Hagamos la moda y no la guerra: primer desfile de excombatientes de las Farc
Tuvieron que ver YouTube para organizar el evento. A último minuto cambiaron de locación por culpa de la lluvia. A pesar de esto, Pazarela, como llamaron al desfile, fue un éxito. Tejiendo Paz, una cooperativa de excombatientes de las Farc, pudo mostrar sus mejores prendas, entre ellas, kimonos, vestidos y chalecos de gamuza.
Laura Dulce Romero @Dulcederomerooo
El desfile fue organizado con 15 días de antelación. Jimmy Libardo escuchó la propuesta de las diseñadoras Ángela Herrera y Regina Parra y, como confía tanto en ellas porque han sido sus ángeles de la guarda en su proceso de reincorporación, les respondió sin pensarlo: “De una, ¿qué hay que hacer?”. La idea de armar una pasarela con ropa de excombatientes de la extinta guerrilla de las Farc en la Universidad de Los Andes, donde estudian los jóvenes más privilegiados del país, le pareció disruptiva.
Una vez aceptado el reto, empezó el revolcón en Tejiendo Paz, una cooperativa textil que se creó en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (Etcr) en Icononzo (Tolima). Jimmy y Juan Perea, otro integrante de esta pequeña empresa, empezaron por elegir las prendas más llamativas de su colección de kimonos y vestidos, que venden desde hace dos años.
Mientras organizaban todo en Icononzo, las diseñadoras se encargaban de buscar las modelos voluntarias, crear la invitación y coordinar el lugar del evento con el Comité de Paz de la Universidad de Los Andes. Leonardo González, miembro del comité, contó que Tejiendo Paz fue invitado para que hiciera parte de la jornada #DíaPaiz, un momento en el que se alzan los torniquetes de la universidad y se invita a Colombia a participar en espacios donde se crean puentes para el diálogo y la construcción de paz.
(Vea también: (Galería) Así fue PAZarela, el desfile de ropa de los excombatientes de las Farc)
“Hay una frase que nos deja marcados a los Uniandinos y es que estamos de frente a Monserrate y de espaldas al país. Nosotros como jóvenes hemos dicho que no más y que queremos hacer parte de esta construcción. Por eso invitamos a víctimas, excombatientes, funcionarios, estudiantes, líderes sociales, entre otros, para que expongan sus iniciativas”, dijo González.
Desde el inició se pensó el desfile como un ejercicio sencillo: al aire libre, con una alfombra roja modesta y sin luces. Tardaría 15 minutos. Las modelos mostraban los diseños y también carteles hechos a mano por los exguerrilleros sobre la implementación del Acuerdo Final firmado con el Gobierno y su compromiso con la construcción de paz.
Ángela Herrera, creadora de la marca Manifiesta, donde se vende la ropa confeccionada por Tejiendo Paz, aseguró que todo se armó desde la intuición, porque si bien tanto ella como los integrantes de la cooperativa saben de confección y diseño, no son expertos en moda ni en desfiles. “Miramos por YouTube cómo armarlo y los elementos que necesitábamos. Decidimos nombrar al evento PAZarela y mandamos invitación”.
Y la invitación no saben hasta dónde llegó, pero el desfile se llenó. Y no sólo de estudiantes, sino de varios medios de comunicación nacionales e internacionales que se apropiaron del espacio: “Imagínate nuestro nivel de experticia que fueron los medios los que nos dijeron dónde debían estar ubicados en una pasarela. Les dije que se hicieran donde estuvieran cómodos”.
Todo salió perfecto. Lo único que debieron cambiar fue la locación. Como siempre, la lluvia bogotana los obligó a apropiarse de un pasillo de la universidad, ideal para extender el tapete. Cinco minutos antes de empezar, los asistentes que se amontonaron en el primer, segundo y tercer piso del edifico. Al mirar hacia arriba se veían decenas de pies y cabezas asomadas.
Se anunció el inicio del desfile, su subió el volumen de la música y arrancó el show. Las mujeres maquilladas y con una seguridad envidiable mostraron los diseños. En la primera parte fueron protagonistas kimonos y vestidos florales de colores llamativos que le dieron calidez al frío bogotano.
En una última etapa de la pasarela llegaron los vestidos blancos. Aunque su confección era impecable, las diseñadoras y los exguerrilleros querían que el público detallara las frases bordadas o pintadas y se diera cuenta de que la moda es un acto político, una manera de participar en la escena pública que muchas veces es cooptada por los poderes y los intereses.
Regina Parra, diseñadora textil de la Universidad de Los Andes y quien ha sido también profesora de los excombatientes en Icononzo, explicó la importancia de hacer ropa que comunique: “Nos gustaría que la ropa de ellos pase a ser moda. La moda es concepto y ellos tienen todo para alcanzar esto. Por ejemplo, utilizamos el fondo blanco porque en la cultura occidental significa paz. Y utilizamos varias técnicas para decorarlo. Siempre con frases. También queremos que la gente vea que detrás de estas confecciones hay humanos comprometidos, amables, buenos”.
