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“Estamos esperando a que nos reubiquen y tenemos la esperanza de que sea lo más pronto posible. Cada vez que el agua crece, no podemos salir y lo perdemos todo: me toca entrar en canoa a la casa para salvar las cosas”.
El desesperado llamado es de Luis Emiliano Palacios, presidente del Consejo Comunitario del corregimiento de Almendró, en el municipio chocoano de Medio Baudó, que ronda los 20.000 habitantes.
Fredy Ramírez Valencia, alcalde de Medio Baudó, dibuja en pocas palabras la imagen de lo que ocurre en Almendró: “En este corregimiento, el río Berreberre pasa hoy por el centro del pueblo; unas viviendas quedaron a un lado y otras al otro”.
Tras los fuertes aguaceros de la última semana, varias comunidades en el departamento del Chocó se despiertan en casas que parecieran flotar sobre el agua, las calles se transforman en un cauce para que corra el río, sus enseres amanecen estropeados, así como los cultivos y alimentos, y otros pierden sus viviendas, que quedaron bajo el agua.
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Escenas que son consecuencia del alto nivel de las lluvias que históricamente registra el departamento del Chocó. Por ejemplo, “en Quibdó llueve, aproximadamente, 231 días al año. Esta cifra resulta similar a la observada en otras ciudades como Bogotá, donde las precipitaciones se registran en 223 días del año. Sin embargo, la gran diferencia radica en la lluvia que cae, ya que mientras en Bogotá caen anualmente 1.083 mm, en Quibdó alcanza los 7.722 mm, según un informe del Banco de la República citado por el economista Jaime Bonet en un trabajo titulado “¿Por qué es pobre Chocó?” (2007).
En medio de esa alta tendencia pluviométrica, desde hace poco más de una semana varios pueblos en Chocó están afectados por las inundaciones y aunque en algunos el agua ha ido descendiendo poco a poco, cada noche los lugareños temen un nuevo aguacero.
Solo durante la temporada de lluvias de este año, once municipios —de los 30 que tiene Chocó—, han sido azotados por las inundaciones y otros estragos provocados por las fuertes precipitaciones, lo que se traduce en 51.331 personas afectadas, según la Coordinación de Gestión del Riesgo de Desastres del Chocó.
“En Chocó las lluvias se presentan en un lapso muy corto de días o es común que llueva toda una noche, lo que se refleja en el ascenso rápido de los niveles de los ríos”, explica Johan Londoño Giraldo, coordinador departamental para la Gestión del Riesgo. De manera que el desbordamiento de los ríos —algunos grandes como el Atrato (que afecta especialmente a Quibdó), el Baudó o el Quito y otros más pequeños (como Berreberre, Misará y Pepé)— deja bajo el agua a varias comunidades cada año.
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“Hay que comprender que en el riesgo confluyen tres cosas: la amenaza, pues en Chocó las lluvias son continuas todo el año, aunque eso no quiere decir que no haya disminuciones; la exposición, por la preferencia de estas comunidades a situarse al lado de los ríos, sea por el abastecimiento, los medios de vida o de transporte, y también la vulnerabilidad, por las condiciones económicas y la edificación de estas viviendas”, precisa Londoño.
Los municipios con la situación más grave por inundación son Quibdó, capital del departamento, en donde hay 13.684 habitantes perjudicados; Carmen del Darién, con 8.600, y Medio Baudó, con 7.630. A estos se suma Medio Atrato, Riosucio, Cantón de San Pablo, Bajo Baudó, Río Quito, San José del Palmar, Tadó y Nóvita, para un total de casi 13.000 familias perjudicadas, un muerto, 45 viviendas averiadas y 21 destruidas por completo durante esta temporada de lluvias.
Según el alcalde Ramírez Valencia, durante su administración, que inició en 2020, y en lo que va de este año, el municipio ha tenido que enfrentarse a doce inundaciones, en las que varias comunidades y corregimientos perdieron todos sus bienes, se inundaron escuelas y centros de salud, quedaron confinados en sus casas, perdieron sus cultivos, especialmente de pancoger, lo que les da sustento cada día, y se quedaron sin vivienda.
