Los PDET tienen enorme potencial, pero necesitan a todo el Estado
Ejemplos puntuales de logros y aciertos de los programas de desarrollo con enfoque territorial demuestran todo lo que podría lograrse, pero también todo el apoyo que se requiere. Análisis.
María del Pilar Barbosa* y Martha Maya**
¿Qué son los PDET y dónde están ubicados?
Los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, PDET, fueron la figura que desarrolló el Acuerdo de Paz para llevar de manera permanente las instituciones del Estado a los territorios más vulnerables al conflicto armado y saldar deudas históricas en materia de desarrollo y presencia del Estado. Todo lo anterior contando con participación directa de las comunidades.
Como hacen parte del Acuerdo de Paz con las Farc, estos programas sufren los coletazos de la alta polarización que vive el país en relación con este tema, pero en su contenido responden a una necesidad que muchos sectores políticos y de la ciudadanía han identificado por años.
Se trata de territorios muy golpeados por la violencia y el abandono. Las 16 regiones en donde tienen lugar estos programas de desarrollo representan el 36% del territorio nacional y en ellos vive el 24% de la población rural del país. De sus 6.6. millones de habitantes, 4.2 millones fueron víctimas de desplazamiento y un 37,2% son víctimas en general. Además, el 57% de su población vive en condiciones de pobreza según indicadores de pobreza multidimensional; y la tasa de mortalidad por desnutrición de los 16 territorios es del 13,3% frente al 7,1% nacional, por poner un ejemplo de las múltiples brechas con el resto del país.
Además, estos programas aplican a 170 municipios en donde se ubican el 45% de los Parques Nacionales Naturales y 362 resguardos indígenas y cerca de 400 territorios colectivos de comunidades negras. Existe un alto nivel de informalidad sobre la propiedad de la tierra; el 36% tiene el catastro desactualizado y en el 19% no está formado. Y en materia de infraestructura, el 75,7% de su red vial terciaria está en mal estado.
La precariedad de las condiciones de estos territorios los convierte en espacios ideales para diferentes actividades ilícitas como siembra de cultivos ilícitos, reclutamiento de menores, minería ilegal, acopio de insumos para el narcotráfico, entre otras. Grupos armados como el ELN y las disidencias de las extintas Farc, entre otros, le siguen apuntando a ejercer control territorial sobre ellos y fortalecerse militar y económicamente.
Los ejemplos que muestran el potencial de estos programas
Los mecanismos contemplados en los PDET representan hoy la principal herramienta con que cuenta el Estado para generar transformaciones permanentes y no pequeñas intervenciones, para generar espacios de reconciliación y para cerrarle las puertas a brotes de violencia y de conflicto armado.
Más allá de su diseño, en su implementación los PDET han contado con elementos que podrían ser determinantes para lograr resultados sostenibles de largo plazo: 1) tienen como base el ejercicio de participación más alto que se ha dado en el país y que movilizó a cerca de 250 mil personas entre 170 municipios y 11.300 veredas; 2) se han convertido en un conducto para visibilizar, reconocer y darle fuerza a procesos que se están llevando a cabo en el territorio; 3) se han dado a la tarea de buscar e implementar mecanismos de articulación entre las instituciones y; 4) han buscado pensar más allá de la realidad y las necesidades de cada localidad para integrarse entre regiones.
En medio de las dificultades, de los obstáculos y de las demoras en la implementación de estos programas, que han sido documentadas en general pero también específicos en temas de género y étnicos, por organizaciones y por quienes monitorean la implementación del Acuerdo de Paz; existen logros y aciertos que demuestran el potencial y la razón por la cual vale la pena apostarle a estos programas en el corto, mediano y largo plazo.
Desde el Instituto para las Transiciones Integrales -IFIT (por sus siglas en inglés-), con nuestro grupo de expertos en territorio, nos propusimos recolectar una serie de ejemplos de logros y aciertos de los PDET
que den muestra de su potencial transformador, de que los cambios son posibles y que hay aspectos positivos que deben profundizarse y que podrían replicarse. Esto es lo que destacaríamos:
La participación directa de la comunidad ha permitido el fortalecimiento de sus capacidades de incidencia y una mayor interlocución con el Estado.