Las modelos, que trabajaron sin cobrar un peso, portaron mensajes de paz: “Apoyo a la implementación”, “Hagamos la moda y ya no la guerra”, “Para la guerra, nada” o “Estamos cumpliendo”. Al final salieron con bombas blancas de helio y rosas rojas. Junto a ellas Ángela, Regina, Jimmy y Juan. Los aplausos se alargaron por varios minutos. La gratitud de los exguerrilleros se materializó en sonrisas prolongadas, venias cortas y la amabilidad para enfrentarse a decenas de entrevistas.
“Estaba bastante nervioso. Nunca habíamos hecho esto y quería que las cosas nos salieran bien, porque lo hicimos con las uñas. Cuando salí y vi a toda esa gente me asusté, yo no pensé que eso fuera así de grande. Pero es una experiencia bien bonita. Con la ayuda de todos es que hemos podido salir adelante. Nosotros empezamos con dos máquinas viejitas que nos regaló la profesora Ángela y ahora ya venimos a desfile. Este trabajo lo llena a uno de satisfacción y lo hace convencer de que estamos por el camino que es”, contó Jimmy.
(Lea también: La lucha por la vida: dos años construyendo un espacio para la paz en Icononzo)
Juan no estaba tan asustado. Ya se ha enfrentado a varias cámaras en Icononzo. Pero estaba feliz porque, además de mostrar sus diseños, tenía la oportunidad de pedirle a la gente que lo va a escuchar en los medios de comunicación que no dejen de apoyar la paz y exijan con ellos la implementación del acuerdo: “No se trata de plata, sino de que nos compren los productos, sino de que nos ayuden a capacitarnos mejor en nuestros espacios. Es muy gratificando ver llegar a personas que, sin nada a cambio, nos enseñan técnicas o cómo administrar mejor nuestra cooperativa. En estos momentos nos servirían clases para manejar lo comercial, por ejemplo”.
De todas maneras, con PAZarela se dieron cuenta de que no están solos. Que hay un público que respalda su proyecto y que admira la decisión de haberse reincorporado a la vida civil. Paola Piedrahita, una de las asistes, recordó que la implementación del acuerdo también depende del resto del país e invitó a quienes no han vivido al conflicto a ser más empáticos con estas iniciativas: “Vale la pena acercarse. Hay que ayudarlos a mostrar sus propuestas. En este desfile se puede ver el esfuerzo de gente que quiere un cambio y seguir trabajando por la paz”.
El desfile fue organizado con 15 días de antelación. Jimmy Libardo escuchó la propuesta de las diseñadoras Ángela Herrera y Regina Parra y, como confía tanto en ellas porque han sido sus ángeles de la guarda en su proceso de reincorporación, les respondió sin pensarlo: “De una, ¿qué hay que hacer?”. La idea de armar una pasarela con ropa de excombatientes de la extinta guerrilla de las Farc en la Universidad de Los Andes, donde estudian los jóvenes más privilegiados del país, le pareció disruptiva.
Una vez aceptado el reto, empezó el revolcón en Tejiendo Paz, una cooperativa textil que se creó en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (Etcr) en Icononzo (Tolima). Jimmy y Juan Perea, otro integrante de esta pequeña empresa, empezaron por elegir las prendas más llamativas de su colección de kimonos y vestidos, que venden desde hace dos años.
Mientras organizaban todo en Icononzo, las diseñadoras se encargaban de buscar las modelos voluntarias, crear la invitación y coordinar el lugar del evento con el Comité de Paz de la Universidad de Los Andes. Leonardo González, miembro del comité, contó que Tejiendo Paz fue invitado para que hiciera parte de la jornada #DíaPaiz, un momento en el que se alzan los torniquetes de la universidad y se invita a Colombia a participar en espacios donde se crean puentes para el diálogo y la construcción de paz.
(Vea también: (Galería) Así fue PAZarela, el desfile de ropa de los excombatientes de las Farc)
“Hay una frase que nos deja marcados a los Uniandinos y es que estamos de frente a Monserrate y de espaldas al país. Nosotros como jóvenes hemos dicho que no más y que queremos hacer parte de esta construcción. Por eso invitamos a víctimas, excombatientes, funcionarios, estudiantes, líderes sociales, entre otros, para que expongan sus iniciativas”, dijo González.
Desde el inició se pensó el desfile como un ejercicio sencillo: al aire libre, con una alfombra roja modesta y sin luces. Tardaría 15 minutos. Las modelos mostraban los diseños y también carteles hechos a mano por los exguerrilleros sobre la implementación del Acuerdo Final firmado con el Gobierno y su compromiso con la construcción de paz.
