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Este martes el país amaneció lamentando la ocurrencia de un nuevo desastre natural. Esta vez en Dosquebradas (Risaralda), municipio contiguo a Pereira, donde se produjo un deslizamiento de lodo y piedras provocado por el desbordamiento del río Otún, que dejó al menos 14 personas muertas, entre ellas dos menores de edad, 35 más heridas, un número incierto de desaparecidos y cuatro casas sepultadas, entre las que se encontraba un inquilinato, del que se ignora cuántas personas había adentro.
La misma zona fue afectada por una tragedia similar el 6 de octubre de 1976, que cobró la vida de 71 personas en el barrio Risaralda, en la avenida del Río, por lo que la historia se repitió, esta vez en el barrio La Esneda, ubicado en la avenida del Río con calle 27. ¿Era acaso una tragedia anunciada?
“Desde 1989, en Pereira y Dosquedradas hay inventario de viviendas en zona de riesgo, y el barrio La Esneda está incluido ahí, porque siempre ha sido identificado por fenómenos de remoción en masa, por inundación y por avenidas torrenciales, una categoría de riesgo no mitigable. Es decir, que no hay manera de disminuir el riesgo para evitar un desastre”, le explicó a El Espectador Deliana Cardozo Peláez, ambientalista popular y geóloga integrante del Comité de Defensa del Territorio.
Héctor Jaime Vásquez Morales, investigador y autor del libro Degradación ambiental y riesgo de desastres en Pereira, comenta en ese documento que en la zona del siniestro “las avenidas o crecientes torrenciales se pueden presentar por lluvias intensas o extremas (como parte de la variabilidad climática) o en una combinación de fenómenos hidroclimatólógicos con procesos geológicos (deslizamientos y represamientos que pueden ser disparados por lluvias o sismos)”.
Para Cardozo, docente de la Universidad Tecnológica de Pereira, con esos antecedentes de riesgo la tragedia pudo haberse evitado. “Eso fue la crónica de una muerte anunciada”, asegura.
Si así era, ¿hubo omisión de las autoridades? A esta pregunta responde la docente explicando que “es real que se han hecho procesos de reubicación y a la gente se le ha ofrecido vivienda, pero también es cierto que las viviendas ofrecidas están en la periferia de Pereira. Entonces, es muy complejo para la gente salir del centro de Pereira, donde puede tener su trabajo, para irse a la periferia a aguantar viajes más largos en sus desplazamientos diarios y perder así calidad de vida”.
La opción de irse a vivir a la periferia se traduce en un desplazamiento, razón por la cual la experta consultada expresa que faltaron procesos de reubicación integrales, como intenciones de las administraciones locales. “No basta con decirle a la gente aquí tiene su casa, sino que debe haber un proceso educativo en el que la gente quiera irse a un sitio que le guste, y eso no la ha habido en Pereira ni en Dosquebradas, municipios que sí tienen zonas de expansión seguras”. Por eso, Cardozo no duda en señalar que este es un caso típico de desplazamiento por un desastre natural.
Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, entre enero y noviembre de 2021 los afectados por eventos de desastres naturales en el país fueron 541.749 personas, en 3.007 eventos, en los cuales se registraron 83 víctimas mortales, 133 personas heridas y otras 14 desaparecidas.
La cuenca del río Otún
Dosquebradas es un municipio de Risaralda y comparte con Pereira la cuenca del río Otún, que es admisnitrada por los municipios de Santa Rosa, Dosquebradas y Pereira. En el casco urbano hay unos asentamientos que administrativamente son de Pereira y otros de Dosquebradas. La margen izquierda en el casco urbano del río Otún la administra Pereira y la margen derecha la administra Dosquebradas. “No es fácil decir que en ese escenario Pereira no tiene nada que ver, porque la cuenca es un espacio de encuentro en donde las administraciones municipales deben interlocutar”, señala Cardozo, quien insiste que todos los asentamientos en ambos márgenes del río Otún, así como en los cascos urbanos de Dosquebradas y Pereira están en riesgo por inundación.
La tragedia
En la parte alta la ladera donde ocurrió la tragedia de este martes hay un canal de aguas que, de acuerdo con las autoridades de gestión de riesgo, habría sido intervenida por una persona, lo que habría sido una de las causas del deslizamiento. A eso se le suma que las recientes lluvias saturaron el terreno, lo que provocó el deslizamiento. Lo peor es que persiste el temor de que siga desprendiéndose más tierra, por lo que el gobernador de Risaralda, Víctor Manuel Tamayo, señaló que no solo se ayudará a los damnificados, sino que además se hará un proceso de evaluación y reubicación de quienes están en esta zona.
En parte, el riesgo de un nuevo deslizamiento fue uno de los mayores temores en medio de las labores de rescate tras el derrumbe, ya que los equipos de salvamento tuvieron problemas por la cantidad de gente que se agolpó en la zona en busca de sus familiares y llevando ayudas. Al caer la tarde 52 viviendas fueron evacuadas.
Las autoridades están haciendo acompañamiento psicológico en los colegios, porque hubo niños que alcanzaron a trasladarse a los colegios y perdieron familiares en la tragedia que enluta al departamento de Risaralda y al país.
Ahora, es urgente que las autoridades locales garanticen la reubicación de todas las familias y con esto evitar una nueva tragedia que estaba más que anunciada.