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El Museo Casa de la Memoria (MCM) es uno de los pocos lugares que habla sobre reparación de las víctimas del conflicto armado en Medellín. Su creación en 2011, en medio de una ciudad que ha sido reconocida en el ámbito nacional por su corte conservador y de derechas, resultó histórica. Sin embargo, recientemente este escenario está en el centro del escrutinio público tras el anuncio del cierre temporal de su sala central, “Medellín: Memorias de violencia y resistencia”, inaugurada en 2013, junto a su centro de documentación. ¿El motivo? La falta de recursos para arreglar el aire acondicionado.
El arreglo costaría, aproximadamente, 230 millones de pesos. Jairo Herrán Vargas, su actual director, le afirmó al medio independiente paisa “El Armadillo” que no quería que se formara “un avispero a través de los medios”, ni que empezaran “a reaccionar las organizaciones de víctimas”; y que lo que ha sucedido es algo “normal”, como le pasa “a cualquier máquina”.
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A pesar de las declaraciones de su director y del cierre temporal de la sala central, la atención y acompañamiento al proceso con varias organizaciones de víctimas continuó su marcha por parte de sus funcionarios, aunque solamente su primer piso y exteriores estaban abiertos al público.
Las víctimas del conflicto armado son la raíz misma de la fundación del espacio. De hecho, fueron ellas quienes reclamaron durante años la creación de un lugar al que pudieran considerar casa. “Nosotras queríamos una casa de la memoria en Medellín que recogiera lo que hemos vivido las víctimas y las mujeres. El MCM es fundamental para la ciudad porque es un espacio de reparación colectiva”, comentó Amparo Mejía, directora de la Corporación Madres de la Candelaria.
Respecto a la contingencia que afrontan por el aire acondicionado, Herrán Vargas también dijo que “simplemente hay que hacer las reparaciones necesarias”, pero lo cierto es que “Medellín: Memorias de violencia y resistencia” aún permanece cerrada porque no se han invertido los recursos en el arreglo del aire acondicionado, no se conoce la fecha exacta de su apertura y tampoco la del inicio de su reparación. Esto también comprometería al importante archivo que yace en el tercer piso del museo con un vasto repertorio en temas de conflicto y memoria histórica.
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¿Problemas nuevos o problemas viejos?
El MCM es una entidad descentralizada creada por la Alcaldía de Medellín ante el reclamo de las víctimas del conflicto armado. Por ello, sus recursos son destinados cada cuatro años en el Plan Plurianual de Inversiones del Plan de Desarrollo del municipio, y anualmente tiene la posibilidad de recibir por parte de la Secretaría de Hacienda de Medellín los recursos que no se ejecutan en un año particular.
La dirección espera esos recursos para ajustar los vacíos económicos que tiene, ya que este año -según personas cercanas al MCM que hablaron con El Espectador-, el bajo presupuesto impidió continuar con el contrato de cinco personas y reparar el aire acondicionado.
“A la mayoría nos contrataron hasta junio 30 porque no había plata para contratar al personal hasta diciembre”, le dijo otro de los entrevistados a El Espectador.
Para este año el presupuesto del MCM es uno de los más bajos de su historia, con $5.239 millones. Esto sucedió ya que, en 2020 bajo la dirección de la abogada e investigadora Cathalina Sánchez, al MCM le redujeron el presupuesto como nunca antes en el Plan de Desarrollo de Daniel Quintero, alcalde de Medellín: de tener $17.642 millones durante el periodo 2016-2019, pasó a $15.397 millones para (2020-2023), o sea $2.245 millones menos.
“Esto es un tema que ha tenido que ver con todos los gobernantes, pues el presupuesto ya se había reducido de manera significativa en la alcaldía de Aníbal Gaviria y de Federico Gutiérrez”, dijo una de las personas cercanas al MCM que hablaron con El Espectador.
