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Hernando Ramos Menza participó en la siembra de setenta hectáreas de aguacate hass en la vereda Santa Rosa de Caldono (Cauca). En ese proyecto trabajan 240 exguerrilleros que, como él, hicieron parte de la columna móvil Jacobo Arenas de las extintas Farc. “Él tenía la esperanza de que trabajando en esa cooperativa algún día podría mejorar su calidad de vida, tener una casa”, recuerda Nancy Medina, quien enviudó el 6 de noviembre de 2020, tras cuatro años de convivencia con el excombatiente, que pertenecía a la comunidad indígena nasa.
Ese día, hacia las 11:30 a.m., Ramos estaba, junto a otros mototaxistas, esperando que le saliera una carrera. Él trabajaba de “motorratón”, como les dicen en el pueblo, porque el proyecto de aguacate hasta aún no ha dado su primera cosecha. Una señora le pidió que lo llevara a la vereda Santa Rosa y diez minutos después, cuando ella le estaba pagando, tres hombres abrieron fuego, Ramos la empujó para que ninguna bala la alcanzara y él recibió los disparos de fusil y pistola.
Alfonso Díaz, en ese momento gobernador del resguardo San Lorenzo del pueblo nasa, se enteró de lo sucedido a los pocos minutos. Se comunicó con el CTI de Santander de Quilichao (Cauca) y con la Policía para hacer el levantamiento. Como Ramos era del resguardo Pioyá (Caldono) y su asesinato ocurrió en territorio colectivo, las autoridades indígenas asumieron la investigación.
Lo primero que hicieron fue indagar con los mototaxistas quién había llevado a Ramos hasta el lugar del asesinato. Supieron que había sido la señora, cuya identidad nos reservamos porque fue un testigo clave. Las autoridades indígenas la capturaron ese mismo día y obtuvieron una confesión: ella sabía que lo iban a matar y hacía parte del plan, porque esa mañana le dijeron que tenía que llevarlo o, de lo contrario, secuestrarían a sus hijos.
Según cuenta Díaz, ella estuvo dudando casi una hora en el parque principal de Caldono. “Al final la presionaron por medio de una llamada, donde le dijeron que estaban cansados de esperar, que si no lo llevaba iban por sus hijos”, relató el exgobernador.
La guardia indígena protegió a la mujer. “La llevamos al casco urbano de Caldono, a medianoche la movimos a otro sitio”, contó Díaz. Al otro día consolidaron la información que tenían y los sabedores de la comunidad hicieron una reconstrucción de los hechos a partir de la espiritualidad. Tras la captura, la columna móvil Dagoberto Ramos empezó a presionar a las autoridades indígenas.
Díaz contó que cuando se puso al frente de la investigación recordó los estragos de la guerra que vio cuando era niño. Él tiene 45 años y le tocó ver manos y pies colgados de árboles después de combates entre el Ejército y las Farc. Caldono es el segundo municipio que más sufrió tomas guerrilleras en el país, según el Centro Nacional de Memoria Histórica. “Eso me dio mucha fuerza para investigar”, afirmó.
El segundo capturado por los hechos fue un menor de catorce años que los asesinos utilizaron para que transportara el armamento y pusiera una nota amenazante en el cadáver. “Lo tenemos en un centro de rehabilitación; quedó muy mal psicológicamente”, detalló Díaz.
El 13 de noviembre de 2020 la autoridad ancestral ordenó la captura de Luis Esneider Guetio Chilo, Jhon Jairo Guetio Yafue y Jesús Albeiro Chepe Collazos por el homicidio de Ramos. “Amanecimos cerca a sus casas y como a las cuatro de la mañana los capturamos”, precisó Díaz. A Guetio no lo encontraron y está prófugo de la justicia.
El 24 de noviembre se reunieron los gobernadores de seis resguardos y condenaron a treinta años de cárcel a cuatro de los implicados, dos de los cuales están prófugos; a la señora, a veinte años, y el menor de catorce años cumplirá una pena de ocho años en un centro especial. Según Díaz, “el objetivo de ellos era asesinar a tres personas más, pero todo eso se frenó”. En sus declaraciones, los capturados no contaron quiénes iban a ser las otras víctimas.
Algunos de los implicados señalaron a Ramos de integrar la Segunda Marquetalia, el grupo armado comandado por Iván Márquez, y reconocieron ser parte de la columna móvil Dagoberto Ramos, otra disidencia de las Farc. Después del asesinato apareció en Caldono un panfleto firmado por la Dagoberto Ramos en el que justificaban el homicidio y aseguraban que Ramos era un extorsionista. En Cauca han sido asesinados 42 exguerrilleros.
Por su parte, la Fiscalía investiga 238 homicidios de excombatientes. Aunque el ente investigador le aseguró a este diario que “se han esclarecido 117 asesinatos”, solamente hay 23 condenas. Preguntamos qué entendía esa institución por “esclarecimiento”, pero al cierre de esta edición no obtuvimos respuesta. De los 42 casos en Cauca solo hay una condena de la justicia ordinaria.
El rápido accionar de las autoridades indígenas en Caldono fue un buen mensaje para los excombatientes que se reincorporan en ese municipio. “La comunidad rechaza ese tipo de cosas, entonces reaccionan y buscan una armonía entre la vida, la tranquilidad, la felicidad y la integración social de manera muy respetuosa”, resaltó Jean Carlo Moreno, representante legal de la Cooperativa Multiactiva Ecomún Esperanza del Pueblo (Coomeep), integrada por 435 exguerrilleros. “Somos garantes del proceso de paz”, agregó Díaz, quien también subrayó que las comunidades nasas de la zona facilitaron la tierra para la instalación de dos zonas veredales donde los excombatientes dejaron sus armas.
Esta semana, Nancy Medina volverá a su trabajo, que dejó tras perder a su esposo. “Siento un poco de alivio porque muchos casos quedan impunes, este no porque pertenecía a una comunidad indígena”, dijo. Quiere entrar al proyecto de aguacate en el que su esposo participó, para poder cosechar las frutas que él sembró y sostener a su hijo, de dos años y medio.
Al preguntarle al exgobernador por qué actuaron con tanta diligencia frente al asesinato respondió: “La vida humana no se discute”, una frase que aún no ha sido acogida en Colombia.
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