Por ejemplo, en el PDET del Bajo Cauca Antioqueño delegados de la comunidad que hicieron parte de la construcción participativa de los PDET (o delegados de grupo motor) tienen asiento en el Comité Universidad Estado Empresa (CUEE) y allí inciden en la toma de decisiones frente a la implementación. Esto genera un beneficio de doble vía: por un lado, permite que quienes toman decisiones cuenten con información más detallada frente a problemáticas y pertinencia de las acciones y, por otro, que estos líderes conozcan y repliquen la información sobre los avances, retos y dificultades de la implementación, la necesidad de priorizar (no todo se puede hacer al tiempo), etc.. De otro lado, su incidencia permitió que más del 50% de las iniciativas quedarán incorporadas en los Planes de Desarrollo Municipal.
La visibilización y el reconocimiento de procesos regionales de desarrollo y construcción de paz, ha hecho que diferentes grupos vean el PDET como una oportunidad para la gestión y para la implementación de acciones que resuelven cuellos de botella y que contribuyen a la implementación efectiva de sus procesos.
Por un lado, iniciativas preexistentes como las del Plan de Desarrollo Integral de la Zona de Reserva Campesina (ZRC) de Morales y Arenal en el Sur de Bolívar quedaron incorporadas en el PDET.
También, organizaciones productivas comunitarias como la Asociación de Ganaderos Campesinos del sector la Cooperativa (AGACOP) en el municipio de Vistahermosa en el Sur del Meta, gracias al PDET, han logrado gestionar recursos y proyectos, así como aumentar sus capacidades productivas.
Por otra parte, está la disposición de las comunidades y sectores para lograr una mayor integración regional y nacional más allá de sus entornos cercanos (veredas y municipios). Los PDET han significado para muchas comunidades la oportunidad de reconocerse y sentirse parte de una dinámica regional y por tanto proyectar iniciativas más ambiciosas y pensar en una visión más amplia de desarrollo.
Por ejemplo, la visión planteada en el PDET del Sur de Córdoba tiene como elemento articulador “el agua”. Comunidades campesinas y étnicas, sector privado, academia, autoridades locales, entre otros, comparten la idea que el agua es el elemento más valioso de protección, pero también el motor de desarrollo de esta región.
Por su lado el PDET del Bajo Cauca Antioqueño está articulado al proceso de consolidación de la Agenda Antioquia 2040, pero, además, en el marco del Comité Universidad Estado y Empresa, se ha puesto en marcha un espacio de trabajo conjunto entre alcaldes y otros actores que conforman la “Región de Planeación y Gestión, donde se proyectan acciones para la transformación regional”.
Y finalmente, en relación con la articulación institucional en los territorios, la propia dinámica de la implementación de los PDET en el territorio ha dado paso, de manera espontánea, a la articulación de esfuerzos de entidades y autoridades a nivel regional y local, así como de las agencias de cooperación internacional que interactúan con ellas.
Por ejemplo, las jornadas de socialización de la hoja de ruta que ha planteado el gobierno, convocan a las diferentes entidades y autoridades. Esto permite poner en común elementos de los ejercicios participativos y unificar criterios frente a los retos de su implementación. Los procesos de Tibú en el Catatumbo y en el Bajo Putumayo permitieron el reencuentro entre entidades y delegados de las comunidades que anteriormente no se daba de ese modo.
En general podría decirse que a nivel nacional, el mecanismo de la hoja de ruta que creó la Consejería de Emilio Archila para la implementación de los PDET, logra desagregar por fuentes de financiación y competencias, ordena y prioriza las 32.500 iniciativas (o solicitudes de inversión) que fueron identificadas por las comunidades y otros actores del territorio en el proceso participativo inicial.
Lo anterior representa una oportunidad para generar compromisos y orientar las inversiones de las diferentes entidades del Gobierno Nacional, ordenando esas 32.000 iniciativas (que algunas entidades podrían entender como una lista de mercado imposible de abarcar) y dejando sin piso muchas de las excusas que podrían estar dando los funcionarios para no cumplirlas.
