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Un grupo conformado por mujeres en proceso de reincorporación, victimas, jóvenes, docentes, campesinas y madres cabeza de hogar se reúnen todos los días en el barrio Campo Núñez, en Neiva, para producir bizcochos de achira, galletas, pasteles y bebidas. Alrededor del horno y la cocina no solo se elaboran alimentos, también se forman espacios de participación, conversación y reconciliación entre excombatientes y víctimas del conflicto armado.
Todo empezó cuando algunas firmantes del acuerdo de paz provenientes del Putumayo llegaron al departamento del Huila y se enamoraron de su cultura y su gastronomía. Así crearon ASOMHUPAZ, una asociación de mujeres que empezó a incursionar con la elaboración y comercialización de los bizcochos de achira. El proyecto tomó forma porque después fueron llegando otras personas interesadas en el tema de la repostería, las bebidas y los almuerzos vegetarianos, basados siempre en la gastronomía huilense y del sur del país, principalmente del Caquetá y el Putumayo.
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Comenzaron la producción sin saber mucho del tema, solo con el conocimiento de las recetas familiares que pasaban de generación en generación. Después llegó una iniciativa de formación liderada por el Fondo Colombia en Paz y la ARN que las instruyó en la elaboración de los bizcochos. Según Karent Julieth Trujillo, representante legal de la asociación, el proyecto se ha formado de a poco y ellas han aprendido por medio de la prueba y el error. “Nos hemos venido construyendo a través de la experiencia en el andar, organizándonos para generar cosas bonitas y productivas. Vamos trabajando para tener nuestra sede propia, calificarnos en las diferentes artes, saberes, oficios y también tecnificar el espacio”, cuenta Karent.
El espacio no solo se reduce a la elaboración de alimentos. La Asociación de Mujeres Huilenses por la Paz – ASOMHUPAZ adelanta diferentes iniciativas que tienen el objetivo de garantizar, defender y fortalecer los derechos de las mujeres y fomentar la participación política para una implementación del Acuerdo de Paz con enfoque de género. Por esta razón, realizan actividades de formación como talleres con el SENA y con diferentes entidades territoriales como la Alcaldía y la Gobernación.
“Las acciones que hacemos tienen el fin de impactar de manera positiva a la comunidad y a esos lugares donde ha habido diferentes situaciones delicadas por temas de violencia y desigualdad económica y política. Por un lado, queremos generar un espacio donde las mujeres puedan tener sus propios ingresos, ser independientes, y, por el otro, queremos construir paz territorial más allá de los discursos, más allá de los espacios políticos. Tratamos de trabajar en temas que nos parecen reales”, expresa Karent.
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Ese deseo de impactar de forma positiva se puede identificar dentro del mismo concepto de las achiras. Los empaques de los productos contienen descripciones de la asociación y del por qué estos alimentos son considerados productos de paz. Además, vienen acompañados de etiquetas con mensajes como “comprando le apuestas a la paz”.
Sin embargo, no todo ha sido positivo. En el proceso han tenido que enfrentar problemas de seguridad como el asesinato del compañero sentimental de la presidenta de la asociación, quien también era firmante del acuerdo. Ante estas situaciones, el miedo y la zozobra crece, por lo que las mujeres de ASOMHUPAZ invitan a la sociedad colombiana a conocerlas antes de estigmatizarlas.
“Aquí hay una persecución un poco fuerte, hemos empezado a sentir un poco de temor últimamente porque nos sentimos como en riesgo. Hay compañeras que tienen esquemas de seguridad por temas de amenazas. Si la sociedad colombiana no está dispuesta a reconciliar, estas iniciativas, por el miedo, pueden acabarse. En el barrio hemos escuchado frases como “allá viven las guerrilleras, que peligro”. Invitamos a la comunidad a que visiten nuestra página, hagan sus pedidos y nos conozcan ellos mismos. Estamos pensando en organizar una feria para que la comunidad conozca la asociación, nuestro proceso y lo que ofrecemos”, expresa Karent.
Aunque han podido obtener ganancias con la producción de alimentos, el proyecto productivo aún no les permite a sus integrantes tener total independencia económica. Su objetivo es que el lugar siga creciendo para que puedan producir en masa y llegar a más personas.
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“Todavía hay compañeras que trabajan en la producción de achiras, pero que no cobran. Estamos pasando de algo muy informal a algo más formal. También queremos tener unas máquinas que nos ayuden en la producción. Hay compañeras que les gusta este tema, pero tienen heridas de guerra porque son excombatientes. Ellas se cansan muy rápido, las manos se les hinchan, tiene diferentes problemas, entonces con la maquinaria podemos mejorar su desempeño y que se sientan útiles para la sociedad”, cuenta Karent.
Por el momento, las mujeres de ASOMHUPAZ continúan trabajando en la producción y comercialización de los bizcochos de achiras y demás alimentos. A través de alianzas con diferentes organizaciones de excombatientes, como la Casa Cultural La Roja y la Tienda de la Empatía, pueden distribuir sus productos en Bogotá. Además, cuentan con una tienda física en el barrio Campo Núñez, la “Casa Asomuhupaz”, y una página web donde se pueden realizar pedidos desde cualquier parte del país.