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El terror se está apoderando de Argelia (Cauca). Grupos armados ilegales, que se disputan el control del territorio, asesinan, extorsionan, amenazan y amedrentan a los habitantes de este municipio, quienes conocen de primera mano, la devastación que trae consigo la guerra. La última semana fue ejemplo de este panorama de violencia: asesinaron al líder social Fabio Andrés Gómez; amenazaron y declararon objetivo militar al alcalde Jhonnatan Patiño y dos concejales, Nancy Santacruz y Disney Gallardo tuvieron que salir huyendo de Argelia por las amenazas en su contra.
Frente a los responsables de estos hechos violentos, hay más dudas que certezas. En el caso de las amenazas al alcalde Patiño, en un principio como lo denunció a la Fiscalía, detrás estaría la estructura “Carlos Patiño” de las disidencias de las Farc. Así lo constata el remitente de la amenaza que recibió por medio de redes sociales el pasado 18 de agosto. Sin embargo, dos días después, el mandatario recibió un comunicado, también firmado por la “Carlos Patiño”, asegurando que ellos no habían sido los autores de dicha amenaza.
El hecho, que ya es materia de investigación, retrata la dificultad que hay detrás de identificar plenamente a los actores armados que están haciendo presencia en la zona. “Es una zona gris, una mescolanza de disidentes, de paramilitares, ahí no hay ideología”, aseguró el alcalde. Cabe recordar que, hace tres meses, en la zona incursionó un grupo de 30 hombres fuertemente armados y usando camuflado. En aquel entonces, las comunidades de Argelia denunciaron que “paramilitares llamados disidencias habían entrado al municipio”.
Con estos antecedentes y el recrudecimiento de la violencia en Argelia, el alcalde amenazado Jhonnatan Patiño alertó sobre la presencia de grupos armados que están tomando represalias contra la población civil y líderes. Le pide al Gobierno que medidas efectivas para frenar la ola de violencia en un territorio, donde el alcalde, a pesar de contar con un anillo de seguridad, no se atreve a recorrer.
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Después de la denuncia de las amenazas en su contra, ¿qué ha pasado?
El viernes 21 de agosto se llevó a cabo un consejo de seguridad. Ahí se adelantaron tres temas: el asesinato del líder social en La Cristalina, él era vicepresidente de la Junta de Acción Comunal y muy querido en la población. También, se tocó el tema de las amenazas en mi contra y de los dos concejales. Incluso, el mismo presidente de Concejo alertó sobre el temor que se viene fundando en la región.
El Ejército y las instituciones responden que “ahí están actuando”, que se están moviendo, y que la capacidad tampoco es demasiada. Sin embargo, aquí está el Batallón número 56 y otras unidades del ejército. Aunque dicen que están moviéndose, la violencia se ha agudizado.
¿Hace cuánto se recrudeció la violencia y cómo llegó la “Carlos Patiño” y el comando coordinardor de occidente?
Ese grupo, la estructura de la disidencias de las Farc “Carlos Patiño”, es responsable de las amenazas y entró en marzo por el corregimiento de El Mango pero ellos intentaron entrar el año pasado como en junio más o menos. Lo primero que ellos hacen es que entran amenazando, diciendo que van a matar a todo el mundo. Que el que ande de noche, que el que salga tenga cuidado, diciendo que van a controlar el territorio. Esa vez, el Ejército lo sacó prácticamente. En El Plateado, tuvieron un enfrentamiento con el ELN y les mataron a algunos, entonces los fueron sacando.
En marzo de este año otra vez volvieron y de ahí pasaron por El Mango y directamente por El Plateado y y toda la zona hacia abajo de Argelia. Esta vez no hubo confrontación directa contra el ELN, no se sabe por qué. De ahí para adelante, ha habido enfrentamientos entre ellos (el ELN y la “Carlos Patiño”), pero la presencia del Ejército no ha sido muy contundente.
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¿Había recibido amenazas antes?
Amenazas directas en mi contra sí, desde marzo cuando llegaron las disidencias, hicieron unas reuniones en El Plateado y ahí mencionaron a la Asociación Campesina de Trabajadores de Argelia Cauca (ASCAMTA) y a la Alcaldía. También en un panfleto en mayo cuando publicaron en una amenaza generalizada pusieron mi nombre y el de otros líderes. En la amenaza más reciente me ubicaron a mí como el centro.
¿Por qué cree que las amenazas van dirigidas directamente a usted?
Porque nosotros venimos trabajando con la Asociación ASCAMTA desde hace varios años ya. Y ellos esta vez que entraron a Argelia, buscaron fue a los líderes, para que trabajaran con ellos. Les decían que ellos ellos eran las Farc, que ellos iban a volver a ser como antes, que iban a controlar el territorio. Pero la gente no les cree que sean las Farc sino que son otro grupo, son disidencias al margen de la ley.
Incluso, algunas comunidades dicen que este grupo viene acompañado por el Ejército, porque si los dejaran solos el ELN lo enfrenta y lo saca, pero cuando hay peleas llega el Ejército y se frena ya no pueden confrontarse más. Incluso dice la gente que ellos andan junto al Ejército, por eso les llaman paramilitares. Porque hay veredas en las que se ha ido el Ejército y han llegados ellos. La población no ven una confrontación tan decidida, pero el Ejército dice que eso no es así, que nada que ver y que ellos atacan a todos los grupos.
Es una zona gris, para identificar a los actores entonces...
