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Desde Palenque, Santa Marta, Buenaventura, Cartagena y Andagoya, doce mujeres afrodescendientes mantienen viva la palabra y la herencia de sus tierras. Las plasmaron como forma de resistencia y de libertad en poemas y escritos que hacen parte de “Voces Ancestrales” una antología, lista para publicar pero que necesita de un impulso económico. Esta obra es la radiografía de cómo las poblaciones y mujeres negras sanan las heridas e intentan resolver la incertidumbre frente a los estragos que causó la guerra y ahora, la pandemia.
Cada una de las doce mujeres tiene una historia conmovedora, ligada a la poesía desde la infancia como vehículo para plasmar sus pensamientos, sus penas y alegrías. Ellas compartieron sus historias con este diario. Algunas son víctimas y sobrevivientes del conflicto armado. Vivieron en carne propia cómo el paramilitarismo arrasó con Chocó y Nariño en las épocas más crudas de la violencia. Otras, recuerdan la guerra en el Valle del Cauca con tanto dolor que prefieren callar y que sus poemas hablen por ellas.
Sobre cómo fue vivir en medio de la guerra, una de las autoras narró: “Me tocó afrontar la época del paramilitarismo, muy difícil había dos o tres muertos por día y vivimos durante casi tres años presos del miedo, porque mataban a las personas hasta por sospecha”. El impacto que tuvo este episodio entonces aún persiste.”Yo no me acostumbro a estar en la calle de noche, no me gusta tener la puerta abierta. Vivo prevenida”, asegura.
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A otras mujeres, quienes no vivieron directamente los efectos de la violencia, sí sienten “dolor de raza, al ver a los desplazados afroindígenas huyendo de la guerra, eso duele. Las élites de aquí (Cartagena) siguen gobernando con las razones de los españoles, entendiendo que los que no parecemos españoles no merecemos ser integrados”, resalta Dora Berdugo, una de las poetas.
Mirian Díaz Pérez, una palenquera nacida en Barranquilla, es la recopiladora de esta antología, una mujer negra con carácter y un gran poder de liderazgo. Asegura que el conflicto a las mujeres negras las afectó profundamente. “Ver sufrir y llorar a tu gente, te afecta. Nosotros los palenqueros aunque estemos regados por el país, sentimos igual. En Palenque un muerto es un muerto de todos, por eso lo lloramos”.
Su padre que era un decimero (quien recita y canta versos) la llevó hasta Cartagena, allá a media luz se reunían y hablaban en lengua palenquera. Mirian, fascinada, empezó a escribir poesía, se sentía honrando a sus ancestros.
Durante años sus escritos estuvieron guardados pues siempre se le hizo creen que su herencia palenquera era mejor disimularla, mantenerla como las reuniones, a media luz. Ella, rebatiendo esta creencia colonial, decidió dar a conocer su obra para que “sus estudiantes no vivieran lo mismo y se sintieran orgullosos de su etnia”.
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“Verdades Ancestrales es una apuesta, una realidad sentida de mujeres negras, afrocolombiabas, raízales y palenqueras que buscan desde las diversidades que tienen cada una, visibilizar el poder de la palabra desde nuestros propios saberes”, asegura Mirian.
Para evitar que se debiliten las tradiciones y saberes ancestrales es de gran importancia (y urgencia) adaptarlas a otros formatos. Así lo asegura María Luisa Murillo una de las autoras del libro. “Nuestro legado se ha mantenido porque ha sido trasmitido oralmente de generación y generación pero actualmente, esto ha cambiado, los diálogos y reuniones extensas se han reducido. Por eso, Voces Ancestrales es tan importante para mantener el legado, escrito y en papel, para que niños y jóvenes se eduquen a través de la poesía y conozcan más a fondo de su raza”.
Para varias de ellas, como Alma Fernández y María Luisa Murillo su acercamiento a la poesía llegó desde muy jóvenes y en las aulas del colegio. Desde cuarto de primaria a María Luisa, la docente Eva Cañizales le entregaba poemas para que leyera en sus tiempos libres. En el caso de Alma, las bibliotecas hicieron parte fundamental para forjar su sueño de ser escritora.
Otras nacieron en en la poesía. Así relata Dionicia Moreno, una de las autoras. “Crecí en la poesía, debido a la lejanía con mis padres, hermanos y amigos, comencé a escribir cuando apenas aprendía a deletrear y a cancanear en la lectura, hacia cartas en cuadernos amarillentos de esos que ya no hay. Una gran amiga (Mary Grueso Romero), descubrió un día que los textos que escribía no eran cartas, sino epístolas de amor, y desde ese entonces empecé a dejar conocer mis poemas.”
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Todas las autoras (María Luisa Murillo, María de los Ángeles Angulo Escobar, Dora Isabel Berdugo, Dionicia Moreno Aguirre, Alma Gisella Fernández Escorcia, Briceña Corpus Stephens, Solmery Casseres Estrada, Emilia Eneida Valencia, Mary Grueso Romero, Cecilia Ciesta, Alba Nelly Murillo y Mirian Díaz Pérez —compiladora—) han tenido que enfrentar las dificultades de publicar un ejemplar en tiempos de pandemia y más aún si es desde una editorial independiente como Editorial Tagigo.
Por este motivo, actualmente lideran una campaña para recaudar fondos, imprimir y encuadernar la obra que ya está escrita. Quienes estén interesados en ayudar pueden adquirir una bolsa (tote) de Voces Ancestrales o realizar una donación. Además, hacen un llamado a personas que trabajen en el medio editorial y de imprenta para ser colaboradores y sacar el proyecto adelante. Todos los detalles para hacer parte de esta iniciativa los encuentran en sus cuentas de Facebook o Instagram.
Aquí uno de los poemas que hace parte de “Voces Ancestrales”, escrito por Dionicia Moreno.
EL OLOR DE LA NOCHE
¿A qué huele la noche cuando los tambores suenan?,
retumban a lo lejos de pueblos y ciudades,
nos llaman,
nos incitan,
nos recuerdan y nos invitan…
las negras cadenciosas
con sus perfumes y aromas,
con la sonrisa en los labios, con el dolor en el vientre,
y la felicidad en la memoria.
La noche huele,
huele
a sudores,
a amores,
a luchas,
a guerras pérdidas,
a batallas triunfantes que
se hacen de día.
¿A qué huele la noche,
cuando los tambores suenan?
Huele a historias,
huele a vida,
huele…
a caminos,
a siembras,
a esperanzas;
huele a victorias,
a luchas ganadas,
a mujeres guerreras
que ya no utilizan semillas,
utilizan las redes,
para indicar los caminos;
utilizan origen,
se reconocen entre hermanas,
hacen tomas de conciencia,
sensibilizan el alma,
apuestan a logros,
las delicadas mujeres
visibilizan
la etnia,
se visten de ancestralidad,
brillan sus pieles,
relucen sus dientes,
se mecen como palmeras,
se hacen visibles y gritan al mundo
negras,
negras
con luchas poder y gloria.
A qué huele la noche,
mientras muchos duermen
y otras muy pocas hurgan, agitan, renuevan
y escriben una nueva historia.
La noche no huele,
los tambores retumban,
llamarán por siempre
y
seremos,
otras
nuevas
gloriosas y vencedoras.