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'¡Señor, ayúdame a soportar esto!'

El jueves, en Medellín, fue el sepelio de la niña de 11 años que murió por una bala perdida. Aún no hay capturados por este hecho.

Wálter Arias Hidalgo
03 de enero de 2013 - 08:28 p. m.
Una multitudinaria despedida recibió ayer Lizeth Britel Sánchez, en Medellín.  / Luis Benavides - El Espectador
Una multitudinaria despedida recibió ayer Lizeth Britel Sánchez, en Medellín. / Luis Benavides - El Espectador

A los padres y al hermano de Alisson Lizeth Britel Sánchez no les salieron más palabras para describir su dolor. Ayer en la mañana, a la hora del sepelio, prefirieron estar a puerta cerrada en la sala 2D de la Casa de Velación Villanueva de Medellín, acompañados solamente por los familiares más cercanos.

A las 12:15 del día, cuando el féretro con el cadáver de la niña de 11 años fue puesto en un carro funerario para llevarlo hacia la parroquia Nuestra Señora María Reina, del barrio Manrique Las Esmeraldas (nororiente de Medellín), José Vicente Britel, el papá, soltó una conmovedora frase: “Señor, ayúdame a mí y a mi familia para soportar esto”.

Durante el resto del sepelio, José Vicente, su esposa, Viviana, y su hijo, Cristian (de 18 años), permanecieron juntos, en silencio y acompañados por decenas de personas que fueron a la casa de velación, y otras que marcharon por las calles de Manrique hasta la parroquia, mientras sostenían una pancarta negra con una frase blanca que rezaba: “No más vidas inocentes por balas perdidas”.

Casi a esa misma hora, en el barrio Perdomo, sur de Bogotá, los vecinos de esta familia que había viajado a Medellín a pasar Navidad y Año Nuevo oraban y pedían justicia por la muerte de Lizeth, una hermosa y simpática niña que se había graduado de primaria el pasado 6 de diciembre y que comenzaría bachillerato en los próximos días.

El martes y el miércoles, José Vicente exteriorizó todo su dolor y describió ampliamente la personalidad amorosa de su hija. Incluso se consoló al decir que ella no pudo haber muerto en vano. Se refirió a las acciones irresponsables de quienes disparan al aire, a las diligencias de las autoridades para encontrar a los culpables de estos hechos y a las penas que deben pagar.

Su elocuencia sacudió a toda la comunidad de la capital antioqueña. “Ustedes tienen una ciudad muy hermosa, pero no pueden permitir más esto”, les dijo José Vicente en tono firme a las autoridades policiales y civiles de la ciudad.

Ante este hecho, a Luis Fernando Suárez Vélez, alcalde encargado de Medellín, no le ha quedado otra opción que reconocer que la satisfacción que provoca el 24% de disminución de homicidios en la ciudad en 2012 (en 2011 hubo 1.649 asesinatos y el año pasado 1.257 muertes), se opaca con una muerte tan absurda y lamentable como la de Lizeth.

Aunque Suárez Vélez destaca también la reducción de muertes en Medellín por balas perdidas, al pasar de 28 en 2011 a 17 en 2012, expresa que un solo caso sigue siendo lamentable y que en la ciudad hay que trabajar muy duro en los hábitos de celebrar con disparos al aire y con pólvora. En los últimos cuatro años han muerto 69 personas en Medellín por balas perdidas o por quedar en medio del fuego cruzado.

Pese a que José Vicente Britel dijo en reiteradas ocasiones que había llegado con dos hijos a Medellín y que ahora se iba para Bogotá con uno, como una especie de reclamo comprensible, ayer tomó el micrófono en la misa, antes de que el cadáver de Lizeth fuera cremado en el Cementerio San Pedro, y dijo: “No tengo sino palabras para agradecer por haber adoptado a mi niña”. Y remató: “Padres, cuiden a sus hijos”.

Por Wálter Arias Hidalgo

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