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El próximo 4 de abril los hermanos Dumar y William Aljure Martínez retornarán a su finca Las Esmeraldas, en zona rural de Mapiripán (Meta). Sobrevivieron a la masacre paramilitar de julio de 1997, pero no a la avanzada paramilitar de julio de 2012, luego de la cual tuvieron que abandonar de manera forzada sus tierras. Los amenazaron de muerte si denunciaban los hechos a las autoridades. No obstante, los dos hermanos han decidido regresar.
No escogieron esta fecha de manera aleatoria. Un 4 de abril , pero de 1968, su abuelo, Dumar Aljure Moncaleano, excomanadante de las guerrillas liberales de los Llanos en los años cincuenta, murió a manos del Ejército. Los uniformados llegaron hasta la casa de Aljure Moncaleano —amnistiado en 1953 por la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla— porque, según la información de la Fuerza Pública, había matado a un camarero. Junto con el exjefe subversivo murieron su esposa y dos de sus hermanos.
Cuando se concretó ese proceso de paz con las guerrillas de los Llanos Orientales, el presidente Rojas Pinilla, además de la amnistía, le ofreció el predio las Esmeraldas. Un territorio de 120.000 hectáreas que quedó en manos de su descendencia, al perder la vida 15 años después. En diálogo con El Espectador, los hermanos Aljure Martínez le explicaron a este diario que la lucha para que los terrenos quedaran en poder de la familia duró más de dos décadas tras la muerte de sus abuelos.
“Los terrenos quedaron en manos de nuestro padre, (Juan Pablo Aljure) y nuestros tíos solo hasta 1993, cuando un juzgado de San Martín (Meta) así lo decretó. Para el momento de la muerte de nuestros abuelos todos ellos eran menores de edad”, aseguraron los hermanos Aljure Martínez.
Además de recuperar la propiedad que perdieron tras el destierro de 2012, los nietos del exjefe guerrillero quieren donar parte de Las Esmeraldas para que víctimas del conflicto, campesinos, y excombatientes de las Farc puedan desarrollar proyectos productivos durante la implementación del Acuerdo de Paz. El 24 de marzo de 2017, en la Casa de Nariño, los hermanos Aljure Martínez le expresaron al Gobierno y a la Comunidad Europea su intención. Aún no han indicado cuántas hectáreas donarían.
William Aljure señaló que su abuelo “tenía el sueño de repartir sus tierras con los compañeros guerrilleros. Nosotros sabemos lo que han sufrido los campesinos a raíz del conflicto armado. Solo queremos hacer realidad el sueño de mi abuelo. Sabemos qué es vivir la guerra en Colombia”. Y sí que la conocen. “En noviembre de 1985 mataron a mi tío Liberio. En marzo de 1990 mataron a mi tío Dumar, miembro de la Unión Patriótica. En agosto 1993 los paramilitares asesinaron a mi papá. En agosto de 2002 mataron a mi mamá.”, contó William Aljure. En total, la guerra le robó once familiares al clan Aljure.
Sin embargo, él mismo es consciente de que el baño de sangre que sufrió su familia, miles de campesinos colombianos lo han vivido también. Además, saben que la restitución de tierras en los últimos años ha estado ligada a intimidaciones, violencia y muerte. “No sabemos cómo está la situación de orden público en Mapiripán. Tenemos miedo de lo que les pueda pasar a nuestras familias. El día del retorno la gobernadora del Meta y la Policía se comprometieron en acompañarnos y el Ejército entrará a evaluar la seguridad de la zona y aplicar medidas”, señalaron los hermanos Aljure Martínez.
Las constantes amenazas, seguimientos y atentados que recibieron William y Dumar Aljure por reclamar sus tierras durante los últimos cinco años, los obligaron a salir a la cabecera municipal de Mapiripán, Villavicencio y Bogotá. “Nos sentimos inseguros. Mi hermano porta un chaleco y un celular y a mí me asignaron un escolta. Le hemos pedido a la Unidad Nacional de Protección que reevalúe nuestra situación y que nos mejore los esquemas de seguridad. Creemos que son insuficientes”, manifestó William Aljure, quien durante este quinquenio como desplazado se unió a la red defensora de derechos humanos Conpaz.
Según los Aljure Martínez, la empresa italiana Poligrow alcanzó a sembrar 30 hectáreas de palma de aceite en el tiempo que duraron desplazados. “Nosotros hicimos el reclamo a la multinacional y aceptaron que esos terrenos eran nuestros. Además, el 23 de agosto de 2012 nos llevan obligados a la vereda de Pueblo Seco (Mapiripán) en la que se encuentra Wilson Sarai, abogado representante de Poligrow. En esa reunión unos hombres armados nos amenazaron y nos dijeron que no denunciáramos. Sin embargo, lo hicimos ante la Fiscalía y organizaciones sociales”, dicen los hermanos Aljure Martínez. La firma italiana le aseguró a El Espectador que, a su vez, ellos denunciaron a los hermanos Aljure Martínez por injuria y calumnia.
“Ahora queremos enfocarnos en darle lo mejor al país. Solo deseamos construir paz en nuestras familias y las comunidades rurales. Durante la reunión que tuvimos con el Gobierno para donar una parte de Las Esmeraldas, también pedimos que los restos de nuestro abuelo, Dumar Aljure Moncaleano, aparezcan. No sabemos qué hizo el Ejército con su cuerpo luego de exponerlo públicamente en San Martín (Meta). Queremos crear un espacio de paz y memoria en honor a nuestro abuelo. En 2012, cuando fuimos desplazados, nuestra casa fue quemada y nuestro ganado robado. Tenemos que volver a empezar”, aseguraron los hermanos Aljure Martínez.