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Midió cada palabra. No quiso ser excesivamente contestatario, pero tampoco quiso faltar a la verdad de las realidades que lo sacaron de su cargo esta semana. Así fue la entrevista que le dio a este diario Rafael Tamayo, quien, durante ocho meses y hasta este miércoles, fue el director del Museo de la Memoria, entidad a cargo del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).
(Lea la versión de Darío Acevedo sobre esta renuncia: "Si a alguien no le gusta como dirijo está en toda la libertad de renunciar")
El Museo de la Memoria está contemplado como una apuesta de reparación simbólica para las víctimas del conflicto en la Ley de Víctimas de 2011. Su construcción no ha visto la luz nueve años después de que esta ley fue expedida, pero tiene una exposición que se inauguró hace un año y viaja de forma itinerante por diferentes ciudades del país. Este año estuvo en Villavicencio, Cali y Cúcuta y fueron las diferencias y modificaciones en su contenido definitivas, según Tamayo, en su salida irrevocable.
La última vez que conversamos, se escuchaba emocionado alrededor de consolidar el Museo de Memoria. Hoy todo es distinto y ya no está en su cargo. ¿Cuál es su balance?
Yo sigo creyendo que el proyecto del Museo es fundamental en la historia del proceso de reconciliación que se está llevando en el país y efectivamente cuando llegué había dos grandes líneas de trabajo: la construcción del edificio y por el otro el desarrollo conceptual de lo que se va a exponer antes y después del edificio.
En la primera línea se hizo un trabajo muy importante que dio buenos frutos. De hecho, la construcción podría iniciar muy pronto, siempre y cuando el Distrito y la nueva administración disponga y revise el proyecto y los predios para dar su visto bueno.
Y la segunda línea son las exposiciones en terreno que se hicieron, donde realmente la relación entre las dos direcciones, la del museo y la dirección general, se fueron poco a poco deteriorando por aproximaciones de cómo realizar esas actividades en el terreno y de qué manera trabajar con las comunidades y los públicos.
¿Hubo censura en los contenidos de esas exposiciones por parte de la Dirección del Centro Nacional de Memoria Histórica?
Mi intención era mantener el trabajo que los curadores hicieron el año pasado en las exposiciones de Bogotá y Medellín. La exposición se denomina: Voces para transformar a Colombia. En Villavicencio se adaptó al espacio y el director Acevedo no estuvo de acuerdo con algunas piezas y esas piezas, aunque se mantuvieron en Cali, generaron un gran malestar en el director Acevedo.
¿Por qué?
Porque él considera que esos textos, que fueron los mismos que se utilizaron en 2018, tenían solo una versión del conflicto y debían ser modificados.
Es decir, sí hubo censura...
Efectivamente hubo una modificación de esos textos realizada por la Dirección General. En ese momento yo los acepté con la intención de salvar la exposición porque si no se hacía, se cancelaba.
¿Cuál era la distorsión del conflicto que tenían esas piezas según Acevedo?
La distorsión según Acevedo es que había una cantidad de interpretación, según él, del conflicto. Él considera que los ejes de la exposición: agua, tierra y cuerpo, el resultado de un trabajo comunitario con las víctimas entre 2014 y 2018, no narraban de forma clara. Eso puede ser considerado cierto en algunos casos, pero la idea era también que el público pudiera hacer su propia evaluación para ir adaptando eso en el camino.
Pero entiendo que hasta ahí el asunto era medio llevadero, ¿cuéntenos qué pasó con la pieza de la Unión Patriótica?
Se trata de una pieza que se mostró en Villavicencio y en Cali que ha generado un fuerte debate, tanto al interior, como por fuera: un mural de la UP que se expuso el año pasado en un formato muy grande y que este año se expuso en uno mucho más pequeño, que lo realizó una de las víctimas.
¿Por qué tanta molestia?
El director considera que eso es una lectura particularmente política por ser un partido político y lo considera panfletario. Esa ha sido una pieza con la que hemos tenido muchas diferencias.
Entiendo, pero en este caso particular, la Unión Patriótica, (el partido político que surgió a mediados de los años 80 luego del acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc) es el único partido en Colombia al que le han asesinado cerca de 3.000 militantes en doce años, hasta perder su personería jurídica por la violencia. Una realidad documentada en diversas sentencias judiciales nacionales e internacionales. ¿Cree que Acevedo está negando esta realidad del conflicto armado?
Pues digamos que los lineamientos conceptuales del museo que habían desarrollado otros académicos y directores son muy claros en decir que hay un mínimo conceptual que es: no podemos negar aquello que está reconocido en decisiones judiciales, nacionales o internacionales. Eso es un mínimo esencial para el museo. No podemos negar lo innegable. En este caso particular, como dices, existen sentencias, decisiones judiciales que independientemente de la visión política que uno pueda tener son reales. Yo quería respetar eso como director.
¿Por qué?
Primero por las decisiones judiciales. Y segundo porque ese proceso estuvo concertado con familiares de las víctimas y el centro de la misionalidad del museo son precisamente las víctimas. Entonces yo traté de manifestar muchas veces que el hecho de que se presente el afiche de la Unión Patriótica o de otras víctimas de los grupos armados, guerrillas, fuerza pública, paramilitares, no implica que el Museo esté con ello asumiendo una posición ideológica. Pero la visión política del director es muy marcada. Y tal vez en este punto de hacer del museo una plataforma donde se escuchen las diferentes voces del conflicto armado no logramos ponernos de acuerdo.
¿Es ese mismo mural el que tenía una imagen de Tirofijo (el guerrillero fundador de las Farc) que Acevedo pidió quitar por “incitación al odio"?
