Las razones por las que Medellín se inunda
Los fuertes aguaceros de las últimos días colapsaron varias vías de la capital antioqueña, inundaron calles, barrios, casas, un centro comercial y dejó entre las aguas a un bus en un deprimido. Las imágenes de mayo pasado -cuando se publicó este artículo- se repitieron esta semana. El fenómeno de impermeabilización y el urbanismo, dos factores de un problema que sigue vigente.
Luisa Fernanda Orozco
Medellín es diferente a otras ciudades de Colombia: no ocupa un altiplano extenso como Bogotá, un vasto valle como Cali o la desembocadura de un río como Barranquilla. La capital antioqueña está enclavada entre montañas, y esa ubicación ha sido clave para las inundaciones que ha sufrido a lo largo de los años como consecuencia de las olas invernales. Sin embargo, dada la temporada de lluvias que ha afectado a todo el país, dichas contingencias han aumentado en Medellín, y su geografía, junto con otros factores explicados más adelante, son claves para el continuo colapso de sus vías y afluentes.
(Lo invitamos a ver: Fuertes lluvias generaron emergencia por inundaciones en Medellín)
“Hay un gran volumen de agua que llega a la ciudad por las lluvias, y que se combina con las aguas que siempre están allí. Un gran perturbador que altera la situación es el fenómeno de La Niña, que descarga una gran cantidad de agua”, cuenta Santiago Ochoa Posada, vicepresidente de Agua y Saneamiento de EPM.
Así como de la evidente temporada de lluvias que ha afectado a otros territorios del país, el incremento en las inundaciones en Medellín puede explicarse desde otros puntos de vista.
Todo empieza en las vías
Según la Secretaría de Medio Ambiente, las inundaciones en Medellín se clasifican en dos tipos: las rápidas, por el desbordamiento de las quebradas, y las lentas, asociadas a las condiciones del drenaje urbano, ambas detonadas por las lluvias.
La evacuación de las aguas lluvia comienza en las vías y en las cunetas. Luego pasa al sistema de alcantarillado que las conduce hacia las diversas quebradas del Área Metropolitana y, en últimas, al río Medellín. Algunas entidades, entre públicas y privadas, tienen responsabilidades para cuidar ese sistema de drenaje, entre ellas EPM y otras secretarías, como la de Infraestructura y la de Medio Ambiente.
El Área Metropolitana, EPM y el Sistema de Alerta Temprana del Valle de Aburrá (Siata) tienen alertas tempranas en caso de posibles riesgos.
¿Qué es eso de la impermeabilización?
Juan Fernando Salazar, profesor de la Escuela Ambiental de la Universidad de Antioquia, dice que otro factor que incrementa las inundaciones es el urbanismo acelerado en la ciudad: donde antes había montañas y espacios verdes que absorbían de manera natural las aguas lluvia, ahora hay edificaciones y pavimento por los que estas corren de manera superficial, no por debajo de la tierra. A esto se le conoce como impermeabilización.
Cuando la lluvia comienza en las laderas, el agua cae con mayor rapidez a través del sistema de drenaje hasta llegar a las corrientes y al río Medellín. “Con eso exacerbamos las inundaciones. Esta problemática hace que, por ejemplo, algunos deprimidos viales no puedan evacuar el agua y esta se quede en su interior. Mientras más pendientes hay en una ciudad, más rápido se concentran en un determinado punto”, explica Salazar.
Volviendo a la impermeabilización, según el experto, esta se debe en parte al incremento en las construcciones en Medellín. “Las inundaciones se van a agravar si no detenemos la urbanización de las laderas. Una de sus consecuencias ha sido la destrucción e invasión de humedales y llanuras de inundación natural en la cuenca del río Medellín. Queda muy poco espacio entre vías y edificaciones respecto a los cauces del río y sus demás afluentes. Los planes de ordenamiento territorial se hacen todo el tiempo, y ahí se toman decisiones sobre dónde se puede y dónde no se pueden urbanizar. Hasta donde sé, esos planes se cumplen poco y se modifican con frecuencia”, señala Salazar.
(Le puede interesar: Barras futboleras: una mirada más allá de la violencia)
¿Qué tiene que ver el Plan de Ordenamiento Territorial (POT)?
El río Medellín se encuentra entre los territorios protegidos en el POT actual, donde se le concibe como un ámbito de desarrollo urbano. Además, el plan está contemplado para construir hacia dentro de la ciudad y no hacia sus laderas, para así evitar futuras contingencias ambientales, entre ellas las inundaciones.