La situación es tan angustiosa que casi con impotencia Ramírez comenta: “Yo he entrado en una etapa de fatiga, pues, cada vez que como administración queremos entregarles semillas (a los campesinos) para que reactiven los cultivos, llega otra vez el río y acaba con absolutamente todo. Necesito que el Gobierno Nacional me escuche para buscar soluciones reales”.
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Cuando el río crece, el gobierno municipal responde con la entrega de bienes básicos como colchonetas, mercados, medicinas… Y aunque es lo que se requiere para atender la emergencia, Ramírez manifiesta que “lo que realmente pedimos es que haya una voluntad del Gobierno colombiano para dar una solución definitiva a la problemática”.
La mayoría los territorios inundados, por no decir que todos, son afros e indígenas. Esta última semana en Medio Baudó estuvieron inundadas 34 comunidades: 16 indígenas como Puerto Nuncidó, Trapiche, Naranjal, Puerto Limón, entre otras, y 18 fueron afros, como Bellavista, Almendró, Puerto Elacio, Puerto Libia, La Unión, Boca de Curundó y otras.
¿Qué se puede hacer para mitigar las inundaciones en Chocó ?
Para los grupos poblacionales más expuestos a la inundación en Chocó, como muchos en Colombia, el territorio está cargado de significado por razones culturales o ancestrales. Por ello, son más propensos a inundarse, en tanto históricamente se han ubicado junto al río; sin embargo, eso no quiere decir que no se puedan proponer soluciones o que algunas comunidades no quieran ser reubicadas.
Precisamente, la primera alternativa es la reubicación; no obstante, para aquellas comunidades que no quieren dejar su territorio, se puede ir mitigando el riesgo desde obras y la adaptación a las inundaciones, como lo propone Londoño: “Hay que descapotar los terrenos y dragar los ríos. También es necesario reubicar los cultivos en zonas no inundables, construir puentes y muros, y adecuar las casas para que sean de mayor altura y el agua no afecte la movilidad y los hogares. Claramente, esto exige esfuerzos técnicos, logísticos y de inversión”.
Ese ha sido uno de los principales problemas; en alcaldías como la de Medio Baudó se han planteado proyectos y posibles soluciones, pero Ramírez dice: “El Gobierno ha sido muy ajeno a querer darnos la mano. Hemos formulado más de ocho proyectos que están radicados en la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, pero no ha pasado nada. Los recursos que tenemos son pocos. Somos un municipio de sexta categoría, con un presupuesto inferior a los $15.000 millones”.
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Adicionalmente, los municipios más expuestos se enfrentan a otras amenazas, como la pobreza y el conflicto armado. Según datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), Chocó fue el más afectado por el confinamiento por la violencia armada en el primer semestre de 2022 (más de 52.000 personas se confinaron).
Según el documento “La pobreza en Quibdó: norte de carencias”, de Jilmar Robledo-Caicedo (publicado en 2019 por el Banco de la República), “Quibdó presentó una tasa de incidencia de la pobreza superior al doble de todas las ciudades capitales del Pacífico, cerca de cuatro veces la de Bogotá y tres veces la de las principales ciudades y áreas metropolitanas del país” en 2017.
“Pareciera que hay unos colombianos de primera y otros de segunda. Nosotros habitamos la Colombia olvidada, en donde el Estado llega de manera poco eficiente, pero el deseo del pueblo es vivir tranquilo. Me he dedicado a formular iniciativas que busquen soluciones, pero no les prestan atención o dicen que no hay recursos”, señala Ramírez.
Por el momento, mientras el agua desciende, los habitantes de estos once municipios en Chocó aguardan a las soluciones que les puedan ofrecer los gobiernos nacional, departamental y municipal, mientras esperan que cesen las lluvias. “Por favor, vean cómo estamos sufriendo, somos una comunidad en alto riesgo y estamos esperando a que nos colaboren”, dice Palacios, habitante de Almendró.