Por posibles deslizamientos, alerta roja en cinco departamentos
El común denominador: la mayoría de municipios no han incluido los componentes de gestión del riesgo en sus planes de ordenamiento territorial.
Carlos Eduardo Díaz Rincón
Ad portas de que comience a configurarse la primera temporada de lluvias, que, según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), comenzó en febrero y se consolidará en marzo, y en medio de las fuertes precipitaciones en varias zonas del país, El Espectador rastreó el panorama de riesgo por movimientos en masa de Risaralda, Cauca, Meta, Nariño y Boyacá, departamentos que permanecen en alerta roja.
En este momento, de acuerdo con el IDEAM, Colombia afronta una variación inédita de sus condiciones climáticas. Después de un enero seco, esa entidad detectó a los departamentos que serán más afectados por las lluvias y aquellos que presentan mayores riesgos de cara a nuevas precipitaciones. Así, mantuvo la alerta roja por deslizamientos en Cauca, Meta, Nariño, Boyacá y Risaralda. En este último se presentó una tragedia el pasado 8 de febrero, cuando un derrumbe en el sector de La Esneda —entre los municipios de Pereira y Dosquebradas— dejó 17 personas muertas y más de treinta heridos.
Con respecto a esos cinco departamentos, los directores y voceros de las Corporaciones Autónomas Regionales y de Desarrollo Sostenible (CAR) hicieron las siguientes advertencias:
Risaralda
La tragedia ocurrida hace dos semanas sobre la avenida del Río —límites de Pereira y Dosquebradas— podría ser la antesala de una situación peor. Y es que, de acuerdo con la Defensa Civil de Risaralda, el 64 % del departamento está en alerta por posibles deslizamientos. Según Julio César Gómez, director de la Corporación Regional Autónoma de Risaralda (Carder), la gran variedad de tipologías montañosas desde La Virginia y municipios aledaños hasta las cumbres heladas como el Paramillo de Santa Rosa hace que el territorio sea propenso a movimientos en masa.
“Todos estos terrenos vienen cubiertos por suelos de tipo ceniza volcánica, también originada por los nevados, material muy susceptible a la saturación. Las temporadas de invierno exacerban esta situación, ya que se generan flujos de lodo que terminan generando crecientes y afectando vías regionales y nacionales, viviendas y el mismo Aeropuerto Internacional Matecaña”, dijo Gómez a El Espectador.
De los catorce municipios de Risaralda solo tres tienen actualizados los componentes de gestión del riesgo en su Plan de Ordenamiento Territorial (POT): Pereira, La Virginia y Cuática. Esto implica que no se conocen con certeza las zonas en donde pueda ocurrir una catástrofe.
Cauca
Presenta alto riesgo por deslizamientos e inundaciones derivadas históricamente a su ubicación en el Macizo Colombiano y a su riqueza de fuentes hídricas. Además, las amplias zonas montañosas han sido usadas para la agricultura, la ganadería y cultivos de uso ilícito, actividades que debilitan los suelos y los hacen propensos a derrumbes.
Según Yesid González, director de la Corporación Autónoma Regional del Cauca (CRC), además del municipio de La Vega, donde el río Pancitará tiene amenaza permanente, también hay riesgos en Inzá, en el oriente del departamento; en los municipios del Pacífico, como Corinto y Toribío; y en el norte: en Caloto. “Incluso en la capital, el río Molino es una amenaza para Popayán, porque en la parte alta se han generado afectaciones. Aunque se está interviniendo, los esfuerzos son insuficientes para minimizar el riesgo”, agregó.
De los 42 municipios del Cauca solo siete poseen estudios de gestión del riesgo para el POT: Popayán, Caloto, Padilla, Timbío, La Vega, Puerto Tejada y Santander de Quilichao . González dijo que las deficiencias en esta materia se deben a la escasez de recursos de las administraciones. “La preocupación es general: los niveles de los ríos están muy altos y eso interrumpe cualquier proyecto”, añadió.
Meta
A lo largo de diez años, la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Área de Manejo Especial La Macarena (Cormacarena) ha reconocido al menos 2.600 puntos críticos en el departamento de Meta que se exacerban con las temporadas de lluvias. Aunque el fenómeno más frecuente son las inundaciones —por su cercanía a los ríos Guayuriba, Guatiquía, Guamal y Ariari—, los deslizamientos también son una constante, especialmente en la zona del Piedemonte Llanero.
“En cuanto a reportes por movimientos en masa, tenemos la parte alta del departamento, en los municipios de San Juanito y Calvario; y Villavicencio, que es uno de los que más eventos tiene. También hay alertas en Acacías, Cubarral, Lejanías, El Castillo, Mesetas y Uribe”, comentó a El Espectador Bonny Pacheco, vocero encargado de Cormacarena.