Pero existe otro factor para tener en cuenta: las construcciones en las laderas y en los bordes de los ríos, entre formales e informales. Natalia Castaño, del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales de la Universidad de Eafit, cuenta que “alrededor del 50 % de la ciudad se autoconstruyó según las necesidades de las personas. Esto ha hecho que muchas ocupen, por ejemplo, los bordes de las quebradas o ciertas zonas de las laderas, situación que las pone en riesgo”.
Por eso, aunque el POT marca una ruta con recomendaciones sobre dónde y cómo construir, en la realidad sucede otra cosa. “Si bien el POT dice “hasta aquí llega la ciudad”, esa es una línea imaginaria que no existe en la cotidianidad de un barrio que se autoconstruye con necesidades precarias y, además, en algunos casos, la existencia de grupos ilegales. Por eso no podemos descargar en el POT toda la responsabilidad de la planeación del crecimiento y desarrollo de Medellín. Tampoco podemos cambiar la manera en que fue construida, pero sí la forma en que la concebimos actualmente y a futuro”, explica Castaño.
(Le sugerimos leer: Los reclamos de las comunidades negras frente a las obras del Canal del Dique)
Una de las soluciones, según Salazar, es dejar de construir en cada espacio libre de la ciudad, porque así se impermeabilizan las superficies que podrían absorber las lluvias de manera natural.
Pero Castaño también afirma que resolver el déficit de vivienda de la ciudad es clave para garantizar una mejor respuesta ante las inundaciones por las olas de invierno. “Tanto la administración como las comunidades deberían hacer veeduría de sus territorios, evitar asentarse, por ejemplo, donde hubo inundaciones y deslizamientos en el pasado”.
Por su parte, la Secretaría de Medio ambiente se encuentra en la consolidación de un plan para la implementación de Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN), y está en un 70 % de ejecución. Sus tres ejes principales tienen acciones, como la creación de áreas de captación forestal urbana, parques inundables, renaturalización de canales, drenajes sostenibles, tratamientos de aguas, entre otros.
Asimismo, según Castaño, se debe fortalecer la estructura ecológica de la ciudad para comprender mejor el ciclo natural del agua: reconocer las quebradas como espacios de encuentro, pero también respetarlos para el flujo natural del agua.
En caso de no aplicar algunas de estas soluciones, como todo científico, Juan Fernando Salazar plantea un caso hipotético: “Si convertimos el Valle de Aburrá en una bañera, ¿qué pasa si le vertimos agua en cualquier parte? Que se acumula rápidamente en el fondo. Ese es un ejemplo extremo de lo que podría pasar en un futuro si no se toman medidas; cualquier tormenta podría generar ese resultado, sin importar lo pequeña que sea”.
Medellín es diferente a otras ciudades de Colombia: no ocupa un altiplano extenso como Bogotá, un vasto valle como Cali o la desembocadura de un río como Barranquilla. La capital antioqueña está enclavada entre montañas, y esa ubicación ha sido clave para las inundaciones que ha sufrido a lo largo de los años como consecuencia de las olas invernales. Sin embargo, dada la temporada de lluvias que ha afectado a todo el país, dichas contingencias han aumentado en Medellín, y su geografía, junto con otros factores explicados más adelante, son claves para el continuo colapso de sus vías y afluentes.
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“Hay un gran volumen de agua que llega a la ciudad por las lluvias, y que se combina con las aguas que siempre están allí. Un gran perturbador que altera la situación es el fenómeno de La Niña, que descarga una gran cantidad de agua”, cuenta Santiago Ochoa Posada, vicepresidente de Agua y Saneamiento de EPM.
Así como de la evidente temporada de lluvias que ha afectado a otros territorios del país, el incremento en las inundaciones en Medellín puede explicarse desde otros puntos de vista.
Todo empieza en las vías
Según la Secretaría de Medio Ambiente, las inundaciones en Medellín se clasifican en dos tipos: las rápidas, por el desbordamiento de las quebradas, y las lentas, asociadas a las condiciones del drenaje urbano, ambas detonadas por las lluvias.
La evacuación de las aguas lluvia comienza en las vías y en las cunetas. Luego pasa al sistema de alcantarillado que las conduce hacia las diversas quebradas del Área Metropolitana y, en últimas, al río Medellín. Algunas entidades, entre públicas y privadas, tienen responsabilidades para cuidar ese sistema de drenaje, entre ellas EPM y otras secretarías, como la de Infraestructura y la de Medio Ambiente.
El Área Metropolitana, EPM y el Sistema de Alerta Temprana del Valle de Aburrá (Siata) tienen alertas tempranas en caso de posibles riesgos.
