En un 44 % aumentaron feminicidios en Antioquia
Se trata del departamento con más casos en el país, pues solo entre enero y junio de este año se presentaron 78, de los cuales 23 ocurrieron en Medellín, según el Observatorio Feminicidios Colombia. Las cifras oficiales son menores y el debate está alrededor de la tipificación de los casos.
Paula Andrea Ospina, de 35 años, murió el pasado 31 de agosto luego de que hombres armados la hirieran con varios disparos de arma de fuego dentro de un local comercial en el que trabajaba, ubicado en Aranjuez, Comuna 4 de Medellín. Tres días después, Edna Liyen Orozco, de 29 años, falleció en la Comuna 3 (Manrique) tras un ataque con cuchillo que al parecer fue perpetrado por su compañero sentimental, quien fue capturado. Los casos de Paula y Edna, que están siendo estudiados por la Comisión Primera del Consejo de Seguridad Pública para las Mujeres para determinar si son catalogados como feminicidios, son solo un ejemplo de un fenómeno que viene creciendo de forma alarmante en el departamento: el asesinato de una mujer por el hecho de serlo.
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Paula Andrea Ospina, de 35 años, murió el pasado 31 de agosto luego de que hombres armados la hirieran con varios disparos de arma de fuego dentro de un local comercial en el que trabajaba, ubicado en Aranjuez, Comuna 4 de Medellín. Tres días después, Edna Liyen Orozco, de 29 años, falleció en la Comuna 3 (Manrique) tras un ataque con cuchillo que al parecer fue perpetrado por su compañero sentimental, quien fue capturado. Los casos de Paula y Edna, que están siendo estudiados por la Comisión Primera del Consejo de Seguridad Pública para las Mujeres para determinar si son catalogados como feminicidios, son solo un ejemplo de un fenómeno que viene creciendo de forma alarmante en el departamento: el asesinato de una mujer por el hecho de serlo.
Se trata de un delito que en Medellín, según cifras del Observatorio Feminicidios Colombia (OFC), aumentó en un 44 % entre enero y agosto de este año en comparación con el mismo período de 2020, pasando de 16 a 23 casos. El transfeminicidio (aquel que se comete contra una mujer transgénero), por su parte, redujo sus cifras en un 75 %, pasando de cuatro víctimas a una. El fenómeno no solo aumentó en la capital antioqueña, sino también en el departamento, que se posiciona como el que más casos registró tanto en el primer semestre de 2020 como de 2021: pasó de 54 en ese período del año pasado a 78 este año, lo que representa un incremento del 44 %. A escala nacional el panorama no es mejor. A julio del año pasado se reportaron 288 mujeres víctimas y para este el saldo es de 379. El segundo departamento con más casos fue Valle del Cauca, con 47, de los cuales 25 ocurrieron en Cali.
Sin embargo, las cifras en Medellín son menos abultadas para la Secretaría de la Mujer. De los 25 homicidios de mujeres ocurridos entre enero y agosto de este año, solo 18 fueron catalogados como feminicidio, de cuatro no tienen suficiente información, dos no fueron feminicidio y falta uno por clasificar. De esos 18, hay 10 (55,6 %) que fueron íntimos, es decir, que la víctima tenía algún tipo de vínculo con el responsable del delito, generalmente pareja, expareja o familiares. En el otro 44,4 % se trató de casos en los que no había vínculo con las víctimas, sino que los crímenes fueron movidos por otros factores: la relación que la mujer tiene con otra persona, otro tipo de riesgo (ser niña, de la comunidad LGBTIQ+, discapacidad, entre otras) y el conflicto armado urbano, con mayor afectación en lideresas y defensoras de derechos humanos.
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De los 18 casos presentados por la Comisión Primera del Consejo de Seguridad Pública para las Mujeres como presuntos feminicidios, solo 12 fueron tipificados como tal tras las investigaciones judiciales. De acuerdo con Luis Carlos Quiroz, mayor de la Policía Metropolitana, 10 de esos casos ya han sido esclarecidos, es decir, por lo menos hay emitida orden de captura para el presunto responsable y seis ya fueron arrestados y se les legalizó la captura. Sin embargo, en ninguno de los procesos se ha emitido condena ni el juez ha sentenciado como culpable a los indiciados.
