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La contingencia que se vivió en Medellín por cuenta del socavón de cuatro metros que se abrió a un costado de la vía del metro, entre las estaciones Tricentenario y Caribe, en el norte de la ciudad, es una de las alertas de lo que podría ocurrir en por lo menos otros 13 puntos críticos del sistema y cerca de 50 que se identificaron en los alrededores del río Medellín o Aburrá, por lo que el tema, a pesar de que ya se superó la emergencia, está más vigente que nunca.
Lo que ocurrió en el metro es que, debido a las fuertes lluvias, hubo filtraciones de agua entre la estructura que canaliza la quebrada La Cantera, por lo que los materiales comenzaron a ceder y se abrió el gran hueco, que generó inestabilidad a la vía y un riesgo de descarrilamiento de los vagones. Por ello, se hizo un vaciado de concreto, para agilizar la reapertura del paso del metro, mientras que la Secretaría de Infraestructura de Medellín indicó que los trabajos definitivos podrían extenderse hasta agosto.
Lo que esta contingencia evidenció es que desde 2014 la Universidad Nacional ha hecho cuatro estudios, contratados por el Área Metropolitana, tras la caída de un muro que afectó la línea férrea, con los que ha identificado 13 puntos críticos para el metro sobre el cauce del río Medellín y por lo menos 84 en toda la ronda (de los cuales 47 ya han sido intervenidos), lo que en parte se explica en la canalización en línea recta del afluente, que antes tenía un cauce meándrico y ondulado, que se hizo hace 70 años y que solo ha recibido mantenimiento una vez en todo este tiempo. Debido a esto, se han identificado socavaciones y puntos en riesgo, especialmente en el sur del sistema y en estaciones como Acevedo e Industriales, que ya han visto afectadas sus operaciones por esta situación.
Al respecto, Tomás Elejalde, gerente del metro de Medellín, indica que el sistema ha invertido en los últimos dos años alrededor de $20.000 millones para evitar emergencias en el margen del río, pero esto no es suficiente. “El metro es un usuario y víctima del invierno. Nosotros hacemos un aporte, pero no somos responsables del mantenimiento de la totalidad del río. Son las corporaciones autónomas y las autoridades ambientales las que deben atender los puntos críticos que también se han visto en Girardota y Barbosa, pero que además afecta vías nacionales y regionales, como redes eléctricas e hidráulicas que van al margen del cauce”.
Por su parte, el Área Metropolitana ha indicado que por ley no es el llamado a responder por el río, pero lo ha hecho, con las únicas obras de mantenimiento sobre el margen, en las que se han invertido $75.000 millones, y los estudios, en los que se han invertido más de $5.000 millones, así como tiene previsto seguirlo haciendo en el marco del convenio Nuestro Río, en el que participan la Alcaldía de Medellín, el Amva, el Metro, Corantioquia y Cornare. Por lo que el llamado a los 10 municipios y a todos los involucrados en la intervención del afluente ha sido a tomar acciones conjuntas para atender los puntos críticos.
En ese camino se conoció que el director del Área Metropolitana, Juan David Palacio, se reunió con los mandatarios de los municipios para buscar alternativas, entre las que se destacó un llamado al Gobierno Nacional para que invierta recursos en las obras de mantenimiento del río Medellín.
Para Juan Fernando Salazar, profesor de la Escuela Ambiental de la Universidad de Antioquia, para quienes canalizaron el río Medellín era difícil predecir los impactos que tendría. “No previeron lo que tenemos hoy en día, incluido el cambio climático”, como tampoco el nivel de urbanización en la región, “que hace que construyamos vías, techos y otras superficies que contribuyen a que el agua lluvia que cae en el Valle de Aburrá se acumule mucho más rápido en los afluentes del río Medellín. Eso hace que las corrientes crezcan, y favorece procesos como la socavación que vimos entre la estación Caribe y Tricentenario del metro de Medellín”.
Por ello, Salazar cree que no se debe tomar el tema a la ligera y se deben tomar prontas acciones. Si no tranquilizamos al río, estos problemas van a ir aumentando”, por lo que cree que una de las opciones para mitigar el riesgo es la construcción de un Cinturón Verde, “una franja de terreno que no debería urbanizarse en el Valle de Aburrá. Es decir, debemos limitar el crecimiento del área urbana hacia las laderas, porque si nos seguimos expandiendo hacia allí, el fenómeno de la impermeabilización va a seguir subiendo y afectando el crecimiento de las corrientes”.
Esta propuesta ya se ha aplicado en otros puntos del Valle del Aburra con éxito, especialmente en la concientización entre los habitantes del territorio metropolitano de la protección de los recursos y el buen aprovechamiento de los residuos.
Por la misma línea, Natalia Castaño, integrante del Centro de Estudios Ambientales (Urbam) de la Universidad Eafit, dice que es importante tener en cuenta la dinámica de la cuenca del río Medellín. “Eso nos lleva a pensar en cómo se está ocupando no solo el entorno inmediato al río y a las quebradas, sino también en el papel que juegan las partes altas. Es decir: los suelos están dejando de ser permeables, o sea que ya no absorben el agua naturalmente, y se están convirtiendo en suelos impermeables con construcciones. Eso hace que los canales y el río en sí mismo reciba la mayor parte de los líquidos”.
Además, Castaño cuenta que los suelos que están desprovistos de vegetación y arborización por lo que se generan más sedimentos que se van acumulando en las quebradas y en el río Medellín. “Esto hace que la capacidad del canal se pierda”, afirma Castaño. Por ello, cree que se debe generar mayor arborización y dar manejo de las quebradas junto a la planeación en las cuencas y microcuentas del Valle de Aburrá. “Esta situación que sucede en varios puntos específicos del río Medellín tiene que ver con todos los municipios del Valle”.
Ante esto, la experta plantea construir estructuras para menguar las contingencias de los afluentes, pero además construir zonas impermeables, jardines de lluvia y drenajes urbanos sostenibles, que permitan comprender el ciclo natural de la lluvia.
Mientras avanzan las obras en donde se presentó la emergencia, se espera que haya un nuevo pronunciamiento por parte del Área Metropolitana, dado que como lo ha previsto el Ideam, las lluvias continuarán, a la par que sobre el cauce del río se deben priorizar las socavaciones que pueden generar nuevas alertas no solo sobre el sistema metro, sino además en las construcciones ribereñas de las zonas donde no está canalizado el río Medellín.
“Donde antes había montañas y espacios verdes que absorbían de manera natural las aguas, ahora hay edificaciones y pavimento por los que estas corren de manera superficial, no por debajo de la tierra, por lo que el Valle de Aburrá podría convertirse en una bañera. Si no se toman medidas, cualquier tormenta podría generar una emergencia, sin importar lo pequeña que sea”, aseveró Salazar.