A pesar de lo positivo y esperanzador que resulta todo lo anterior, lo cierto es que sin un impulso mayor del gobierno y de otras entidades del Estado, entre otros, este gran esfuerzo, lo logrado hasta el momento y la apuesta verdaderamente transformadora que va detrás se puede perder.
El riesgo que corre la oportunidad de desarrollo de los PDETs
El gobierno, en cabeza del consejero Emilio Archila, ha venido liderando la puesta en marcha los PDETs, rindiendo cuentas de sus avances y respondiendo a los cuestionamientos. Pero una aproximación que aproveche su verdadero potencial necesita ampliar mucho más ese apoyo, llegar a estos territorios y generar transformaciones permanentes requiere de muchos esfuerzos coordinados que ningún gobierno hasta la fecha ha logrado.
Por un lado, el Gobierno necesita involucrar de manera mucho más activa a todas sus instituciones en actividades de promoción, en su discurso y articulación, y especialmente a aquellos funcionarios cuyas responsabilidades se relacionan directamente con el desarrollo y el control de estas regiones. Una tarea que implica desarrollo territorial y presencia del Estado no puede presentarse como una línea de trabajo aislada de las demás. Los sectores de educación, justicia, agricultura y defensa y sus cabezas tendrían que estar igualmente involucrados y comprometidos, pero se les escucha poco hablar del tema.
Pero eso no se queda ahí, para que exista de verdad esa voluntad política es necesario que haya presión de la sociedad en general. Más allá del gobierno, los PDET necesitan de un apoyo mucho más fuerte y decidido de órganos de control, de la justicia, de los distintos sectores de empresarios y gremios, de los partidos (y actores) políticos y de los líderes de opinión. Ahora que se avecinan elecciones presidenciales y del Congreso, la voz de estos actores y el apoyo a los PDET será determinante para que sigan en el radar de nuevos líderes y gobernantes.
¿Cómo aprovechar realmente su potencial?
¿Con qué herramientas cuentan el gobierno, otras entidades del Estado y la sociedad en general para impulsar y apoyar los PDET y multiplicar los ejemplos que hemos dado?
De una parte, los PDETs tienen un enorme potencial para identificar y conocer mejor y a profundidad las necesidades y oportunidades de los territorios rurales, como lo evidencian los ejemplos que dimos arriba. Y del mismo modo, un enorme potencial para contribuir a la reconstrucción económica y social de estos territorios, y del país. Como el debate estará tan centrado en esto último, incorporar a los PDET será un mecanismo para hablar de acciones concretas y que estén en marcha para enfrentar esa crisis.
Por otro lado, los PDET están en el corazón de las amenazas de seguridad más grandes que enfrenta el país actualmente y a las que es necesario hacerle frente de manera urgente y coordinada. Aunque la implementación efectiva de estos programas desincentiva y le cierra las puertas a la violencia y por eso este es un tema relevante para la discusión sobre seguridad, eso no es suficiente. Planear y diseñar los PDET debe incluir a la Fuerza Pública, pensar en temas como seguridad y coordinarse con los esfuerzos de cultivos ilícitos.
Finalmente, esta es una apuesta de largo plazo. Como lo evidencian los puntos que planteamos a manera de ejemplo, sus logros serán progresivos y deben además trascender políticas de gobierno o debates políticos inmediatistas. Más bien requieren de la creación de consensos y mensajes de impulso y de apoyo entre distintos sectores.
Hasta ahora ese mensaje fuerte, coordinado y prioritario, no se ha dado. La discusión se queda más en rendición de cuentas vs. incumplimientos, y ejemplos como los que planteamos hoy poco se ven y poco se visibilizan.
Pero un mensaje así podría representar a la vez una voz de reconocimiento y de aliento a las comunidades que habitan esos territorios, de sus necesidades y de la situación que enfrentan; una muestra de la apuesta real por el desarrollo territorial; una invitación al sector privado a sumarse cada vez más a esta iniciativa y un mensaje de mano dura, contundente y de peso a los actores armados que basan sus acciones en el aprovechamiento de la ausencia del Estado.
*Asociada del Instituto para las Transiciones Integrales -IFIT-.