La variación de las cifras entre las diferentes entidades deja claro que uno de los problemas a la hora de abordar el fenómeno tiene que ver con las distintas interpretaciones de lo que es el feminicidio y el papel que cumple en ello la concepción de lo íntimo. “Lo más fácil es tipificar el feminicidio íntimo, porque es la pareja o expareja la que ha venido ejerciendo violencia, por lo tanto, la asesina. Pero por ejemplo no existe el feminicidio no íntimo cuando son grupos armados, en donde se pueden establecer las relaciones de poder, el sometimiento y el control hacia las mujeres es difícil que haya una tipificación con esos otros casos que no tienen que ver con las relaciones de pareja. También hay feminicidio en términos de trata o cuando quieren vulnerar a algún miembro de la familia y matan es a la mujer”, señala Dora Cecilia Saldarriaga, concejal del movimiento político de mujeres Estamos Listas.
Dentro de la tipología de lo no íntimo inciden las acciones de los grupos armados, y ejemplo de esto es el feminicidio por sicariato, que está asociado con el poder ilegal de los hombres en armas. “Es fundamental ampliar el concepto de feminicidio para lograr comprender el fenómeno de la criminalidad mafiosa en la vida de las mujeres; sin esta comprensión los asesinatos de mujeres por sicarios y por bandas mafiosas quedarán por fuera de una acción institucional dirigida directamente a salvar la vida de mujeres y niñas amenazadas por este poder paralelo al Estado”, señaló en 2019 el OFC en un artículo de la revista Paren la guerra contra las mujeres.
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Para Saldarriaga, al accionar de los grupos armados se suman el contexto de violencia de la ciudad y los efectos que ha dejado en la composición de la sociedad. “Tenemos un lastre del narcotráfico que generan unas masculinidades guerristas, bélicas. Eso tiene impacto en el cuerpo de las mujeres, porque se apropian de él mediante la intimidación, forzar las estéticas, sexualizarlas, el acoso y el abuso sexual. Pide que cuide a la familia, sin importar que le peguen o la maten. Eso también ha impedido que las mujeres puedan hacer denuncias”.
El limitar el feminicidio a lo íntimo también genera una dificultad para acceder a la información sobre el hecho. “No todos son de carácter íntimo, sino que también se han visto a cargo de hombres en armas. De esto poco se habla y se tiene información, y esto incurre en que no puedan clasificar la mayoría de las muertes contra mujeres porque no se cuenta con información relevante ni suficiente”, afirma Lina María Giraldo, coordinadora del Observatorio de Violencias Sexuales y de Género de la Personería de Medellín.
Según Giraldo, esa falta de información presenta un desafío grande en el procesamiento del escenario feminicida, concretamente en la investigación técnico pericial del lugar de los hechos. “Los datos que se tienen de un crimen de un posible feminicidio tienen máximo valor en los resultados investigativos, en ese sentido los elementos materiales probatorios son fundamentales para entender la forma en cómo opera la criminalidad en los hechos feminicidas.Necesitamos más perspectiva de una investigación criminal clara que permitan a las tomadoras y tomadores de decisiones ejercer cursos de acción con estrategias para prevenir el feminicidio de manera efectiva”, añade.
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Una solución que plantean desde Estamos Listas para facilitar dichas investigaciones es que se parte de la idea de que todos los homicidios de mujeres son feminicidios. “En otros países cualquier muerte de mujer se presume por feminicidio y se empieza a investigar como tal. En cambio, aquí en Colombia primero se investiga y si hay elementos se tipifica como feminicidio. ¿Cuántas pruebas se perdieron en este recorrido?”, argumenta Saldarriaga.
Desde el Observatorio Feminicios Colombia insisten, además, en que urge un sistema de recopilación de datos que ayude a entender la dimensión del problema y facilite la carcterización de los factores de riesgo y las zonas en las que el problema es mayor. “No existe un sistema de información real que permita comprender la violencia feminicida, con categorías unificadas entre las instituciones y con variables que permitan encender y generar alertas. Es necesaria la homogenización de criterios y su categorización”, puntualiza Estefanía Rivera, del OFC.