Sí claro, son revueltos, no son solamente disidencias de Farc, ellos recogen lo que sea, en su afán por aumentar sus filas. Uno no ve ahí como una ideología, sino que es un tema de recursos, por plata, por controlar el territorio y las rutas del narcotráfico.
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¿Qué ha pasado con las comunidades que están en medio de este conflicto?
Cuando un grupo armado en una zona cuentan con los líderes y con la gente como tal, la misma gente los cuida, como llegó a pasar con las Farc hace ya algunos años. Sin necesidad de ser milicianos, la gente lo hacía por protección. Y ahora, llegan diciendo lo mismo, pero la gente ya no les cree, no los apoya.
Todo lo contrario, la gente lo que hizo fue alejarse, no meterse en eso. Siempre la gente del común le va a preguntar a los líderes, y ellos le dicen que mejor no se metan, mejor quedarse en la casa tranquilos, etc. Eso hace que los armados estén tan bravos y busquen represalias, tanto como con la asociación campesina como la Asociación de Juntas de Acción Comunal. Esa es la razón, no querer sumarse a la causa de ellos.
¿Qué otros factores podrían incidir en que se concentre la violencia en este territorio?
Aquí había una fuerte presencia de las Farc y ellos quieren llegar a esas zonas. La gente no les copia, muy pocos lo hacen, y eso genera esas complejidades. Seguramente aunque hay algunas instituciones por ejemplo la Fudra 4 y el batallón, la acción de estas no se ve contundente. También el tema de la ruralidad, hay muchos ríos y veredas donde cualquier grupo se puede ir a meter a esconderse por muchas razones y sembrar el terror. El tema del narcotráfico influye porque el Cauca, así como Nariño y Chocó tiene la salida al pacífico entonces las rutas y el dominio pueden afectar la conflictividad y que la violencia continúe.
¿El contexto de violencia se ha complicado desde la pandemia?
Precisamente, como coincidencia, en marzo que empezó todo lo de la pandemia y en marzo entró la “Carlos Patiño” Entonces claro el nivel de zozobra y violencia se incrementó bastante, pero más que todo por la venida del grupo, no tanto por la pandemia. El tema de la pandemia acá las comunidades ayudaron mucho, primero a evitar movilidad, control y distanciamiento. La gente lo supo sobrellevar, claro la economía decayó un poco naturalmente pero la pandemia no ha generado tantos estragos como la violencia.
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¿Cuál es su mayor preocupación en estos momentos?
Nuestra mayor preocupación es que esta ola de violencia no se acabe rápido. Porque como van las cosas, el ELN va ahí tratando de recuperar su territorio y las disidencias ahí, la población civil en el medio. Cada día que dure la guerra, serán más muertos, más desplazados, más masacres. Y la gente no merece vivir en esta zozobra.
La gran preocupación es que no se reconozca lo que pasa. Al Gobierno nacional uno lo ve perdido en otras cosas, como si hubieran otras cosas más importantes que evitar que la gente se le muera. Resulta que en Colombia, no solo en Argelia, le están matando la gente al Gobierno nacional.
Ya anuncian en el Cauca que está llegando la Nueva Marquetalia, que es otro grupo que se irá creciendo y nada pasa. Uno no ve esa intención del gobierno nacional de salir de la guerra pues, porque uno no entiende si es que hay interés de que continúe la guerra o que haya narcotráfico, uno no alcanza a dimensionar en Bogotá qué se está pensando, cuál es la dirección que se le quiere dar al país.
Esas son nuestra preocupaciones de fondo, nos han dejado solos a resolverlo nosotros y no podemos.
¿Cree que esto responde esto a la “no implementación” del acuerdo de paz?
Es que esa es la raíz de todo. Acá hubo una asamblea, cuando se estaba en diálogos en la habana, porque se sabía que se iba a trabajar un programa de sustitución. En esa época yo era diputado y junto a la asociación campesina fuimos vereda a vereda y convencimos a la gente para que se metiera al programa de sustitución. Recogimos en un censo propio 5.700 familias. Esto fue antes incluso de la firma del acuerdo. Cuando este fue aprobado, se hizo la reunión con el Gobierno y demás instituciones en 2016.
Hicimos tres asambleas, dos en El Plateado, en La Primavera y otra en la cabecera del municipio. En una reunión que convocó a casi 4.000 personas, me acuerdo, cada delegado llevó el censo de cada vereda, cuántos "raspachines", cuantas familias, todo lo que pedían. Y se sumaron 11.700 familias que se comprometieron con el PENIS (Programa Nacional de Sustitución de Cultivos de uso Ilícito). Nunca más vino el gobierno nacional por acá.
Cuando llegó Duque no continuaron con eso. Puede que les haya parecido mucha gente, pero la gente decía "no importa, que arranquen con 1.000 familias al menos, pero que se vea que va a avanzar". La gente creía porque le daban otras salidas de producción, más que todo agropecuarias.
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¿Qué consecuencias ha traído este reversazo en el territorio?
Si eso se hubiera hecho, al menos con menos familias para empezar, si hubiéramos avanzado habría menos coca y menos grupos armados tratando de venirse a tomar el territorio, extorsionando y amenazando a la gente. En últimas esos grupos vienen es a buscar plata del narcotráfico.
Por su parte, los reincorporados acá hacen bastante con lo que pueden en sus programas de sembrar café y lagos para vender peces. La gente los apoya, pero es mínimo lo que en materia de reincorporación se les ha ayudados a ellos también. Todo eso hace que el conflicto se agudice.