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Montes de María, una despensa de historias

En esta subregión del Caribe, un grupo de comunicación rural acompaña con cámaras y micrófonos las marchas, los plantones y las denuncias de sus comunidades. También se dedican a contar las historias cotidianas de la resistencia campesina, indígena y afrodescendiente, esas que se viven en la parcela y en el hogar.

Marcela Madrid Vergara*
20 de julio de 2023 - 12:00 p. m.
El Equipo de Comunicación Rural de los Montes de María lleva 10 años contando las historias de la ruralidad.
El Equipo de Comunicación Rural de los Montes de María lleva 10 años contando las historias de la ruralidad.
Foto: Marcela Madrid

Están ahí, con cámaras al hombro y micrófonos en mano, para contarle al mundo cada vez que sus comunidades marchan exigiendo salud, educación o vías. Con la misma energía aparecen cuando se pila el arroz, se prepara el mote de queso y las mujeres se trenzan el pelo. Todas son escenas de la resistencia campesina, indígena y afro que el Equipo de Comunicación Rural de los Montes de María se ha dedicado a contar desde que se cansaron de ser contados por otros.

Fue hace más o menos diez años. Las organizaciones campesinas y étnicas de esta zona, agrupadas en una plataforma llamada OPDS, se dieron cuenta de que necesitaban posicionar su agenda de desarrollo rural entre las comunidades y mostrarle al país sus esfuerzos para lograr “una permanencia digna en el territorio”, como reza su lema. Así, estaban convencidos, estas luchas tendrían más fuerza colectiva y más eco para llamar la atención del Estado. Aunque algunas de sus denuncias eran escuchadas por los medios de comunicación, la sensación que quedaba era casi siempre de decepción: los cubrimientos terminaban tergiversando sus reclamos.

La única alternativa era contarse a sí mismos. Una decena de líderes y lideresas rurales de todas las edades se apuntaron al reto. Seguirían defendiendo causas como la protección de las semillas, la reparación a las víctimas o el acceso al agua, pero además se dedicarían a contar las historias de esas luchas. Se descubrieron comunicadores en el camino, a punta de ensayo y error. Combinaron su formación política con los talleres de comunicación que les ofreció la Corporación Desarrollo Solidario, una ONG que acompaña los procesos rurales en esta región desde los años 90.

Su primera campaña fue una serie de cortos documentales llamada Cultivar alimentos es cosechar paz. En ella cuentan las historias de varias comunidades campesinas, indígenas y afro que siguen produciendo comida en sus parcelas a pesar de verse asfixiados por los proyectos agroindustriales (de palma, piña y teca) que acaparan la tierra y el agua.

Desde entonces han producido documentales y podcast sobre medio ambiente, mujeres, economías campesinas y niñez que han competido en festivales nacionales y que suelen divulgarse en universidades. En 2019 grabaron con el grupo Systema Solar el video musical Pa’ sembrar, un himno a las semillas criollas que tuvo como protagonista a una comunidad de la alta montaña de El Carmen de Bolívar.

Seis minutos de impacto

Con un documental de seis minutos lograron lo impensable: que un representante del Estado llegara a sus comunidades. Era marzo de 2017, la sequía arreciaba y los líderes rurales de El Carmen de Bolívar, San Jacinto y Marialabaja se estaban preparando para emprender una caminata pacífica hasta Cartagena. El plan era llegar al despacho del Gobernador de Bolívar y exigirle respuestas por las promesas sobre educación, salud y vías que habían incumplido las alcaldías de estos municipios.

El Equipo de Comunicación grabó toda esa preparación y además organizó una especie de simulacro de la marcha. El video muestra a los campesinos y campesinas saliendo de sus veredas en burros y explicando las razones de la caminata. Una campesina denuncia que la vía está muy deteriorada y los productos se están perdiendo; otro hombre explica la travesía que deben hacer cuando los muerde una culebra o se cortan con un machetazo. “¡Vamos pa Cartagena, que no se nos quede nadie!”, se escucha de fondo.

El video le dio la vuelta al departamento y llegó hasta el Gobernador, que el día antes de la marcha viajó en helicóptero a la zona rural de El Carmen para escuchar a las comunidades y firmar nuevos acuerdos. “No lo hizo porque quería, sino porque el video tuvo tanto impacto que el Gobernador dijo ‘uy, no pueden salir a marchar porque me dejan mal’”, recuerda con orgullo Pedro Carballo, un joven afro de Marialabaja que hace parte del Equipo.

Muchos de los nuevos compromisos volvieron a quedar en el olvido, pero ese fue el inicio de una larga lucha que incluyó varias caminatas y que hoy tiene a algunos corregimientos de la zona con electricidad, nueve kilómetros de vía pavimentados y salones de clase construidos.

En cada paso de ese camino estuvo presente el Equipo de Comunicación Rural, con pancartas y cámaras; con micrófonos y arengas. Aunque algunos crean que son solo “los de las cámaras” o los confundan con una productora, los 16 miembros del Equipo tienen claro que su trabajo es parte de una misma causa: “la defensa de los territorios rurales como tierra intercultural, agroalimentaria y biodiversa”. Por eso, sus contenidos no son producto de la última tendencia en redes, sino que responden a la agenda de las organizaciones que confían en ellos para hacerlos visibles.