Ángela Herrera, creadora de la marca Manifiesta, donde se vende la ropa confeccionada por Tejiendo Paz, aseguró que todo se armó desde la intuición, porque si bien tanto ella como los integrantes de la cooperativa saben de confección y diseño, no son expertos en moda ni en desfiles. “Miramos por YouTube cómo armarlo y los elementos que necesitábamos. Decidimos nombrar al evento PAZarela y mandamos invitación”.
Y la invitación no saben hasta dónde llegó, pero el desfile se llenó. Y no sólo de estudiantes, sino de varios medios de comunicación nacionales e internacionales que se apropiaron del espacio: “Imagínate nuestro nivel de experticia que fueron los medios los que nos dijeron dónde debían estar ubicados en una pasarela. Les dije que se hicieran donde estuvieran cómodos”.
Todo salió perfecto. Lo único que debieron cambiar fue la locación. Como siempre, la lluvia bogotana los obligó a apropiarse de un pasillo de la universidad, ideal para extender el tapete. Cinco minutos antes de empezar, los asistentes que se amontonaron en el primer, segundo y tercer piso del edifico. Al mirar hacia arriba se veían decenas de pies y cabezas asomadas.
Se anunció el inicio del desfile, su subió el volumen de la música y arrancó el show. Las mujeres maquilladas y con una seguridad envidiable mostraron los diseños. En la primera parte fueron protagonistas kimonos y vestidos florales de colores llamativos que le dieron calidez al frío bogotano.
En una última etapa de la pasarela llegaron los vestidos blancos. Aunque su confección era impecable, las diseñadoras y los exguerrilleros querían que el público detallara las frases bordadas o pintadas y se diera cuenta de que la moda es un acto político, una manera de participar en la escena pública que muchas veces es cooptada por los poderes y los intereses.
Regina Parra, diseñadora textil de la Universidad de Los Andes y quien ha sido también profesora de los excombatientes en Icononzo, explicó la importancia de hacer ropa que comunique: “Nos gustaría que la ropa de ellos pase a ser moda. La moda es concepto y ellos tienen todo para alcanzar esto. Por ejemplo, utilizamos el fondo blanco porque en la cultura occidental significa paz. Y utilizamos varias técnicas para decorarlo. Siempre con frases. También queremos que la gente vea que detrás de estas confecciones hay humanos comprometidos, amables, buenos”.
Las modelos, que trabajaron sin cobrar un peso, portaron mensajes de paz: “Apoyo a la implementación”, “Hagamos la moda y ya no la guerra”, “Para la guerra, nada” o “Estamos cumpliendo”. Al final salieron con bombas blancas de helio y rosas rojas. Junto a ellas Ángela, Regina, Jimmy y Juan. Los aplausos se alargaron por varios minutos. La gratitud de los exguerrilleros se materializó en sonrisas prolongadas, venias cortas y la amabilidad para enfrentarse a decenas de entrevistas.
“Estaba bastante nervioso. Nunca habíamos hecho esto y quería que las cosas nos salieran bien, porque lo hicimos con las uñas. Cuando salí y vi a toda esa gente me asusté, yo no pensé que eso fuera así de grande. Pero es una experiencia bien bonita. Con la ayuda de todos es que hemos podido salir adelante. Nosotros empezamos con dos máquinas viejitas que nos regaló la profesora Ángela y ahora ya venimos a desfile. Este trabajo lo llena a uno de satisfacción y lo hace convencer de que estamos por el camino que es”, contó Jimmy.
(Lea también: La lucha por la vida: dos años construyendo un espacio para la paz en Icononzo)
Juan no estaba tan asustado. Ya se ha enfrentado a varias cámaras en Icononzo. Pero estaba feliz porque, además de mostrar sus diseños, tenía la oportunidad de pedirle a la gente que lo va a escuchar en los medios de comunicación que no dejen de apoyar la paz y exijan con ellos la implementación del acuerdo: “No se trata de plata, sino de que nos compren los productos, sino de que nos ayuden a capacitarnos mejor en nuestros espacios. Es muy gratificando ver llegar a personas que, sin nada a cambio, nos enseñan técnicas o cómo administrar mejor nuestra cooperativa. En estos momentos nos servirían clases para manejar lo comercial, por ejemplo”.
De todas maneras, con PAZarela se dieron cuenta de que no están solos. Que hay un público que respalda su proyecto y que admira la decisión de haberse reincorporado a la vida civil. Paola Piedrahita, una de las asistes, recordó que la implementación del acuerdo también depende del resto del país e invitó a quienes no han vivido al conflicto a ser más empáticos con estas iniciativas: “Vale la pena acercarse. Hay que ayudarlos a mostrar sus propuestas. En este desfile se puede ver el esfuerzo de gente que quiere un cambio y seguir trabajando por la paz”.