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Bojayá, un municipio del Chocó tan nombrado en los libros y periódicos, por lo que vivió hace 15 años, marchó el 1 de mayo en la noche con antorchas encendidas por las calles del pueblo. Así empezó una etapa de duelo que el 2 de mayo de 2002 la guerra le impidió hacer. "Estamos recordando la masacre de Bojayá. La gente que allí murió sin haber necesidad. Santa María danos la paz", entonaron las cantadoras, mientras alumbraron a sus muertos en este pueblo ubicado a orillas del río Atrato.
Fueron 79 bojayasenses, dice la Unidad de Víctimas, los que murieron ese día. El Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá asegura que fueron más de 100 los que fallecieron cuando el Bloque José María Córdoba de las Farc lanzó un cilindro bomba que cayó en la iglesia de la localidad de la antigua Bellavista, mientras se enfrentaban con los paramilitares del Bloque Élmer Cárdenas, comandados por Fredy Rendón Herrera, alias El Alemán.
La historia de la exhumación de sus muertos la contarán ellos mismos. El equipo de comunicaciones del comité de víctimas, grabará minuto a minuto, desde este miércoles 3 hasta el 27 de mayo, todo el proceso de recuperación de los cuerpos para una sola cosa: sacarlos de las bolsas en las que fueron enterrados hace 15 años para hacer lo que siempre han querido los bojayasenses: enterrarlos en tumbas dignas junto al ritual de bundes y alabados de las cantadoras.
"Queremos contar esa historia nosotros mismos, pero queremos hacerlo en absoluta intimidad para que ese dolor tan fuerte pueda salir de los familiares que hemos vivido tantos días de dolor", dijo Delis Palacios, integrante del comité de víctimas de Bojayá.
La marcha de las antorchas fue en Bellavista, el pueblo nuevo que se empezó a construir hace años para los 18 consejos comunitarios y las 32 comunidades indígenas que habitan este territorio del Medio Atrato. A solo diez minutos está el viejo pueblo donde sucedió la masacre.
Aguas abajo del río Atrato queda Vigía del Fuerte. El municipio hermano del Chocó que recibió y resguardó a miles de víctimas después del fatídico suceso. Hasta allí llegarán hoy caminando y en lancha, para llevar al cristo mutilado, lo único que quedó después de que estallara el cilindro bomba en la catedral.
Luego, tras la llegada de la Fiscalía General de la Nación y de Medicina Legal, la comunidad hará una oración en dos fosas comunes que están ubicadas en La Escombrera en el viejo Bellavista.
La exhumación de las seis fosas donde están los cadáveres empezará este 2 de mayo en el cementerio de Riosucio (Chocó) y el traslado de los primeros cuerpos será el 6 de mayo hasta Bellavista nuevo. Así, la tarea continuará por los sepulcros de Vigía del Fuerte, Bellavista Nuevo, Loma Rica y Bellavista viejo. El 27 de mayo próximo esperan haber terminado el proceso con el traslado de todos los restos a la ciudad de Medellín. De ahí, esperan que en seis meses los hayan identificado plenamente y los regresen a la comunidad para darles sepultura.
"Hay muchas dudas que la comunidad quiere resolver respecto a sus muertos, y para eso es la exhumación", expresó José de la Cruz Valencia, miembro del comité de víctimas.
Bojayá a los paramilitares y Ejército: El perdón no se mendiga
El 5 de diciembre de 2016, un grupo de comandantes de las Farc, encabezado por Pastor Alape y otros miembros del secretariado, ofrecieron excusas a las víctimas en la misma iglesia que esa mañana de 2002, se convirtió en monumento de dolor y, hoy, de memoria.Aún faltan los detalles desgarradores, pero necesarios, que contiene la verdad de lo que sucedió. Paso a paso las víctimas van sanando la herida, pero también falta el perdón y los pormenores de los otros victimarios: los paramilitares y el Ejército, como lo ha dicho la justicia.
Un parque de memoria fue lo que hizo el Ejército el año pasado, sin embargo, el comité de víctimas de Bojayá dice que eso no es suficiente ante tanto dolor. "Una sentencia judicial obliga al Bloque Elmer Cárdenas y al Ejército a pedir perdón, pero no nos interesa ese perdón obligado. Queremos que el perdón salga del alma para sanar el dolor", sentenció Delis Palacios, después de caminar hasta el cementerio de Bellavista nuevo, rodeado de lona verde para indicar que ahí hay una tarea pendiente que ya empezó: desenterrar los muertos de la masacre y enterrarlos con dignidad.