ONU y Bienestar Familiar identifican huellas de conflicto en niñez colombiana
El estudio identifica las secuelas psicológicas que deja el conflicto armado y otros factores en los menores de edad.
EFE
Las agencias de Naciones Unidas para las Migraciones (OIM) y para la Infancia (Unicef) y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) presentaron un estudio que identifica las huellas psicológicas que deja el conflicto armado en los menores de edad colombianos.
El estudio, cuyo contenido fue divulgado en Bogotá, contempló la situación de 1.681 niños y adolescentes colombianos de ambos sexos, entre los que había 961 víctimas directas de la violencia y 720 que no lo eran, pero se encontraban expuestos a condiciones de riesgo.
Los escenarios que analizaron fueron el desplazamiento forzado, la violencia sexual, la explosión de minas antipersonales, el secuestro, la orfandad y el reclutamiento ilícito.
La representante adjunta del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Viviana Limpias, afirmó que con este diagnóstico se espera "orientar las acciones de las instituciones colombianas para el desarrollo de herramientas que sirvan para que las niñas y los niños puedan construir un nuevo proyecto de vida".
Además, según la directora en Colombia de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Katie Kerr, el estudio tiene en cuenta el sexo y el grupo étnico de cada menor, lo que establece "diferencias importantes y significativas que dan luces sobre sus necesidades psicosociales".
Entre el común de reacciones detectadas destacan la ansiedad, la desconfianza, la dificultad para enfrentar condiciones adversas y el temor permanente a distintas situaciones.
De acuerdo a los casos estudiados, los niños que han estado expuestos al conflicto tienen "más dificultades para hacer uso constructivo del tiempo, perciben menos apoyo de quienes los rodean y tienen menos resiliencia o capacidad para enfrentar condiciones adversas".
Quienes han sufrido el flagelo del desplazamiento padecen problemas afectivos pero tienen menos sentimiento de culpa que los niños desvinculados de grupos armados, quienes se muestran más retraídos, quejumbrosos, ansiosos y con dificultades para mantener la atención, además de presentar peores condiciones de salud y en el colegio.
En el caso de las víctimas de la violencia sexual en el marco del conflicto se identifica una menor capacidad para sentir alegría, establecer vínculos con padres y amigos, pero sobre todo, se ven afectados en su identidad.
A los niños damnificados por la explosión de una mina antipersonal se les diagnostican unos niveles de escolaridad más bajos, menores puntuaciones en la percepción de su estado de salud y más cicatrices en su cuerpo.
Asimismo, el estudio revela que los huérfanos de madre por causa del conflicto tienen mayor tendencia a la depresión y a la ansiedad, les cuesta más divertirse y sentirse felices, a la vez que expresan más sentimientos de culpa, preocupación y peor ánimo.
Los niños que salen de grupos armados ilegales tienen más actitudes infractoras y agresivas, sus índices de masa corporal son mayores y suelen presentar cicatrices, bajos índices de escolaridad y desvinculación con respecto a sus padres, agregó el informe.
Las agencias de Naciones Unidas para las Migraciones (OIM) y para la Infancia (Unicef) y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) presentaron un estudio que identifica las huellas psicológicas que deja el conflicto armado en los menores de edad colombianos.
El estudio, cuyo contenido fue divulgado en Bogotá, contempló la situación de 1.681 niños y adolescentes colombianos de ambos sexos, entre los que había 961 víctimas directas de la violencia y 720 que no lo eran, pero se encontraban expuestos a condiciones de riesgo.
Los escenarios que analizaron fueron el desplazamiento forzado, la violencia sexual, la explosión de minas antipersonales, el secuestro, la orfandad y el reclutamiento ilícito.
La representante adjunta del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Viviana Limpias, afirmó que con este diagnóstico se espera "orientar las acciones de las instituciones colombianas para el desarrollo de herramientas que sirvan para que las niñas y los niños puedan construir un nuevo proyecto de vida".
Además, según la directora en Colombia de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Katie Kerr, el estudio tiene en cuenta el sexo y el grupo étnico de cada menor, lo que establece "diferencias importantes y significativas que dan luces sobre sus necesidades psicosociales".
Entre el común de reacciones detectadas destacan la ansiedad, la desconfianza, la dificultad para enfrentar condiciones adversas y el temor permanente a distintas situaciones.
De acuerdo a los casos estudiados, los niños que han estado expuestos al conflicto tienen "más dificultades para hacer uso constructivo del tiempo, perciben menos apoyo de quienes los rodean y tienen menos resiliencia o capacidad para enfrentar condiciones adversas".
Quienes han sufrido el flagelo del desplazamiento padecen problemas afectivos pero tienen menos sentimiento de culpa que los niños desvinculados de grupos armados, quienes se muestran más retraídos, quejumbrosos, ansiosos y con dificultades para mantener la atención, además de presentar peores condiciones de salud y en el colegio.
En el caso de las víctimas de la violencia sexual en el marco del conflicto se identifica una menor capacidad para sentir alegría, establecer vínculos con padres y amigos, pero sobre todo, se ven afectados en su identidad.
A los niños damnificados por la explosión de una mina antipersonal se les diagnostican unos niveles de escolaridad más bajos, menores puntuaciones en la percepción de su estado de salud y más cicatrices en su cuerpo.
Asimismo, el estudio revela que los huérfanos de madre por causa del conflicto tienen mayor tendencia a la depresión y a la ansiedad, les cuesta más divertirse y sentirse felices, a la vez que expresan más sentimientos de culpa, preocupación y peor ánimo.
Los niños que salen de grupos armados ilegales tienen más actitudes infractoras y agresivas, sus índices de masa corporal son mayores y suelen presentar cicatrices, bajos índices de escolaridad y desvinculación con respecto a sus padres, agregó el informe.