El mapa de riesgo para la comunidad LGBT en el Caribe

Líderes de Montes de María, Urabá y el sur de Córdoba construyeron mapas de riesgos en los que identificaron los lugares críticos para su seguridad y las amenazas que reciben por su identidad de género y orientación sexual diversa.

Beatriz Valdés Correa y Juan Gómez
23 de diciembre de 2019 - 11:32 a. m.
Líderes de Montes de María, Urabá y el sur de Córdoba construyeron mapas de riesgos en los que identificaron los lugares críticos para su seguridad y las amenazas que reciben por su identidad./Cortesía.
Líderes de Montes de María, Urabá y el sur de Córdoba construyeron mapas de riesgos en los que identificaron los lugares críticos para su seguridad y las amenazas que reciben por su identidad./Cortesía.
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Sentirse hombre o mujer, expresarse desde lo femenino o lo masculino y el gusto sexual por hombres o mujeres marcaron radicalmente las relaciones humanas en el Caribe. En esta región ha sido clara la norma heterosexual: los hombres son masculinos y les gustan las mujeres; las mujeres son femeninas y les gustan los hombres. Lo que se saliera de ahí, por lo general, fue discriminado, perseguido y violentado. 

La población LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y trans) sufrieron, primero, la violencia en sus familias; luego la violencia por parte de la sociedad en la que se movían, especialmente por su expresión de género diversa, y después, la violencia que ejercieron los actores armados que estaban en sus territorios.

(Vea aquí el especial completo: El riesgo de ser LGBT en el Caribe)

En este último punto, todas las violencias se exacerbaron. La organización Caribe Afirmativo, en su informe “¡Nosotras resistimos!”, dice que “los actores armados (Farc, paramilitares y Fuerza Pública) se encontraron en un clima ideal en el que las violencias por prejuicios, con sus respectivos efectos simbólicos, contra las personas LGBT podían sumar una ventaja estratégica importante en la disputa territorial con los demás actores”. Es decir, la gente percibía como aceptable que se violentara a esta población porque, supuestamente, eran “desviados” y “hacían daño” a la sociedad que pensaban ideal. Y ese proyecto moralizante de los actores armados fue general. Lo ejercieron las Farc, que hicieron presencia a través de los desaparecidos frentes 35 y 27 en los Montes de María; frentes 5, 34 y otros en Urabá; y frentes 5, 18, 57 y 58 en el sur de Córdoba. Los paramilitares, que tenían el Bloque Montes de María, y el Bloque Central Bolívar más hacia el sur de Bolívar, en Montes de María, Bloque Élmer Cárdenas y Bloque Bananero en Urabá y las Accu (Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá). Igualmente, los Bloques Élmer Cárdenas, Héroes de Tolová y Bloque Córdoba en el sur de este departamento. Incluso La fuerza pública en Montes de María.

(Lea: “CPI debe ver el impacto de la violencia sexual en las personas LGBT”: Colombia Diversa)

Además, la sociedad seguía discriminando, mientras justificaba y legitimaba las acciones de los actores armados. Los años de la violencia armada contra la población LGBT varían, así como los tipos de violencia que usaron en cada territorio y cómo la ejercieron los distintos actores.

Varios testimonios indican que, por ejemplo, la Fuerza Pública afectó a la población LGBT tanto por acción como por omisión. En Montes de María eran frecuentes las detenciones arbitrarias que terminaban en violencia sexual. Y hay denuncias que dejan claro que tanto paramilitares como guerrillas cometieron violencia por prejuicio, violentando sexualmente, amenazando, desplazando, asesinando e incluso esclavizando.

Según Wilson Castañeda, director de Caribe Afirmativo, en estas regiones han encontrado que el patrón de victimización ha sido el de la persecución, que es el crimen que se comete contra una persona que ejerce liderazgo. Es decir, a mayor visibilidad, mayor riesgo. A esto se le suman cinco riesgos específicos: imposibilitar los liderazgos generados por personas LGBT, prohibir el uso del espacio público a las mismas, amenazar, que es el delito que más sucede, el uso de la violencia institucional especialmente por parte de militares y policías, y el control ilegal de los armados, que usan a las personas LGBT (especialmente en el sur de Córdoba, el Bajo Cauca y el Urabá) en labores de microtráfico, como requisito para que se queden en el territorio. 