Aunque Meta viene de atravesar una temporada seca con incendios forestales, Pacheco señaló la necesidad de anticiparse a las lluvias que llegarán con fuerza en marzo. A pesar de esto, reconoció que solo cinco de los 29 municipios han concertado la gestión del riesgo en sus POT (ocho están en revisión).
Boyacá
De acuerdo con Herman Amaya, director de la Corporación Autónoma Regional de Boyacá (Corpoboyacá), solo trece de 87 municipios de Boyacá han adoptado la revisión general de gestión del riesgo. Esto es inquietante si tiene en cuenta que más de veinte de ellos tienen alertas vigentes por inundaciones y deslizamientos sin que haya empezado con fuerza una nueva temporada de lluvias.
“Tenemos dos grandes problemas frente a la gestión de desastres. Primero, que la gente no sabe dónde pueden ocurrir los deslizamientos; y segundo, que las múltiples actividades económicas en pendientes altas, asociadas a agricultura, ganadería y minería, entre otras, siguen deteriorando las estructuras ecológicas que regulan el ciclo hídrico y mitigan el riesgo”, aseguró Amaya.
El director alertó sobre la posibilidad de crecientes de los ríos Carare y Minero, así como del río Suárez, que afectaría a los municipios de Tinjacá, Arcabuco, Saboyá, Moniquirá y Villa de Leyva. También hizo énfasis en las dificultades económicas de las administraciones municipales para adoptar las recomendaciones de Corpoboyacá y realizar los estudios de gestión del riesgo.
Nariño
Las altas pendientes del departamento, generalmente fracturadas por fallas geológicas y por la sobreutilización del suelo, hacen de Nariño una región susceptible a los deslizamientos. Su población teme que se repita la misma historia de la última temporada de lluvias (octubre de 2021 a enero de 2022), en la que resultaron afectados 45 de 64 municipios y fallecieron 21 personas.
“La principal zona de deslizamientos es la cordillera: desde el piedemonte hasta todo el oriente del departamento. El occidente de Nariño tiene una morfología más plana, por lo que se presentan inundaciones con el incremento de lluvias en municipios como Magüí Payán, Roberto Payán, Barbacoas y El Charco”, explicó Luis Carlos Rosero, vocero encargado de la Corporación Autónoma Regional de Nariño (Corponariño).
Al igual que con las otras corporaciones, Rosero mostró su preocupación por el hecho de que ningún municipio del departamento haya incluido los componentes de gestión del riesgo en su ordenamiento territorial.
Ad portas de que comience a configurarse la primera temporada de lluvias, que, según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), comenzó en febrero y se consolidará en marzo, y en medio de las fuertes precipitaciones en varias zonas del país, El Espectador rastreó el panorama de riesgo por movimientos en masa de Risaralda, Cauca, Meta, Nariño y Boyacá, departamentos que permanecen en alerta roja.
En este momento, de acuerdo con el IDEAM, Colombia afronta una variación inédita de sus condiciones climáticas. Después de un enero seco, esa entidad detectó a los departamentos que serán más afectados por las lluvias y aquellos que presentan mayores riesgos de cara a nuevas precipitaciones. Así, mantuvo la alerta roja por deslizamientos en Cauca, Meta, Nariño, Boyacá y Risaralda. En este último se presentó una tragedia el pasado 8 de febrero, cuando un derrumbe en el sector de La Esneda —entre los municipios de Pereira y Dosquebradas— dejó 17 personas muertas y más de treinta heridos.
Con respecto a esos cinco departamentos, los directores y voceros de las Corporaciones Autónomas Regionales y de Desarrollo Sostenible (CAR) hicieron las siguientes advertencias:
Risaralda
La tragedia ocurrida hace dos semanas sobre la avenida del Río —límites de Pereira y Dosquebradas— podría ser la antesala de una situación peor. Y es que, de acuerdo con la Defensa Civil de Risaralda, el 64 % del departamento está en alerta por posibles deslizamientos. Según Julio César Gómez, director de la Corporación Regional Autónoma de Risaralda (Carder), la gran variedad de tipologías montañosas desde La Virginia y municipios aledaños hasta las cumbres heladas como el Paramillo de Santa Rosa hace que el territorio sea propenso a movimientos en masa.
“Todos estos terrenos vienen cubiertos por suelos de tipo ceniza volcánica, también originada por los nevados, material muy susceptible a la saturación. Las temporadas de invierno exacerban esta situación, ya que se generan flujos de lodo que terminan generando crecientes y afectando vías regionales y nacionales, viviendas y el mismo Aeropuerto Internacional Matecaña”, dijo Gómez a El Espectador.