**Directora de Proyectos de Latam y Asociada Senior de la misma organización.
Le recomendamos:
*Las explicaciones de la guerra según excombatientes de guerrillas y paramilitares
*Las muertes de tres campesinos del Sumapaz por las que nadie responde
*Caso de los diputados del Valle: la tragedia y reconciliación de la familia Cendales
¿Qué son los PDET y dónde están ubicados?
Los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, PDET, fueron la figura que desarrolló el Acuerdo de Paz para llevar de manera permanente las instituciones del Estado a los territorios más vulnerables al conflicto armado y saldar deudas históricas en materia de desarrollo y presencia del Estado. Todo lo anterior contando con participación directa de las comunidades.
Como hacen parte del Acuerdo de Paz con las Farc, estos programas sufren los coletazos de la alta polarización que vive el país en relación con este tema, pero en su contenido responden a una necesidad que muchos sectores políticos y de la ciudadanía han identificado por años.
Se trata de territorios muy golpeados por la violencia y el abandono. Las 16 regiones en donde tienen lugar estos programas de desarrollo representan el 36% del territorio nacional y en ellos vive el 24% de la población rural del país. De sus 6.6. millones de habitantes, 4.2 millones fueron víctimas de desplazamiento y un 37,2% son víctimas en general. Además, el 57% de su población vive en condiciones de pobreza según indicadores de pobreza multidimensional; y la tasa de mortalidad por desnutrición de los 16 territorios es del 13,3% frente al 7,1% nacional, por poner un ejemplo de las múltiples brechas con el resto del país.
Además, estos programas aplican a 170 municipios en donde se ubican el 45% de los Parques Nacionales Naturales y 362 resguardos indígenas y cerca de 400 territorios colectivos de comunidades negras. Existe un alto nivel de informalidad sobre la propiedad de la tierra; el 36% tiene el catastro desactualizado y en el 19% no está formado. Y en materia de infraestructura, el 75,7% de su red vial terciaria está en mal estado.
La precariedad de las condiciones de estos territorios los convierte en espacios ideales para diferentes actividades ilícitas como siembra de cultivos ilícitos, reclutamiento de menores, minería ilegal, acopio de insumos para el narcotráfico, entre otras. Grupos armados como el ELN y las disidencias de las extintas Farc, entre otros, le siguen apuntando a ejercer control territorial sobre ellos y fortalecerse militar y económicamente.
Los ejemplos que muestran el potencial de estos programas
Los mecanismos contemplados en los PDET representan hoy la principal herramienta con que cuenta el Estado para generar transformaciones permanentes y no pequeñas intervenciones, para generar espacios de reconciliación y para cerrarle las puertas a brotes de violencia y de conflicto armado.
Más allá de su diseño, en su implementación los PDET han contado con elementos que podrían ser determinantes para lograr resultados sostenibles de largo plazo: 1) tienen como base el ejercicio de participación más alto que se ha dado en el país y que movilizó a cerca de 250 mil personas entre 170 municipios y 11.300 veredas; 2) se han convertido en un conducto para visibilizar, reconocer y darle fuerza a procesos que se están llevando a cabo en el territorio; 3) se han dado a la tarea de buscar e implementar mecanismos de articulación entre las instituciones y; 4) han buscado pensar más allá de la realidad y las necesidades de cada localidad para integrarse entre regiones.
En medio de las dificultades, de los obstáculos y de las demoras en la implementación de estos programas, que han sido documentadas en general pero también específicos en temas de género y étnicos, por organizaciones y por quienes monitorean la implementación del Acuerdo de Paz; existen logros y aciertos que demuestran el potencial y la razón por la cual vale la pena apostarle a estos programas en el corto, mediano y largo plazo.
Desde el Instituto para las Transiciones Integrales -IFIT (por sus siglas en inglés-), con nuestro grupo de expertos en territorio, nos propusimos recolectar una serie de ejemplos de logros y aciertos de los PDET
que den muestra de su potencial transformador, de que los cambios son posibles y que hay aspectos positivos que deben profundizarse y que podrían replicarse. Esto es lo que destacaríamos:
La participación directa de la comunidad ha permitido el fortalecimiento de sus capacidades de incidencia y una mayor interlocución con el Estado.