¿Dónde están las historias?

Frente a un puñado de jóvenes afro, Yefri Paola Cervantes muestra la enorme posibilidad narrativa que existe en su territorio: “¿Quién de ustedes ha usado ‘manteca negrita’ en el pelo? Mi mamá me peinaba con eso. De esas cosas pequeñas pueden nacer grandes historias, lo importante es saber contar esas historias”. Uno de los ejemplos que usa para demostrarlo es un corto sobre la ‘manteca negrita’, ese aceite que las mujeres afro sacan de la palma de corozo y usan para hacer peinados. El video -que sacó sonrisas y uno que otro “vayaaa” en el público- fue producido por niños y niñas del Equipo como parte de la serie Sabores y saberes de mi tierra.

Están en una especie de salón sin paredes en el corregimiento Márquez, Marialabaja, a pocos metros de la carretera hacia Cartagena. Hasta ahí llegó Yefri, una comunicadora de 34 años criada en una comunidad pesquera cercana, junto a Daniel Arroyo, un periodista popular de 25 años de El Carmen de Bolívar. Ambos hacen parte del Equipo de Comunicación y fueron invitados a dar un taller sobre producción de historias con celular. Su público son los hijos e hijas de líderes comunitarios, adolescentes que apenas empiezan a involucrarse en los procesos sociales.

Antes de explicar los tipos de planos y encuadres, Yefri y Daniel los invitan a pensar en historias de sus comunidades que merezcan ser contadas. El resultado de esta lluvia de ideas incluye la denuncia sobre un caño que se desborda, la promoción de las represas como lugares turísticos y contenidos pedagógicos sobre el significado ancestral de las trenzas. Luego Daniel explica los mínimos técnicos para una buena producción audiovisual, por ejemplo, que “el primerísimo primer plano sirve cuando quieres mostrar que están cortando una yuca”.

El taller avanza con la pesadez que trae el calor de la tarde. Al fondo, tres mujeres echan cuentos bajo un palo de mango, mientras Yefri invita a los jóvenes a unirse al semillero de comunicación del Equipo. Para motivarlos, les cuenta emocionada que uno de los niños de los videos se llama Pedro Carballo, hoy tiene 23 años y es el representante legal del Equipo. Gracias a su trabajo, que empezó con producciones como la de la ‘manteca negrita’, está estudiando con una beca completa la carrera de Comunicación Audiovisual en Barranquilla, “en una universidad bastante caribeña”. También señala a Daniel, a su lado, para contarles que estudia Comunicación Audiovisual en Cartagena y que su beca fue producto de los 80 y tantos acuerdos que firmó el Gobernador de Bolívar después de una de las caminatas pacíficas hasta sus instalaciones.

Estas oportunidades podrían llevar a Pedro y a Daniel a grandes medios o productoras, pero su proyecto de vida está en los Montes de María. Yefri, que también estudió Comunicación en Cartagena, recalca ese mensaje en los potenciales comunicadores de Marialabaja: “todos tenemos proyectos personales, como formar una familia o ser profesionales, pero nunca olvidamos de dónde venimos”.

Vivir del oficio

La decisión de Yefri, Daniel y Pedro de devolverle a los Montes de María lo que les ha dado no ha sido fácil. Aunque el Equipo ha logrado que su trabajo sea reconocido económicamente (gracias a las alianzas con organizaciones locales y nacionales) todavía siguen trabajando para ser sostenibles. A pesar de la pasión por el oficio y del amor por estas tierras fértiles, algunos de sus compañeros han tenido que irse a las ciudades en busca de un salario “en lo que salga”. Para evitar ese destino, la apuesta del Equipo de Comunicación Rural -que hace poco se constituyó como Corporación con la asesoría de Dejusticia- es postular a convocatorias y seguir creando redes con otros procesos sociales para lograr que su talento les permita vivir dignamente en el territorio.

De cualquier forma, Yefri seguirá grabando -junto a la Coalición de Mujeres del Caribe- un podcast sobre mujeres rurales y nuevas masculinidades, en el que interpela a los campesinos con preguntas como “¿te sientes cómodo si una mujer trabaja al lado tuyo tirando machete?”. Por su parte, Daniel continuará produciendo historias sobre la disputa tipo David y Goliat entre el campesinado y los empresarios de la palma por el uso de las represas. Mientras tanto, ‘Pedrito’ planea su trabajo soñado: una serie sobre un niño que pierde el agua en su comunidad y recorre el Caribe colombiano para aprender cómo otras comunidades han logrado conservar sus fuentes hídricas.

Son sueños personales que se encuentran en una ambición común: posicionar a los Montes de María como una despensa de historias.

(*) Periodista de Dejusticia

(**) Este artículo hace parte del especial #TejidoVivo, producto de una alianza periodística entre el centro de estudios Dejusticia y El Espectador.

Por Marcela Madrid Vergara*

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