Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Hoy se puede decir, definitivamente, que ninguna de las 8.994 armas que los guerrilleros de las Farc depositaron en los contenedores de la Misión de las Naciones Unidas en Colombia puede disparar. Ya son inofensivas y su destino no podrá ser nunca más el de dañar a los colombianos. Pistolas, revólveres, fusiles de asalto y precisión, escopetas, ametralladoras, lanzacohetes, lanzagranadas, morteros, granadas, municiones, son ahora el desecho de un conflicto de medio siglo y el destino que les espera será convertirse en monumentos para hacer memoria de un episodio nefasto de la historia del país, para que nunca vuelva a ocurrir.
Le puede interesar: “No siento nostalgia por dejar las armas”: “Timochenko”
El escenario que vive Colombia, y en eso puede que el presidente Juan Manuel Santos tenga razón, era impensable hace algunos años. Y tal como dijo el primer mandatario ayer —desde una bodega en Funza (Cundinamarca), en la que permanecen 33 contenedores con armamento de las Farc—, muchos no creían, ni los más optimistas, que se llegaría a la destrucción de las armas de la que hasta hace poco era la guerrilla más antigua del continente.
El mandato que se le había otorgado a la Misión de la ONU en Colombia por las partes y por el Consejo de Seguridad del organismo desde el 15 de enero de 2016, parece haberse cumplido a cabalidad un año y ocho meses después. “Esperamos haber honrado el compromiso con la sociedad colombiana (…) confiamos en que la finalización de la dejación de armas no sea el fin de los esfuerzos de paz”, señaló Jean Arnault, jefe de la Misión de la ONU, a cargo del ejército sin armas de observadores que llegaron desde varios países del mundo a hacer la verificación del cese al fuego y la dejación de armas.
Tampoco hay dudas por parte del Gobierno de que apenas se dio el primer paso y lo que viene, y está pasando, es más complejo aún. Luego de haber entregado con sus propias manos a los funcionarios de la ONU la última arma, un fusil de asalto AR-15 que fue cortado en puntos específicos para dejarla inservible, Santos le habló al país: “Hoy es un día importante. Termina el proceso de dejación de armas, ese fusil ya está deshabilitado, como lo están todas las armas que se entregaron en este proceso (…) Este paso nos obliga a concentrarnos con mayor fuerza en lo que falta, y falta mucho”, dijo.
Vea también: 10 anécdotas que usted no conocía sobre las dejaciones de armas en Colombia
De ese camino hacen parte las caletas que falta por extraer. De acuerdo con el organismo internacional, se recibió la información sobre la ubicación de 1.027 depósitos ilegales de armas que pertenecían a las Farc. De estas se extrajeron 750 en 182 operaciones. El resto aún por extraer e inhabilitar es una tarea pendiente del Gobierno, que también ha estado, por su lado, ubicando depósitos de las Farc. De acuerdo con información del Ministerio de Defensa, entre el 24 de noviembre de 2016 y el 31 de agosto del 2017 se incautaron 351 caletas con 599 armas, 141.809 municiones, 7.310 kilogramos de explosivos, 41.000 metros de cordón detonante y mecha de seguridad, 9.690 detonadores y 5.579 artefactos explosivos.
Después de varias prórrogas en el calendario, uno de los puntos gruesos de la construcción de paz encuentra su puerto, a medida que, en otras aguas turbias, navega la implementación del Acuerdo de Paz en el Congreso. Pero ese es otro cuento.