Por ejemplo, en el PDET del Bajo Cauca Antioqueño delegados de la comunidad que hicieron parte de la construcción participativa de los PDET (o delegados de grupo motor) tienen asiento en el Comité Universidad Estado Empresa (CUEE) y allí inciden en la toma de decisiones frente a la implementación. Esto genera un beneficio de doble vía: por un lado, permite que quienes toman decisiones cuenten con información más detallada frente a problemáticas y pertinencia de las acciones y, por otro, que estos líderes conozcan y repliquen la información sobre los avances, retos y dificultades de la implementación, la necesidad de priorizar (no todo se puede hacer al tiempo), etc.. De otro lado, su incidencia permitió que más del 50% de las iniciativas quedarán incorporadas en los Planes de Desarrollo Municipal.
La visibilización y el reconocimiento de procesos regionales de desarrollo y construcción de paz, ha hecho que diferentes grupos vean el PDET como una oportunidad para la gestión y para la implementación de acciones que resuelven cuellos de botella y que contribuyen a la implementación efectiva de sus procesos.
Por un lado, iniciativas preexistentes como las del Plan de Desarrollo Integral de la Zona de Reserva Campesina (ZRC) de Morales y Arenal en el Sur de Bolívar quedaron incorporadas en el PDET.
También, organizaciones productivas comunitarias como la Asociación de Ganaderos Campesinos del sector la Cooperativa (AGACOP) en el municipio de Vistahermosa en el Sur del Meta, gracias al PDET, han logrado gestionar recursos y proyectos, así como aumentar sus capacidades productivas.
Por otra parte, está la disposición de las comunidades y sectores para lograr una mayor integración regional y nacional más allá de sus entornos cercanos (veredas y municipios). Los PDET han significado para muchas comunidades la oportunidad de reconocerse y sentirse parte de una dinámica regional y por tanto proyectar iniciativas más ambiciosas y pensar en una visión más amplia de desarrollo.
Por ejemplo, la visión planteada en el PDET del Sur de Córdoba tiene como elemento articulador “el agua”. Comunidades campesinas y étnicas, sector privado, academia, autoridades locales, entre otros, comparten la idea que el agua es el elemento más valioso de protección, pero también el motor de desarrollo de esta región.
Por su lado el PDET del Bajo Cauca Antioqueño está articulado al proceso de consolidación de la Agenda Antioquia 2040, pero, además, en el marco del Comité Universidad Estado y Empresa, se ha puesto en marcha un espacio de trabajo conjunto entre alcaldes y otros actores que conforman la “Región de Planeación y Gestión, donde se proyectan acciones para la transformación regional”.
Y finalmente, en relación con la articulación institucional en los territorios, la propia dinámica de la implementación de los PDET en el territorio ha dado paso, de manera espontánea, a la articulación de esfuerzos de entidades y autoridades a nivel regional y local, así como de las agencias de cooperación internacional que interactúan con ellas.
Por ejemplo, las jornadas de socialización de la hoja de ruta que ha planteado el gobierno, convocan a las diferentes entidades y autoridades. Esto permite poner en común elementos de los ejercicios participativos y unificar criterios frente a los retos de su implementación. Los procesos de Tibú en el Catatumbo y en el Bajo Putumayo permitieron el reencuentro entre entidades y delegados de las comunidades que anteriormente no se daba de ese modo.
En general podría decirse que a nivel nacional, el mecanismo de la hoja de ruta que creó la Consejería de Emilio Archila para la implementación de los PDET, logra desagregar por fuentes de financiación y competencias, ordena y prioriza las 32.500 iniciativas (o solicitudes de inversión) que fueron identificadas por las comunidades y otros actores del territorio en el proceso participativo inicial.
Lo anterior representa una oportunidad para generar compromisos y orientar las inversiones de las diferentes entidades del Gobierno Nacional, ordenando esas 32.000 iniciativas (que algunas entidades podrían entender como una lista de mercado imposible de abarcar) y dejando sin piso muchas de las excusas que podrían estar dando los funcionarios para no cumplirlas.
A pesar de lo positivo y esperanzador que resulta todo lo anterior, lo cierto es que sin un impulso mayor del gobierno y de otras entidades del Estado, entre otros, este gran esfuerzo, lo logrado hasta el momento y la apuesta verdaderamente transformadora que va detrás se puede perder.