De los catorce municipios de Risaralda solo tres tienen actualizados los componentes de gestión del riesgo en su Plan de Ordenamiento Territorial (POT): Pereira, La Virginia y Cuática. Esto implica que no se conocen con certeza las zonas en donde pueda ocurrir una catástrofe.
Cauca
Presenta alto riesgo por deslizamientos e inundaciones derivadas históricamente a su ubicación en el Macizo Colombiano y a su riqueza de fuentes hídricas. Además, las amplias zonas montañosas han sido usadas para la agricultura, la ganadería y cultivos de uso ilícito, actividades que debilitan los suelos y los hacen propensos a derrumbes.
Según Yesid González, director de la Corporación Autónoma Regional del Cauca (CRC), además del municipio de La Vega, donde el río Pancitará tiene amenaza permanente, también hay riesgos en Inzá, en el oriente del departamento; en los municipios del Pacífico, como Corinto y Toribío; y en el norte: en Caloto. “Incluso en la capital, el río Molino es una amenaza para Popayán, porque en la parte alta se han generado afectaciones. Aunque se está interviniendo, los esfuerzos son insuficientes para minimizar el riesgo”, agregó.
De los 42 municipios del Cauca solo siete poseen estudios de gestión del riesgo para el POT: Popayán, Caloto, Padilla, Timbío, La Vega, Puerto Tejada y Santander de Quilichao . González dijo que las deficiencias en esta materia se deben a la escasez de recursos de las administraciones. “La preocupación es general: los niveles de los ríos están muy altos y eso interrumpe cualquier proyecto”, añadió.
Meta
A lo largo de diez años, la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Área de Manejo Especial La Macarena (Cormacarena) ha reconocido al menos 2.600 puntos críticos en el departamento de Meta que se exacerban con las temporadas de lluvias. Aunque el fenómeno más frecuente son las inundaciones —por su cercanía a los ríos Guayuriba, Guatiquía, Guamal y Ariari—, los deslizamientos también son una constante, especialmente en la zona del Piedemonte Llanero.
“En cuanto a reportes por movimientos en masa, tenemos la parte alta del departamento, en los municipios de San Juanito y Calvario; y Villavicencio, que es uno de los que más eventos tiene. También hay alertas en Acacías, Cubarral, Lejanías, El Castillo, Mesetas y Uribe”, comentó a El Espectador Bonny Pacheco, vocero encargado de Cormacarena.
Aunque Meta viene de atravesar una temporada seca con incendios forestales, Pacheco señaló la necesidad de anticiparse a las lluvias que llegarán con fuerza en marzo. A pesar de esto, reconoció que solo cinco de los 29 municipios han concertado la gestión del riesgo en sus POT (ocho están en revisión).
Boyacá
De acuerdo con Herman Amaya, director de la Corporación Autónoma Regional de Boyacá (Corpoboyacá), solo trece de 87 municipios de Boyacá han adoptado la revisión general de gestión del riesgo. Esto es inquietante si tiene en cuenta que más de veinte de ellos tienen alertas vigentes por inundaciones y deslizamientos sin que haya empezado con fuerza una nueva temporada de lluvias.
“Tenemos dos grandes problemas frente a la gestión de desastres. Primero, que la gente no sabe dónde pueden ocurrir los deslizamientos; y segundo, que las múltiples actividades económicas en pendientes altas, asociadas a agricultura, ganadería y minería, entre otras, siguen deteriorando las estructuras ecológicas que regulan el ciclo hídrico y mitigan el riesgo”, aseguró Amaya.
El director alertó sobre la posibilidad de crecientes de los ríos Carare y Minero, así como del río Suárez, que afectaría a los municipios de Tinjacá, Arcabuco, Saboyá, Moniquirá y Villa de Leyva. También hizo énfasis en las dificultades económicas de las administraciones municipales para adoptar las recomendaciones de Corpoboyacá y realizar los estudios de gestión del riesgo.
Nariño
Las altas pendientes del departamento, generalmente fracturadas por fallas geológicas y por la sobreutilización del suelo, hacen de Nariño una región susceptible a los deslizamientos. Su población teme que se repita la misma historia de la última temporada de lluvias (octubre de 2021 a enero de 2022), en la que resultaron afectados 45 de 64 municipios y fallecieron 21 personas.
“La principal zona de deslizamientos es la cordillera: desde el piedemonte hasta todo el oriente del departamento. El occidente de Nariño tiene una morfología más plana, por lo que se presentan inundaciones con el incremento de lluvias en municipios como Magüí Payán, Roberto Payán, Barbacoas y El Charco”, explicó Luis Carlos Rosero, vocero encargado de la Corporación Autónoma Regional de Nariño (Corponariño).
Al igual que con las otras corporaciones, Rosero mostró su preocupación por el hecho de que ningún municipio del departamento haya incluido los componentes de gestión del riesgo en su ordenamiento territorial.