¿Qué es eso de la impermeabilización?
Juan Fernando Salazar, profesor de la Escuela Ambiental de la Universidad de Antioquia, dice que otro factor que incrementa las inundaciones es el urbanismo acelerado en la ciudad: donde antes había montañas y espacios verdes que absorbían de manera natural las aguas lluvia, ahora hay edificaciones y pavimento por los que estas corren de manera superficial, no por debajo de la tierra. A esto se le conoce como impermeabilización.
Cuando la lluvia comienza en las laderas, el agua cae con mayor rapidez a través del sistema de drenaje hasta llegar a las corrientes y al río Medellín. “Con eso exacerbamos las inundaciones. Esta problemática hace que, por ejemplo, algunos deprimidos viales no puedan evacuar el agua y esta se quede en su interior. Mientras más pendientes hay en una ciudad, más rápido se concentran en un determinado punto”, explica Salazar.
Volviendo a la impermeabilización, según el experto, esta se debe en parte al incremento en las construcciones en Medellín. “Las inundaciones se van a agravar si no detenemos la urbanización de las laderas. Una de sus consecuencias ha sido la destrucción e invasión de humedales y llanuras de inundación natural en la cuenca del río Medellín. Queda muy poco espacio entre vías y edificaciones respecto a los cauces del río y sus demás afluentes. Los planes de ordenamiento territorial se hacen todo el tiempo, y ahí se toman decisiones sobre dónde se puede y dónde no se pueden urbanizar. Hasta donde sé, esos planes se cumplen poco y se modifican con frecuencia”, señala Salazar.
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¿Qué tiene que ver el Plan de Ordenamiento Territorial (POT)?
El río Medellín se encuentra entre los territorios protegidos en el POT actual, donde se le concibe como un ámbito de desarrollo urbano. Además, el plan está contemplado para construir hacia dentro de la ciudad y no hacia sus laderas, para así evitar futuras contingencias ambientales, entre ellas las inundaciones.
Pero existe otro factor para tener en cuenta: las construcciones en las laderas y en los bordes de los ríos, entre formales e informales. Natalia Castaño, del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales de la Universidad de Eafit, cuenta que “alrededor del 50 % de la ciudad se autoconstruyó según las necesidades de las personas. Esto ha hecho que muchas ocupen, por ejemplo, los bordes de las quebradas o ciertas zonas de las laderas, situación que las pone en riesgo”.
Por eso, aunque el POT marca una ruta con recomendaciones sobre dónde y cómo construir, en la realidad sucede otra cosa. “Si bien el POT dice “hasta aquí llega la ciudad”, esa es una línea imaginaria que no existe en la cotidianidad de un barrio que se autoconstruye con necesidades precarias y, además, en algunos casos, la existencia de grupos ilegales. Por eso no podemos descargar en el POT toda la responsabilidad de la planeación del crecimiento y desarrollo de Medellín. Tampoco podemos cambiar la manera en que fue construida, pero sí la forma en que la concebimos actualmente y a futuro”, explica Castaño.
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Una de las soluciones, según Salazar, es dejar de construir en cada espacio libre de la ciudad, porque así se impermeabilizan las superficies que podrían absorber las lluvias de manera natural.
Pero Castaño también afirma que resolver el déficit de vivienda de la ciudad es clave para garantizar una mejor respuesta ante las inundaciones por las olas de invierno. “Tanto la administración como las comunidades deberían hacer veeduría de sus territorios, evitar asentarse, por ejemplo, donde hubo inundaciones y deslizamientos en el pasado”.
Por su parte, la Secretaría de Medio ambiente se encuentra en la consolidación de un plan para la implementación de Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN), y está en un 70 % de ejecución. Sus tres ejes principales tienen acciones, como la creación de áreas de captación forestal urbana, parques inundables, renaturalización de canales, drenajes sostenibles, tratamientos de aguas, entre otros.
Asimismo, según Castaño, se debe fortalecer la estructura ecológica de la ciudad para comprender mejor el ciclo natural del agua: reconocer las quebradas como espacios de encuentro, pero también respetarlos para el flujo natural del agua.
En caso de no aplicar algunas de estas soluciones, como todo científico, Juan Fernando Salazar plantea un caso hipotético: “Si convertimos el Valle de Aburrá en una bañera, ¿qué pasa si le vertimos agua en cualquier parte? Que se acumula rápidamente en el fondo. Ese es un ejemplo extremo de lo que podría pasar en un futuro si no se toman medidas; cualquier tormenta podría generar ese resultado, sin importar lo pequeña que sea”.