Una niña llamada ilusión
Laura Jineth Molano Duque vende empandas en los madrugones del Gran San y después toma puesto al lado de la gerencia del centro comercial donde la apoyan para que empiece sus estudios. Serie colombianos berracos.
Sandra Pino Bacca
“Trabajo desde mis 8 años. Mi papá y mi mamá emprendieron en las bodegas del madrugón donde tuvieron una cafetería e inició mi proceso de tener la convicción que la vida no es fácil y es para gente con ganas de salir adelante. Tuve que dejar de pensar como una niña, pues entendí que mis padres me necesitaban. Yo trabajaba desde los martes a hacer el caldo de costilla y a sazonar la pechuga, pelar las papas para la sopa y dejar todo el plante listo para levantarnos muy temprano. Los miércoles y sábados nos levantábamos a la una de la mañana, nos alistábamos y nos íbamos al madrugón. Nos iba muy bien y así inicié mi vida laboral”, cuenta Laura Jineth Molano Duque, quien tiene 27 años y se ha forjado, pasito a pasito una amorosa historia de vida.
Laura vivió su niñez junto a sus padres y su hermano, en un sector vulnerable de Bogotá. Tuvo que vivir de cerca la violencia que genera la delincuencia. Con el trabajo disciplinado y en familia, lograron establecerse en un sector más tranquilo, El Eduardo Santos, donde desde su adolescencia están radicados. Su hermano ha creado su propia fábrica de empanadas, unas deliciosas preparaciones caseras, que se distribuyen en diferentes puntos de la capital del país.
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“No es tan solo el producto, son las ganas de salir adelante y de demostrar de que estoy hecha. Las empanadas fueron mi salvavidas por la empresa de mi hermano”, dice Laura con lagrimas en los ojos. Esta mujer luchadora, llena de ilusiones y quien dibuja siempre en su rostro una sonrisa.
Laura vende 80 empanadas diarias. Llega los miércoles y sábados al centro comercial El Gran San, que son los días del famoso Madrugón. A la una de la mañana está lista esperando los camiones que descargan la mercancía y llegan con hombres y mujeres con frio y hambre a comenzar la jornada laboral. A las 7:30 a.m., cambia el chip; se pone la chaqueta del uniforme y se sienta en su puesto de trabajo, en la recepción de la administración. El gerente, Yansen Estupiñán, quien la conoce desde niña, le brindo la oportunidad de emprender un camino donde la apoyará para que comience sus estudios.
“Inicié el proceso de selección y me ubicaron en el lugar más acorde para mi perfil. Me siento realizada en este campo laboral que me desempeño hoy en día, pero también el vender empanadas me hace feliz”, dice Molano. El gran sueño de Laura es tener un negocio de moda y confección en el centro mayorista de moda más importante del país.
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“Ellos (sus padres), desde que tengo uso de razón, han sido emprendedores y nos enseñaron a mi hermano y a mí a ser igual sin pasar por encima de nadie y de tu esfuerzo verás el fruto. Nosotros hemos hecho de todo, en diciembre vendíamos muñecos hechos con nuestras propias manos y nos íbamos local por local a distribuirlos. Nacimos con ganas de comernos el mundo, pero ante todo de ser buenos seres humanos”, finaliza Laura.
Si deseas contactarlos y hacer pedidos: 3124643939
“Trabajo desde mis 8 años. Mi papá y mi mamá emprendieron en las bodegas del madrugón donde tuvieron una cafetería e inició mi proceso de tener la convicción que la vida no es fácil y es para gente con ganas de salir adelante. Tuve que dejar de pensar como una niña, pues entendí que mis padres me necesitaban. Yo trabajaba desde los martes a hacer el caldo de costilla y a sazonar la pechuga, pelar las papas para la sopa y dejar todo el plante listo para levantarnos muy temprano. Los miércoles y sábados nos levantábamos a la una de la mañana, nos alistábamos y nos íbamos al madrugón. Nos iba muy bien y así inicié mi vida laboral”, cuenta Laura Jineth Molano Duque, quien tiene 27 años y se ha forjado, pasito a pasito una amorosa historia de vida.
Laura vivió su niñez junto a sus padres y su hermano, en un sector vulnerable de Bogotá. Tuvo que vivir de cerca la violencia que genera la delincuencia. Con el trabajo disciplinado y en familia, lograron establecerse en un sector más tranquilo, El Eduardo Santos, donde desde su adolescencia están radicados. Su hermano ha creado su propia fábrica de empanadas, unas deliciosas preparaciones caseras, que se distribuyen en diferentes puntos de la capital del país.
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“No es tan solo el producto, son las ganas de salir adelante y de demostrar de que estoy hecha. Las empanadas fueron mi salvavidas por la empresa de mi hermano”, dice Laura con lagrimas en los ojos. Esta mujer luchadora, llena de ilusiones y quien dibuja siempre en su rostro una sonrisa.
Laura vende 80 empanadas diarias. Llega los miércoles y sábados al centro comercial El Gran San, que son los días del famoso Madrugón. A la una de la mañana está lista esperando los camiones que descargan la mercancía y llegan con hombres y mujeres con frio y hambre a comenzar la jornada laboral. A las 7:30 a.m., cambia el chip; se pone la chaqueta del uniforme y se sienta en su puesto de trabajo, en la recepción de la administración. El gerente, Yansen Estupiñán, quien la conoce desde niña, le brindo la oportunidad de emprender un camino donde la apoyará para que comience sus estudios.
“Inicié el proceso de selección y me ubicaron en el lugar más acorde para mi perfil. Me siento realizada en este campo laboral que me desempeño hoy en día, pero también el vender empanadas me hace feliz”, dice Molano. El gran sueño de Laura es tener un negocio de moda y confección en el centro mayorista de moda más importante del país.
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