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En la jornada de este domingo, una delegación de más de 200 excombatientes de las Farc, encabezados por antiguos comandantes, como Pastor Alape, Rodrigo Granda o Élmer Caviedes, llegaron a la Plaza de Bolívar de la capital colombiana para cumplir con uno de los objetivos de la autodenominada “peregrinación por la vida y la paz”: pedir garantías de seguridad al Gobierno, ante los 236 asesinatos a firmantes reincorporados tras la firma del Acuerdo de Paz.
Aunque la delegación llegó anoche a Bogotá, apenas en la tarde de hoy llevaron a cabo los primeros encuentros públicos, para movilizar gente y posteriormente marchar por las calles capitalinas.
Uno de estos puntos de plantón fue en el Parque Nacional, en inmediaciones a la Universidad Javeriana, donde los exguerrilleros expusieron sus pancartas, hicieron cantos para alentar sus causas y peticiones, y atendieron a medios de comunicación.
Allí, Pastor Alape, excomandante del Bloque del Magdalena Medio de las Farc, y ahora delegado del partido FARC ante el Consejo Nacional de Reincorporación, le dijo a El Espectador que “no volveremos a la guerra. Vinimos a Bogotá, centro de decisiones políticas, para ratificar nuestro compromiso para la paz. Queremos que esta peregrinación sirva para hablar con el presidente; no para renegociar el acuerdo, sino para cómo implementarlo integralmente para defender la vida”.
A su turno, la senadora del partido FARC, Victoria Sandino, manifestó que las mujeres excombatientes tienen peticiones específicas para pedirle al Gobierno Nacional, también en relación con los reclamos por la seguridad de sus vidas. Sandino expresó que “a muchas compañeras las tienen amenazadas y eso lo extienden también a sus familias. Hay una voluntad de paz, pero necesitamos garantías de protección para seguir tranquilamente con esas labores”.
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La congresista agregó que en la capital, los reincorporados quieren tener una agenda en la que el eje central sea “que el Gobierno atienda nuestro clamor y que podamos exigir por el cumplimiento del Acuerdo de Paz”.
Conforme pasaba la tarde, distintos grupos de ex-Farc comenzaron a aglomerarse en la Plaza de Bolívar. la mayoría de ellos provenían del oriente del país, pero también hubo presencia de reincorporados asentados en Bogotá o en municipios de Cundinamarca y Boyacá e incluso de zonas del norte o norocidente de Colombia.
Uno de ellos es Ánderson Carranza, líder del ETCR La Plancha en Anorí (Antioquia), quien le dijo a este diario que “el Estado se debe comprometer a cuidar la vida de los firmantes de la paz y a abrir espacios para buscar diálogo con otros actores armados, porque mientras ellos sigan activos no habrá paz.”.
Carranza también enfatizó en que la situación de seguridad rural en Antioquia es delicada, porque a diferentes asociaciones campesinas y de los mismos reincorporados no les llega una cobertura plena de garantías desde las autoridades de las distintas entidades territoriales.
Ese punto de vista lo compartió Gloria Martínez, exguerrillera proveniente del nororiente del país, quien aseguró que las protecciones a la vida de las personas comprometidas con la paz no se deben limitar a los firmantes. “Se deben proteger de igual forma a los estudiantes, campesinos y otros ciudadanos del común que están siempre firmes con esta causa”, agregó.
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En su trasegar hacia Bogotá, los excombatientes de distintas zonas del país han protagonizado jornadas de perdón y reconciliación, que buscan consolidar como bandera y talante a la hora de concretar un diálogo con el Gobierno.
Uno de estos momentos fue el pasado viernes, 30 de octubre, cuando más de 300 reincorporados llegaron a Puerto Triunfo (Antioquia) para reunirse con el antiguo jefe paramilitar Ramón Isaza, con quien se estrecharon la mano y dejaron atrás los rencores de la guerra.
También, el pasado jueves 29 de octubre, un grupo de ex-Farc al mando de Pastor Alape y Rodrigo Granda ofrecieron al pueblo colombiano garantías de no repetición de sus delitos, enfatizado en un evento de perdón a las víctimas de las llamadas “pescas milagrosas” en Pipiral (Meta).
Hasta el 5 de noviembre, fecha en la que partirán de la capital, los reincorporados pasarán las noches en la sede de La Macarena de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, lugar desde el cual manejarán su agenda y estarán atentos a si llega un llamado por parte del Gobierno para entablar un diálogo directo.
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