Sí, el siente que este mural de la UP ha sido una pieza muy problemática. Es cierto que él no pidió de manera directa ningún tipo de modificación, pero sí señaló los puntos y de eso hay un audio donde él dice que ese afiche no debía estar en la exposición porque era proselitista, y se podía entender como panfletario. Pero para mí esto era el trabajo del artista que representaba lo que sucedió con este grupo político, y que por ser político no podía ser de otra manera. Era importante respetar eso. Al final él se mantuvo en que esa representación no debería tener cabida en el Museo de la Memoria. Negar lo que pasó con la UP, sus víctimas, algo que está ampliamente reconocido, es negar el Estado de Derecho porque se trata de información jurídicamente establecida.
Es decir, ¿Acevedo sí tiene una visión negacionista de una parte del conflicto?
El conflicto es muy complejo. La visión política del director Acevedo él ya la ha expresado en diferentes medios de comunicación. Y él considera que esas piezas de la UP no son las idóneas para representar el conflicto armado. Se está poniendo en una posición de museólogo, y desde ahí valora si esa representación que hacen las víctimas de ellas mismas es o no adecuada y ahí hay definitivamente un riesgo.
¿Cuál?
Que haya una representación de la violencia que han sufrido las víctimas, que solo les debería corresponder a ellas, en manos del curador o director del museo. Hacer un juicio de esas representaciones no le corresponde, porque además memoria e historia no son lo mismo. El contraste de representaciones de las víctimas, el consenso, el trabajo colectivo es el que ayuda a que los procesos de memoria poco a poco construyan el relato histórico.
¿Cree entonces que las preocupaciones que expresaron las organizaciones de víctimas cuando se conoció que el director del CNMH iba a ser Acevedo, por considerar que su posición política de derecha negaba el conflicto armado, tienen asidero?
Pues, él ha mencionado todo el tiempo que todos tenemos derecho a tener ideas políticas que en su caso son evidentes. Pero mi llamado a las víctimas es a seguir participando, activamente, en el centro. Además, el consejo directivo tiene representantes de la Mesa Nacional de Víctimas. Todos esos procesos de memoria son de las comunidades. Si bien quien esté en los cargos directivos tiene la posibilidad de gestionar y tomar decisiones, que la gente esté muy activa y vinculada y atenta y haciendo llamados y participando es la forma en que se puede evidenciar la pluralidad que tanto la Ley de Víctimas, como los decretos reglamentarios, establecen para el Centro de Memoria y el Museo.
Hay un ambiente de intimidación, de temor y zozobra en muchas de las personas de su equipo que se quedan pese a que usted se va, ¿Cómo se siente frente a eso?
Esa es tal vez la parte más difícil. Porque es un equipo de trabajo interdisciplinario y ha demostrado ser muy profesional. Así lo ha reconocido el Consejo Internacional de Museos con el que trabajamos este año o el Museo de la Tertulia, en Cali, por ejemplo. Pero no es solo mi equipo, en general en el Centro de Memoria se está viviendo una situación un poco compleja con asuntos administrativos que implican el cambio constante de directores desde el año pasado. Mi equipo es el mismo que yo recibí de la dirección anterior. Y ellos a principio de año cuando llegué estaban un poco angustiados de qué iba a pasar. Yo les di la tranquilidad, que todo el mundo debe tener en su vida laboral, y trabajamos y claro hoy están nuevamente preocupados. Pero, por ejemplo, la de Dirección de Construcción de Memoria ha tenido cuatro directores en 2019. Este asunto de empalme constante genera incertidumbre y para los funcionarios no es sencillo.
En entrevista con El Espectador, Acevedo dijo que usted era quien le había dicho a él que presentaría la renuncia porque tenía una oferta de trabajo en el exterior. Es decir, según él solo se adelantó algo que ya iba a pasar por su decisión. ¿Qué opina de esto?
Hay una resolución de insubsistencia para cargos de libre nombramiento y remoción como el mío. Y eso en el mercado privado es un despido. Eso no es una renuncia. La insubsistencia está firmada por él y es muy clara. Pero el asunto va más allá y parte de la pregunta ¿cómo entiende el CNMH el museo? Porque hay que recordar que el museo es la institución que permanecerá después de que acabe la vigencia de la ley de víctimas. El CNMH es temporal y debe terminar en el 2021 mientras que el museo debe construir su edificio y permanecer.
¿Sabe quién lo reemplazará?
No, solo hay rumores aún. Y si bien el director del Centro lo propone quien lo aprueba es la cabeza del sector, es decir, el departamento de Prosperidad Social, y luego el cargo debe ser revisado por la Presidencia. Aunque es muy importante que la persona que llegue sea interdisciplinario, porque tiene los asuntos históricos y museológicos y todo el tema de construcción del edificio.
Hace poco también hubo una controversia por cuenta de la Ley de Veteranos que dice que dentro del Museo de Memoria debe haber un lugar para "exaltar las acciones heroicas de la fuerza pública en el conflicto", ¿en que quedó ese aspecto que causaba tanto malestar en especial en las organizaciones víctimas de la fuerza pública?
Eso no se ha movido mucho, el Ministerio de Defensa trabaja en su reglamentación. Pero yo sostengo que esa ley está en tensión con la ley de víctimas porque no menciona a veteranos víctimas, sino que deja el tema amplio. El problema principal son las llamadas “acciones heroicas” que tienen que ver con las dinámicas del combatiente y no con las víctimas, y este espacio es para y por las víctimas de cualquier tipo de violencia en el conflicto armado. La apología a la guerra o el heroísmo debe tener otro espacio y eso no lo digo yo lo dicen diferentes especialistas en museos de memoria.