(Le puede interesar: Contra la diversidad: así sufrió la guerra la comunidad LGBT del Caribe)

Para este reportaje, de la mano de Caribe Afirmativo y la Fundación Fescol, “La paz en el terreno” se reunió con un grupo de líderes y lideresas LGBT de tres regiones: Montes de María, sur de Córdoba y Urabá antioqueño. En un taller se les pidió que ubicaran, en el mapa correspondiente a su municipio, los riesgos que hoy persisten y las resistencias que han desarrollado. Este es el resultado. Algunas de estas tienen que ver con campañas de sensibilización sobre la violencia que ha vivido esta población, capacitaciones en temas de salud, como la prevención del VIH y el posicionamiento público de la agenda LGBT, las denuncias y las conquistas de espacios políticos.

El reciclaje de la violencia en los Montes de María hoy configura un panorama enrarecido que de maneras más silenciosas, pero igualmente efectivas, persiste en estigmatizar y victimizar las expresiones e identidades de género diversas. Algunos victimarios han mutado, pero las amenazas en su contra continúan, perpetuando así el miedo que los armados instalaron en esta zona montañosa desde los años noventa, estratégica para el tráfico de drogas y de armas por su geografía accidentada y su cercanía al mar.

» VIOLENCIA CONTRA PERSONAS LGBT

A veces de manera directa, a veces mediante panfletos, personas, líderes y lideresas LGBT han sido amenazadas recientemente por su condición de género. Algunas que decidieron “salir del clóset” se vieron forzadas a abandonar el territorio, otras se quedaron y han sido revictimizadas durante las últimas dos décadas: las golpearon, secuestraron, esclavizaron y las abusaron sexualmente para “corregirlas” o “castigarlas”; a otras las asesinaron, a veces, con sevicia. Muchas trabajan con miedo, por estar expuestas a la intolerancia de las calles, y conviven, con temor, con sus viejos verdugos en el mismo pueblo.

» CULTIVOS DE USO ILÍCITO

Se identifican disputas entre grupos armados ilegales por el control de los cultivos de uso ilícito presentes en la región y de sus rutas de tráfico intermunicipales. En el contexto urbano, preocupan el microtráfico y el consumo, sobre todo de menores que estarían siendo utilizados para vender estupefacientes. 

» PROPIEDAD DE LA TIERRA

El reclamo campesino por las tierras despojadas durante los años más duros de la violencia paramilitar ha sido foco de amenazas y agresiones.

ACTORES QUE GENERAN RIESGO

A pesar de que se han reducido los niveles de violencia que hacía unos años ejercían guerrilleros de las Farc, paramilitares de las Auc y miembros de la Fuerza Pública contra la población LGBT, el riesgo no ha desaparecido. Todo lo contrario, de la parcial desmovilización paramilitar se reciclaron las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, señaladas de continuar victimizando a la población, al igual que grupos de “jíbaros” que trabajan con estructuras armadas para distribuir droga y reclutar distribuidores, entre ellos jóvenes urbanos. 

Muchas veces no es posible identificar a los actores violentos. Los panfletos en los que amenazan a personas de la comunidad LGBT, por ejemplo, son firmados por grupos que se autodenominan Águilas Negras, cuya existencia es puesta en entredicho por las autoridades colombianas y organizaciones académicas que estudian el conflicto. Todo ha sido atestiguado por la sociedad civil, que, en parte y motivada por sus prejuicios contra las personas LGBT, ha seguido teniendo una mirada cómplice ante estas violencias.

En los 11 municipios que conforman este territorio hay lugares prohibidos. Las zonas de manglar, en la costa, barrios enteros y vías secundarias están identificadas como sitios de peligro, donde siguen ocurriendo crímenes. Desde el 1° de enero hasta el 1° de octubre de 2019, en esta región ya se contaban 5.905 víctimas del conflicto. 

En la subregión correspondiente a Antioquia, la población LGBT fue víctima de vejaciones sistemáticas, que además se cometieron ante los ojos de los civiles. Hoy siguen teniendo miedo. Lugares como Chigorodó y Arboletes son sinónimo de miedo y peligro para este sector.

» VIOLENCIA CONTRA PERSONAS LGBTI

Quienes lideran la defensa de la población LGBT en el Urabá deben ser cautelosos, pues existe un abierto rechazo y discriminación en su contra, tanto de los grupos armados ilegales que allí delinquen como de parte de la población civil; en algunos pueblos existe la creencia de que “ser gay es contagioso”. Principalmente grupos provenientes del paramilitarismo ejercen un amplio repertorio de violencia en su contra: desde insultos, intimidaciones, cortes forzados de cabello y “vacunas” a quienes optan por la prostitución, hasta amenazas (directas o a través de panfletos), golpes, secuestros, desapariciones forzadas y homicidios. 

» CULTIVOS DE USO ILÍCITO

La población civil convive, por un lado, con la producción y el tráfico de drogas ilícitas, sin muchas posibilidades de denunciarlo por el riesgo que conlleva, y por el otro, con un fuerte mercado interno, que involucra el consumo por parte de menores de edad y de algunas personas LGBT. Estos últimos, en un contexto de pocas oportunidades laborales, optan por la venta de drogas, una actividad riesgosa por su exposición al maltrato de los narcotraficantes.