El riesgo que corre la oportunidad de desarrollo de los PDETs
El gobierno, en cabeza del consejero Emilio Archila, ha venido liderando la puesta en marcha los PDETs, rindiendo cuentas de sus avances y respondiendo a los cuestionamientos. Pero una aproximación que aproveche su verdadero potencial necesita ampliar mucho más ese apoyo, llegar a estos territorios y generar transformaciones permanentes requiere de muchos esfuerzos coordinados que ningún gobierno hasta la fecha ha logrado.
Por un lado, el Gobierno necesita involucrar de manera mucho más activa a todas sus instituciones en actividades de promoción, en su discurso y articulación, y especialmente a aquellos funcionarios cuyas responsabilidades se relacionan directamente con el desarrollo y el control de estas regiones. Una tarea que implica desarrollo territorial y presencia del Estado no puede presentarse como una línea de trabajo aislada de las demás. Los sectores de educación, justicia, agricultura y defensa y sus cabezas tendrían que estar igualmente involucrados y comprometidos, pero se les escucha poco hablar del tema.
Pero eso no se queda ahí, para que exista de verdad esa voluntad política es necesario que haya presión de la sociedad en general. Más allá del gobierno, los PDET necesitan de un apoyo mucho más fuerte y decidido de órganos de control, de la justicia, de los distintos sectores de empresarios y gremios, de los partidos (y actores) políticos y de los líderes de opinión. Ahora que se avecinan elecciones presidenciales y del Congreso, la voz de estos actores y el apoyo a los PDET será determinante para que sigan en el radar de nuevos líderes y gobernantes.
¿Cómo aprovechar realmente su potencial?
¿Con qué herramientas cuentan el gobierno, otras entidades del Estado y la sociedad en general para impulsar y apoyar los PDET y multiplicar los ejemplos que hemos dado?
De una parte, los PDETs tienen un enorme potencial para identificar y conocer mejor y a profundidad las necesidades y oportunidades de los territorios rurales, como lo evidencian los ejemplos que dimos arriba. Y del mismo modo, un enorme potencial para contribuir a la reconstrucción económica y social de estos territorios, y del país. Como el debate estará tan centrado en esto último, incorporar a los PDET será un mecanismo para hablar de acciones concretas y que estén en marcha para enfrentar esa crisis.
Por otro lado, los PDET están en el corazón de las amenazas de seguridad más grandes que enfrenta el país actualmente y a las que es necesario hacerle frente de manera urgente y coordinada. Aunque la implementación efectiva de estos programas desincentiva y le cierra las puertas a la violencia y por eso este es un tema relevante para la discusión sobre seguridad, eso no es suficiente. Planear y diseñar los PDET debe incluir a la Fuerza Pública, pensar en temas como seguridad y coordinarse con los esfuerzos de cultivos ilícitos.
Finalmente, esta es una apuesta de largo plazo. Como lo evidencian los puntos que planteamos a manera de ejemplo, sus logros serán progresivos y deben además trascender políticas de gobierno o debates políticos inmediatistas. Más bien requieren de la creación de consensos y mensajes de impulso y de apoyo entre distintos sectores.
Hasta ahora ese mensaje fuerte, coordinado y prioritario, no se ha dado. La discusión se queda más en rendición de cuentas vs. incumplimientos, y ejemplos como los que planteamos hoy poco se ven y poco se visibilizan.
Pero un mensaje así podría representar a la vez una voz de reconocimiento y de aliento a las comunidades que habitan esos territorios, de sus necesidades y de la situación que enfrentan; una muestra de la apuesta real por el desarrollo territorial; una invitación al sector privado a sumarse cada vez más a esta iniciativa y un mensaje de mano dura, contundente y de peso a los actores armados que basan sus acciones en el aprovechamiento de la ausencia del Estado.
*Asociada del Instituto para las Transiciones Integrales -IFIT-.
**Directora de Proyectos de Latam y Asociada Senior de la misma organización.
Le recomendamos:
*Las explicaciones de la guerra según excombatientes de guerrillas y paramilitares
*Las muertes de tres campesinos del Sumapaz por las que nadie responde
*Caso de los diputados del Valle: la tragedia y reconciliación de la familia Cendales