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Aquellos que amamos los animales y velamos por su protección, hemos tenido que ver a través de los medios de comunicación, las denuncias de la ciudadanía de cómo los caballos siguen siendo víctimas silenciosas de crueldad. Tal es el caso de los hechos ocurridos en la ciudad de Cartagena, donde un caballo cochero se desplomó por el cansancio al que era sometido por su dueño.
¿Cómo es posible, que en pleno siglo XXI, en vez de que nuestro país avance hacia nuevos horizontes, estemos con costumbres tan anacrónicas y medievales como si estuviéramos paseando a reyes y reinas por la no existencia de vehículos de cuatro ruedas?
Pena le debería dar, a los mandatarios de estas ciudades, que consienten ante la mirada indiferente estas prácticas de extrema crueldad, convirtiéndose en cómplices del maltrato a los que son sometidos los caballos.
Por otra parte, los turistas no deberían ser copartícipes de estas actividades, pues al tomar este vehículo de tracción animal saben de ante mano que esto conlleva a una forma de maltrato y las posibles consecuencias al que es sometido el animal como: la fatiga muscular, falta de hidratación, mala alimentación y exceso de carga, al transportar a los turistas de un lado a otro.
Como protectora de los animales, hago un llamado a los alcaldes municipales para que se expidan normas que busquen la sustitución de estos vehículos y la reconversión laboral de quienes continúan con estas prácticas. Así mismo que incluyan dentro de sus programas de gobierno estrategias para sacar a estos caballos cocheros de las calles y dejen la excusa de que esto hace parte del atractivo turístico de la ciudad.
Los alcaldes no pueden desconocer la ley 1774 de 2016 (contra el maltrato animal), la cual establece que “los animales como seres sintientes no son cosas, recibirán especial protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente por los humanos”.
Así mismo esta ley castiga el maltrato animal en Colombia mencionando, que quien maltrate a un animal doméstico, silvestre o exótico, causándole daños que afecten su salud puede ser multado por 60 salarios mínimos mensuales e incluso, puede incurrir en una pena de prisión de uno a tres años.
Señores alcaldes, es tiempo de actuar, de dejar la indiferencia y el egoísmo ante estos seres sintientes que llevan siendo maltratados por años ante la mirada indolente de los diferentes funcionarios y parte de la sociedad que, teniendo el poder y los recursos para promover diferentes alternativas laborales para los cocheros, no lo han hecho. Es tiempo de liberar a los caballos de estas tareas que traen como consecuencia el deterioro físico y aún peor, la muerte.
Por último, vale anotar que en este tiempo de campaña electoral el tema de la protección a los animales debe ser incluido en la agenda política de aquellos que pretenden acceder a las corporaciones públicas y presidencia, sin importar la ideología o grupo al que pertenezca.
*Exdirectora Instituto de Protección y Bienestar Animal