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Uno de los grandes interrogantes que se abre con la declaratoria de Iván Márquez, Jesús Santrich, Romaña, el Paisa y otros mandos medios de la extinta guerrilla de las Farc de volver a las armas es qué tipo de guerra se librará entre este grupo y el Estado. ¿El país volverá a padecer por las pescas milagrosas o los secuestros masivos, las tomas a poblaciones con el uso de cilindros bombas, volverá la sociedad a sacudirse con atentados como el que ocurrió en el club El Nogal?
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El manifiesto leído por Márquez suelta varias pistas de lo que podría ser el actuar de este grupo de disidentes, entre los que están ocho de los más curtidos mandos de los bloques Sur y Oriental de la exguerrilla. En primer lugar anuncia que su grupo no estará a la ofensiva y que no atacará a soldados y policías, sino que su objetivo será la "oligarquía".
“No van a dar la pelea con soldados y policías en selvas ni pueblos remotos, se dedicarán a una guerra más urbana, tal vez utilizando el recurso de los explosivos (léase terrorismo), golpeando en las ciudades a la oligarquía colombiana y al Estado en las altas esferas”, dice un excompañero de armas de varios de los mandos que aparecen en el video y que no quiso revelar su identidad ni retomar las armas pese a las continuas invitaciones que le hicieron.
No se trata solo de una simple alusión romántica, cuando el manifiesto anuncia que ha comenzado “la Segunda Marquetalia”. Esta referencia no solo evoca la lucha que inició Manuel Marulanda en el año 64, sino que de manera explícita se refiere a la tradicional guerra de guerrillas, a una confrontación hecha con pequeñas células, unidades tácticas de combate compuestas entre tres y cinco combatientes, con gran movilidad, que se dispersa con facilidad, que usa explosivos y minas de manera defensiva.
Volverán, sin duda, a las comunicaciones basadas en fuentes humanas. Cero tecnología. Ya sufrieron en carne propia las consecuencias de la infiltración con microchips, la persecución con aviones fantasmas, visores nocturnos, la interceptación de radiocomunicaciones, los detectores de calor que les permitió a las Fuerzas Militares identificar grandes grupos antes de bombardear.
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Eso les significará moverse más entre la población civil, reconstruir sus redes de apoyo y de abastecimientos. Y en esta tarea seguramente se apoyarán en células del Partido Comunista Clandestino (PC3) y del Movimiento Bolivariano que no se desactivaron tras la dejación de armas de la exguerrilla.
Experiencia y juventud
El grupo de mandos que acompaña a Márquez evidencia experiencia, hombres con más de tres décadas en la guerra, que sobrevivieron a la etapa más sangrienta de la confrontación, que conocieron a sus enemigos durante la negociación y que alcanzaron a estar en la civilidad y recoger información. Esa es una ventaja estratégica.
Pero es también su mayor debilidad. Las fuerzas estatales les demostraron que conocían muy bien a la guerrilla con la que se sentaron a negociar en La Habana. El intercambio con los militares en la mesa les permitió ser más conscientes de sus debilidades. Para eso sirvieron las charlas entre cafés interminables en los pasillos de Palco, el lugar donde negociaron por casi dos años.
Por otro lado, Márquez emerge como el jefe del nuevo movimiento, pero a pesar de que hay caras conocidas, se trata de un grupo nuevo. “Efectivamente en ese grupo hay experiencia militar y terrorista, experiencia política y comunicacional. Hay relaciones internacionales y están en un área donde financiarse no les será difícil. Me refiero a que es fácil conseguir elementos para una economía de subsistencia por un buen tiempo y a futuro próximo. Eso les da respiro para planear la consecución de recursos necesarios en un futuro próximo”, dice uno de los oficiales de inteligencia militar que les propinó algunos de los más fuertes golpes a la extinta guerrilla.
Este oficial que los conoció y persiguió por años llama la atención sobre la presencia de varios reclutas jóvenes. Esa será una de las claves para su accionar en el futuro, ya que necesitan crecer cualitativamente y para ello Márquez y compañía trabajaron en un discurso (se nota la mano de Santrich en varias expresiones rimbombantes) para convocar a luchar contra la traición, la oligarquía, la corrupción y la politiquería.
Las banderas de Marulanda
En ese sentido, este nuevo movimiento intentará recoger los documentos rectores de las Farc del año 64. Pero ya se les adelantó Gentil Duarte, jefe del frente Primero, quien no entregó las armas y desertó del proceso de paz antes de la concentración de tropas para el cese al fuego, en enero de 2017. El hecho de que Duarte e Iván Mordisco, del antiguo frente 7, no estén en este grupo, evidencia que la enorme fisura que hay entre las dos facciones no será fácil de superar.
