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El miércoles 15 de mayo, luego de que la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, negara su extradición a los Estados Unidos y ordenara su libertad, Jesús Santrich empezó a hacer todos los trámites legales para salir de la cárcel La Picota. Pasaron las horas, y al llegar el jueves, la decisión aún no se materializaba, por lo que la defensa decidió interponer un recurso jurídico llamado hábeas corpus, para que un juez emitiera una nueva orden al director de la cárcel que le obligara cumplir la decisión de la JEP.
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El resultado de ese recurso se hizo público al medio día del viernes 17, horas después de que Santrich intentara suicidarse. Desde horas de la mañana, un centenar de personas lo esperaba afuera y el ambiente se fue caldeando ante la demora en la salida del exjefe guerrillero.
Hacia las 11 de la mañana Santrich pudo hablar con su abogado Gustavo Gallardo, en la celda, quien recuerda haberlo visto en buen estado de salud, aún cuando llevaba dos días sin ingerir alimentos. En ese momento, escribió una breve carta y la dio a conocer a la opinión pública: “el director de la cárcel no da la cara ni a mí, ni a mis abogados para explicar la demora en el cumplimiento del fallo. Sigo en una celda de aislamiento y he permitido los exámenes médicos que me solicitaron. Me han allanado la celda dos veces”.
Minutos más tarde, cuenta su abogado de confianza, Santrich escuchó por radio el rumor de que el presidente Iván Duque lo iba a extraditar por la vía administrativa y que iba a declarar la conmoción interior, y tomó la decisión de quitarse la vida cortándose las muñecas y los antebrazos con una cuchilla de afeitar.
Tras el hecho, cuenta su abogado que entró a verlo unos minutos en horas de la tarde el viernes, “lo atendieron en su celda, le pusieron puntos y cinta para tapar las heridas, pero Santrich estaba consciente”, recalca.
Luego, cuando se especulaba que el exjefe guerrillero iba a recobrar su libertad, entraron los carros de su esquema de seguridad para recogerlo, pero minutos más tarde salieron por orden de funcionarios del Inpec. Esos guardias le explicaron al abogado y otros allegados, que llevaran a Santrich hasta la puerta para que lo recogieran allí.
En ese momento, Santrich le manifestó a su abogado la intención de salir caminando y ofrecer unas declaraciones a la prensa, en la puerta de la cárcel. El abogado salió de la celda y diez minutos más tarde lo vio salir en silla de ruedas y en estado de sedación.
Hacia las 5 de la tarde salió unos metros después de la puerta de la cárcel y ahí es recibido por un grupo de miembros del Esmad y la Fiscalía que le leen una nueva orden de captura por los delitos de narcotráfico aduciendo que tienen nuevas pruebas sobre nuevos delitos cometidos después de la firma del acuerdo de paz.
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La confusión fue total. Nadie se esperaba la decisión, pero Santrich fue conducido en la silla de ruedas a la cancha de fútbol de la cárcel en donde lo subieron a un helicóptero para trasladarlo al búnker de la Fiscalía. Ahí, hacia las 10 de la noche su abogado pidió que le permitieran ingresar a verlo. “Lo encontré tirado en el piso e inconsciente”.
“Nadie sabe por qué lo sedaron”, dice la defensa, motivo por el cual, luego de la visita de un médico a las 10 pm en la Fiscalía, pidieron que lo trasladaran a la clínica Meredi donde se encuentra desde las 3 de la mañana de este sábado.
De ahí, desde tempranas horas de la mañana varias personas del partido de la antigua guerrilla y amigos de Santrich, esperan afuera de la clínica para saber qué va a pasar con él, pues aún está pendiente que un juez legalice su captura. La juez estuvo en el interior de la clínica, pero aún no se tienen noticias de lo que sucederá en cuanto a si lo deja libre o avala la orden de captura que la Fiscalía ejecutó hacia las 5:30 del viernes pasado.
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