso restringió la actividad de muchos mineros informales, cuya posición es muy particular porque no tienen título o explotan a título ajeno. Su relación con multinacionales claramente es conflictiva porque están explotando en títulos ajenos, en este caso el de Zijin Continental Gold”, afirma María.
Pero los mineros informales sólo tienen de “informal” el hecho de que exploran socavones en tierras de las cuales no tienen título minero. De resto, funcionan incluso como asociaciones en las que sus integrantes pagan, por ejemplo, su seguridad social.
Con las negociaciones que parte y parte han tenido a lo largo de los años, la Zijin ha cedido algunas partes de sus terrenos para que algunas de estas asociaciones exploten. “Por eso no debe ser tan radical la diferenciación entre quienes trabajan para la empresa y quienes lo hacen de manera informal pero no ilegal”, dice Maria.
Ese último término, el de “ilegal”, según María, puede confundirse con la injerencia que tienen los grupos armados en Buriticá respecto a la minería. “No es un secreto para nadie que esta actividad es atractiva para agrupaciones como el Clan del Golfo”, comenta la experta, además de la incidencia que ha tenido el conflicto armado en ese municipio.
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El alcalde de Buriticá, Luis Hernando Graciano, se manifestó al respecto y dijo que “dada la visita que se hizo para la verificación de los avances por parte de los mineros, se concluyó que se requieren algunos equipos para acelerar más la búsqueda, ya que el espacio esta más amplio, donde se encuentran trabajando. Ya salvamento minero va a tener personal allá permanentemente y esperamos que con esto se agilice más la búsqueda de estos dos cuerpos”.
Por ahora, Víctor Peña y Jesús González siguen desaparecidos y sus familias esperan noticias sobre su paradero para así tener paz. “El conflicto no sólo puede tratarse de las discusiones entre los mineros informales y la minera. Las personas que viven en el pueblo también sufren”, concluye María Maya.