Se sabe que las negociaciones entre la facción de Gentil y Mordisco, y la de Iván Márquez para unirse no han sido fáciles. Gentil es muy crítico con su exjefe por haber firmado el Acuerdo Final, por haber dejado las armas y por participar en la fundación del partido político de la rosa. Los dos se disputan hoy la herencia de los principios fundacionales de las antiguas Farc, con algunos matices que ya el exjefe negociador marcó en su discurso.
(Lea: La verdad de las víctimas que se quedará en la selva por el rearme de Márquez)
Pero es muy factible que en el futuro encuentren la forma de reconciliar sus diferencias en torno a quién debe llevar las banderas de Marulanda y ser el comandante de la nueva estructura. Se trata de una relación de viejos amigos. Gentil y Márquez han sido siempre muy cercanos. Coincidieron en sus posiciones críticas al proceso durante su estadía en La Habana. Se sabe que Duarte fue el que le ayudó a Márquez a salir de Miravalle y llegar a la frontera con Venezuela, donde ha estado tratando de conformar la nueva guerrilla.
¿Unión a la vista?
¿Cuántos grupos disidentes logrará cohesionar “Iván Márquez”?
Es una respuesta difícil en este momento. Por ahora, lo que muestra el video es que ha logrado llevarse al frente 33, que está representado por Villa Magdalena, comandante de la columna móvil Antonia Santos de la exguerrilla y conocido crítico del Acuerdo, a pesar de que hizo dejación de armas y se concentró con sus excompañeros en Caño Indio, Norte de Santander.
La presencia de Wálter Mendoza en el video parecería garantizar que las disidencias que operan en el Cauca también se unen al grupo de Márquez y compañía. Y aunque no hay representante de las estructuras de Antioquia en el video, podrían estar muy cercanas al exjefe negociador.
Las estructuras del Pacífico nariñense, como el frente Óliver Sinisterra y las Guerrillas Unidas del Pacífico, que libran una guerra en ese territorio, no harían parte de esta naciente guerrilla. Con estas estructuras se enfrentó en su momento Romaña, cuando estuvo como jefe de la zona veredal de La Variante, en Tumaco.
La estructura de Arauca, dirigida por Arturo o Gerónimo, tampoco está representada en el video, pero está muy cercana a Márquez y estaría dispuesto a aceptarlo como jefe del nuevo grupo.
Aún hay muchos interrogantes sobre la posible unidad de estos grupos. Esas dudas se despejarán cuando logren realizar la décima conferencia, que marcará sin duda la creación de la nueva estructura con unidad de mando y estado mayor central. Por ahora seguirán dispersos y atomizados.
Los retos para el Estado
Esta realidad le plantea al Estado varios retos y le ofrece algunas ventajas también. A favor de las Fuerzas Militares juegan varios factores: el conocimiento de estos combatientes y de su forma de actuar, una enorme experiencia de cinco décadas de lucha contraguerrillera con estructuras como las fuerzas de tarea conjunta, la fuerza de despliegue rápido, las fuerzas especiales, batallones de alta montaña y el conocimiento en inteligencia.
Los retos están en regresar a la guerra de guerrillas, a combatir contra grupos pequeños con un apoyo operativo en los milicianos y otras estructuras clandestinas, a perseguirlos en territorios como Guaviare, Inírida y Vaupés, con Venezuela como una retaguardia estratégica enorme.
“Las líneas logísticas se tienen que extender, va a ser muy costoso permanecer sostenidamente en esas áreas. A las Fuerzas Militares les tocará mirar el país de otra forma. En esos territorios el éxito de las operaciones no radica en las capacidades de entrenamiento o conocimiento de tácticas, sino en problemas de logística, que es algo estratégico”, comenta el oficial de inteligencia consultado.
El panorama muestra que este y otros grupos disidentes se parecerán cada vez más al Eln en su accionar. Más trabajo en lo urbano, con un esfuerzo de infiltración en los poderes locales, con capacidad de mimetizarse en la población civil.
En este sentido, Juan Carlos Garzón, investigador de la Fundación Ideas para la Paz, recalca que tener como retaguardia a Venezuela les garantiza a estos disidentes una importante fuente de recursos, a partir de economías ilegales como el contrabando. “Hay que recordar que la última confrontación entre Farc y Eln en Arauca fue, en gran parte, por este tema”.