» PROPIEDAD DE LA TIERRA

Mediante panfletos son amenazados los reclamantes de las tierras despojadas por paramilitares.

ACTORES QUE GENERAN RIESGOS

En el Urabá, la población LGBT ha sufrido históricamente maltrato tanto de guerrilleros de las Farc, como de miembros de grupos paramilitares y de la fuerza pública, sin embargo, desde que la guerrilla fue expulsada del territorio, los ‘paras’ se convirtieron en los principales agresores en su contra. Tras la parcial desmovilización paramilitar (2004-2006) en el Urabá, disidencias continuaron delinquiendo abiertamente, bajo los nombres de Autodefensas Gaitanistas de Colombia, o Clan del Golfo, y las supuestas Águilas Negras, responsables de persecuciones, desapariciones forzadas, homicidios-feminicidios y agresiones físicas, sexuales y psicológicas contra las personas LGBT. La existencia de las Águilas Negras es puesta en entredicho por las autoridades colombianas y organizaciones académicas que estudian el conflicto. Todas estas agresiones ocurren sin mucha reacción de las autoridades oficiales y de la población civilque comparte prejuicios contra su orientación sexual y expresión de género diversas.

El panorama se ha configurado así: el peligro mayor pesa sobre quienes lideran la restitución de tierras, la sustitución de cultivos de uso ilícito y los dirigentes políticos. Los liderazgos del sector LGBT siguen resultando “indeseables” para los actores armados, pero no son un blanco específico. Sin embargo, las amenazas, a veces por medios de panfletos, siguen haciendo alusión a que no quieren a “las maricas”.

» VIOLENCIA CONTRA PERSONAS LGBT

En el sur de Córdoba la población LGBT, como toda la población, se siente en riesgo. Esto no quiere decir que no tengan una afectación particular, sino que no se ha develado un plan de ataques sistemáticos hacia este sector. Las cifras muestran que, si bien no hay un riesgo particular hacia los liderazgos, las personas con sexualidades e identidades de género diversas sí son violentadas.

En este territorio pasa algo particular: los actores armados se valen de las personas LGBT para vender drogas o llevar mensajes a cambio de permitirles quedarse en el territorio y no ser agredidas. A menudo, cuando una persona de la población es asesinada, las autoridades rápidamente dicen que el crimen tuvo que ver con la criminalidad y no con su expresión o identidad de género. 

» CULTIVOS DE USO ILÍCITO

Según la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito, en Córdoba en 2018 se registraron 4.636 hectáreas de coca. Estas están concentradas en cinco municipios del sur: Montelíbano, Puerto Libertador, San José de Uré, Tierralta y Valencia. La disputa por el narcotráfico es entre los Caparrapos, una banda criminal integrada por exparamilitares de las Auc, Autodefensas Gaitanistas de Colombia, disidencia del Farc (Nuevo Frente 18 Román Ruiz) y se habla incluso de carteles mexicanos.

» PROPIEDAD DE LA TIERRA

En esta zona del departamento se concentra el mayor número de hectáreas despojadas de la región, debido a que fue ahí donde tenían base los paramilitares y donde también se desmovilizaron. Los reclamos de tierras, incluso desde la época de la desmovilización, han desembocado en asesinatos. Incluso, se presentó el caso de una reclamante de tierras de la población LGBTI que ha sido fuertemente amenazada.

ACTORES QUE GENERAN RIESGOS

El sur de Córdoba, y por lo tanto la población LGBT, siguen estando cercados por el paramilitarismo, que comenzó a verse en la década de los 80 y todavía no se va. Actualmente hay presencia de los grupos los Caparrapos, las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, o Clan del Golfo, la disidencia de Farc Nuevo Frente 18 Román Ruiz y de grupos desconocidos que envían panfletos e insisten en autodenominarse Águilas Negras.

¿Qué es “La paz en el terreno”?

“La paz en el terreno” es una alianza entre Colombia 2020 y Rutas del Conflicto que le mide el pulso a la implementación del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y la exguerrilla de las Farc. La plataforma almacena contenido periodístico y herramientas con bases de datos que permiten monitorear dos temas puntuales: la situación de líderes sociales y la reincorporación de excombatientes de las Farc.

Para mayor información, consultar lapazenelterreno.com

Esta publicación es posible gracias al apoyo de la fundación alemana Friedrich-Ebert-Stiftung (FES) en Colombia y de la Corporación Caribe Afirmativo.

Por Beatriz Valdés Correa y Juan Gómez

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