Pero debe retrocederse un poco en el tiempo para entender el entramado del problema, y también debe tenerse en cuenta un precedente: la infraestructura del MCM está inconclusa. Solo fue construido un 50% del proyecto original.
En 2016 hubo un daño sistemático en la sala central: las mesas estaban apagadas, los dispositivos no funcionaban, los video-beans emitían un color morado, y las luces semejaban las de un strover de discoteca. En ese momento, el equipo de mediación hizo una carta a la dirección del Museo, en cabeza de Adriana Valderrama, exigiendo que se arreglara “Medellín: Memorias de violencia y resistencia” o, de lo contrario, no continuarían realizando recorridos por la sala.
El asunto se complicó aún más en 2018-2019, cuando un siniestro destruyó la segunda etapa de la exposición titulada “Medellín|Es 70 80 90 La ciudad habla”: el techo que era de drywall estaba recibiendo filtraciones de agua y terminó por desplomarse sobre la exposición. Lucía González, comisionada de la Comisión de la Verdad (CEV) y arquitecta de profesión, fue la segunda directora que tuvo el MCM durante 2013-2015. Según González, en su gestión se envió un documento de 180 páginas en el que se advertían las amenazas que rodeaban al edificio incluso desde su entrega en 2011.
La cadena de hechos negativos se extendió a 2021, cuando se decidió cerrar las salas 1 y 2 ubicadas en el primer piso del MCM, por la presencia de humedad y goteras que están afectando su infraestructura.
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¿Quién debería estar en la dirección?
Jairo Herrán Vargas, director del MCM, tiene experiencia política en Medellín. Es abogado, y ocupó el cargo de Personero de la ciudad por dos periodos consecutivos hasta 2011. A lo largo de los años no ha ocultado su cercanía con el presidente electo Gustavo Petro. De hecho, Herrán Vargas fue candidato a la alcaldía de Medellín por la Colombia Humana al mismo tiempo que Daniel Quintero.
Algunas organizaciones de víctimas coincidieron en declarar que su dirección en el MCM escucha las propuestas de las víctimas y, por lo general, ejecuta acciones en pro de ellas. Sin embargo, personas cercanas al MCM dijeron que Vargas no tiene línea ni propuestas propias, ni dominio académico de las temáticas propias del conflicto.
El Espectador intentó contactarse con Jairo Herrán Vargas tras sus declaraciones sobre la reparación del aire acondicionado del museo, pero la Alcaldía de Medellín desautorizó su vocería.
Las fuentes consultadas por El Espectador coinciden en que debe cuestionarse la pertinencia de las personas que llegan a la dirección del MCM. “El mayor daño para un museo de memoria es tener un puesto político. Si solamente se puede garantizar una dirección al tiempo que va a estar cierto político en el poder, es imposible hacer cualquier cosa que se planee a corto, mediano y largo plazo”, mencionó una de las personas.
Respecto a la falta de reparación del aire acondicionado, Herrán Vargas estaría minimizando una situación que ni siquiera es culpa suya, que compromete gravemente al archivo del museo, y cuyo arreglo depende de la alcaldía de Daniel Quintero, quien designó a Vargas en el cargo. Con ello estaría silenciando a los funcionarios en el interior del MCM que piensan que la dirección debería tomar una posición firme respecto a la necesidad de que se asigne más presupuesto e, incluso, se preste más atención no sólo para aliviar los problemas de infraestructura si no -y de manera más importante- para continuar garantizando la raíz de su función: las víctimas del conflicto armado.
“En el caso del museo, deberían seguirse las recomendaciones de la Comisión de la Verdad que aplican para blindar los escenarios de memoria. Salvaguardar eso es fundamental porque, además, a pesar de las afectaciones estructurales o presupuestales que ha tenido el Museo Casa de la Memoria a través de los años, las organizaciones de víctimas lo siguen reclamando como suyo, y por eso así debe permanecer”, concluye Catalina Puerta, docente y abogada de la Universidad de Antioquia.