No parece fácil que los diferentes grupos disidentes se junten o logren la unidad con el Eln. Seguramente seguirán con alianzas puntuales, más funcionales a sus fines operativos dependiendo de la realidad de cada territorio. Eso ya viene ocurriendo en Arauca y el Catatumbo, por ejemplo.
“No se puede olvidar la larga historia de confrontación entre Farc y Eln, solo han operado juntos en algunos momentos. La línea dura del Eln es la que tiene fuerza en la frontera con Venezuela con Pablito, donde están los enclaves cocaleros. Será difícil establecer un discurso común con el ala más radical”, precisa el investigador de la FIP.
Para el Eln no debe ser fácil que la atención del país se vuelque sobre un nuevo grupo guerrillero, y más cuando habían logrado estar en primera línea, erigirse como la principal amenaza de seguridad tras la desaparición de las Farc.
“Para el Estado esto significa un reto enorme, porque tendrá un enemigo más difuso, más móvil, será una prueba para la capacidad de las Fuerzas Militares. No habrá combates abiertos e intensos, y significará nuevos esfuerzos en inteligencia. Además, tendrán una gran presión para mostrar resultados”, concluye Garzón.
A pesar de algunas certezas, quedan abiertos muchos interrogantes. ¿Cómo logrará Iván Márquez cohesionar a todas las facciones, cómo convencerlos y qué incentivos podrá brindarles?
Y aunque a Márquez lo acompañan hombres curtidos en la guerra como Romaña, el Paisa, Aldinever o el Loco Iván, eso no significa que tengan la capacidad operativa suficiente para lograr objetivos a corto plazo, es decir, acciones con poder desestabilizador. No les será difícil conseguir armas y pertrechos, pero no se sabe si podrán sostener operaciones, si podrán crear una estructura con mando y control, ni qué tácticas y técnicas usarán.
Los conocedores de estos temas auguran una guerra distinta a la que vivimos en las últimas décadas en Colombia, pero no se atreven a hacer apuestas sobre cómo será esa confrontación. Mientras tanto, la incertidumbre es la constante en los territorios que tienen presencia de estos grupos disidentes que parecían no tener un norte claro, y a los que al parecer les acaban de surgir nuevos jefes y nuevos horizontes.
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¿Qué disidencias podrían entrar en la alianza?
De acuerdo con Juan Carlos Garzón, investigador de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), los frentes disidentes con mayores probabilidades de alianza con los desertores liderados por Iván Márquez son:
a) Aquellos que antes del pronunciamiento de Márquez habían logrado un nivel de coordinación bajo el mando de Gentil Duarte (como los frentes 1 y 7).
b) Aquellos que estuvieron influenciados por los liderazgos de “El Paisa”, “Márquez y “Santrich”.
c) Estructuras pequeñas que conserven la línea ideológica de las Farc y busquen respaldo económico y militar como:
- Disidencias del frente 1: Guaviare, Vaupés
- Disidencias del frente 7: Sur de Meta, Caquetá
- Disidencias del frente 62 (antiguo grupo de “Cadete”): Caquetá
- Disidencias del frente 10 (para ganar fuerza): Arauca
- Disidencias del frente 6 (hay información de emisarios del Frente que ya estaban en contacto con esta estructura): Norte de Cauca, Sur del Valle del Cauca
- Disidencias del frente 18 (interés político): Antioquia (Ituango)
Disidencias sin una clara articulación con Iván Márquez
Hay algunos frentes disidentes de la guerrilla de las Faec cuyo perfil (más inclinado a las economías ilegales, menos político) serían difíciles de atraer a esta propuesta de “nueva guerrilla”. De hecho, según la FIP algunas fuentes indican que Gentil Duarte ha intentado incorporar estas y otras disidencias sin lograr resultados. Las disputas entre disidencias también dificultan la articulación, por ejemplo, en Nariño el enfrentamiento entre el frente Oliver Sinisterra (FOS) y las Guerrillas Unidas del Pacífico (GUP) complica establecer una alianza.
- Disidencias del frente 36: Norte de Antioquia
- Frente Oliver Sinisterra: Pacífico nariñense
- Guerrillas Unidad del Pacífico: Pacífico nariñense
- Disidencias del frente 48: Putumayo
- Disidencias del frente Carlos Patiño: Sur de Cauca
- Disidencias del frente 33: Catatumbo
- Disidencias del Pacífico Caucano: Pacífico, Cauca
"Es importante tener en cuenta que, aunque aquí se señala la zona de influencia, no todas las disidencias tienen la misma capacidad militar. Hay grupos que tienen influencia departamental y otros más focalizada", aclara Garzón.