Una taza marcada para no olvidarse

“¿De qué sirve una taza?” es la obra inédita de Juan Manuel Echavarría, que se expone en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. Fotografías en cajas de luz que muestran las huellas de gente en 18 campamentos de las Farc en Montes de María que fueron, en su mayoría, bombardeados por Ejército.

Beatriz Valdés Correa @beatrijelena
24 de octubre de 2017 - 10:00 a. m.
El bordado doble de su nombre, o de su alias, lo interpreta Echavarría como un intento de no olvidar./ Cortesía Mambo
El bordado doble de su nombre, o de su alias, lo interpreta Echavarría como un intento de no olvidar./ Cortesía Mambo
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“Quiero que la gente mire, que se confronte y vea la guerra, pero que no se vaya, que no mire para otro lado”, dice Juan Manuel Echavarría, un artista que lleva 20 años mostrando la guerra desde la fotografía y el video. En 2003 tomó el lado de las víctimas, pero se dio cuenta de que estaba incompleto, entonces en 2007 escuchó la voz de los excombatientes.

Un vestido de niña con el ruedo bordado y con quemaduras. ¿Quién era? ¿Dónde está? / Beatriz Valdés - El Espectador

¿De qué sirve una taza?, su obra inédita, realmente comienza con La guerra que no hemos visto, una selección de pinturas que hicieron excombatientes de las Farc, el Eln, las Auc y el Ejército entre 2007 y 2009. Por separado, cada grupo empezó a pintar y fluyeron los dolores, los horrores y las culpas. Las pinturas eran tan dolorosas y tenían tanto detalle, que Echavarría decidió ir a los escenarios donde se dieron las confrontaciones armadas.

El “calzoncillo de olla” de Dewin, un excombatiente que terminó muerto en el monte. Es un desaparecido. / Mauricio Alvarado - El Espectador

En ese camino se encontró con los tableros de las escuelas que quedaron en medio del conflicto y que fueron abandonadas A esta serie la tituló Silencios. Pero se encontró algo en lo que nunca había pensado: objetos cotidianos en los campamentos.

Una media. Los combatientes del frente 37 de las Farc no podían perder sus objetos. / Cortesía Mambo

Encendedores, cepillos de dientes, zapatos, vajillas y, en general, rastros de presencia humana, sin diferenciar a quién pertenecían. La búsqueda, entonces, dio con esas huellas en 18 campamentos de las Farc en Montes de María, en su mayoría, bombardeados por el Ejército. Comenzó en 2014, cuando el Acuerdo Final permitió a los excombatientes volver al territorio, y con ellos, Juan Manuel y su colaborador Fernando Grisalez.

La bandera de Colombia que se porta en el camuflado. / Mauricio Alvarado - El Espectador

La sorpresa fue que todo estaba marcado. La ropa, incluso, tenía los nombres bordados. “¿Por qué era tan importante el nombre?”, preguntó entonces a un excombatiente que lo acompañaba. “Porque era lo único que nos quedaba de nuestra identidad. Cuando entras a la guerrilla, se pierde, eres un alias, pero el nombre lo tienes contigo”, respondió.

/ Mauricio Alvarado - El Espectador

Surgió la obra: 50 fotografías sobre cajas de luz que exponen la importancia de la poca propiedad, de aferrarse al nombre, de no dejar que el monte se coma lo que queda de vida. Dewin, Manolo, Ledi, Pedro. Sobre ellos y los demás aparecen las preguntas que busca responder esta obra: ¿Quiénes eran? ¿Dónde están?

Por Beatriz Valdés Correa @beatrijelena

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