Piscícola de la Montaña, el proyecto en el que trabajan 41 exguerrilleros en Antioquia

En la vereda La Bianca, un grupo de excombatientes de las Farc llevan trabajando cerca de tres años para poder cultivar y comercializar tilapia roja. Aseguran que han enfrentado dificultades con el transporte de los pescados, el servicio de luz y la formalización de la tierra.

08 de febrero de 2021 - 01:00 p. m.
El proyecto está ubicado en la vereda La Bianca, a una hora del casco urbano de Anorí (Antioquia). Cerca de 41 excombatientes hacen parte del proyecto.
El proyecto está ubicado en la vereda La Bianca, a una hora del casco urbano de Anorí (Antioquia). Cerca de 41 excombatientes hacen parte del proyecto.
Foto: Cortesía Voluntad de Paz
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La primera pesca de tilapia roja fue en junio de 2019. Tras un año de haber iniciado formalmente el proyecto “Piscícola de La Montaña”, un grupo de 41 excombatientes de la extinta guerrilla de las Farc logró culminar con éxito el primer lote de cultivo y pesca. Este proyecto, que se encuentra ubicado en la vereda La Bianca, a unos minutos del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de La Plancha, ha salido adelante pese a varias dificultades técnicas.

La historia comienza, por supuesto, después de la firma del Acuerdo de Paz, entre el Estado colombiano y las Farc en 2016, cuando 125 exguerrilleros que entregaron sus armas y empezaron un camino hacia la vida civil, se asentaron en el ETCR de La Plancha, ubicado en el municipio de Anorí (Antioquia). Estos hombres y mujeres rápidamente empezaron a reunirse para buscar alternativas económicas y a capacitarse. Fue ahí cuando surgió la idea de la piscicultura, de la mano de la asesoría que realizaron profesionales que les enseñaron cómo redactar y enfocar proyectos. Nació, en 2018, la idea de “Piscícola de La Montaña”.

La razón para escoger el cultivo de peces la explica Maribel Román Acevedo, conocida en la guerra como “Andrea”, quien hace parte del proyecto junto con otras 13 mujeres: “Anorí ha sido siempre un municipio muy consumidor de tilapia roja, pero no había suficiente comercio, según un estudio que hicieron los técnicos. Y pues a nosotros aquí en el ETCR también nos gusta mucho el pescado (ríe)”.

Después de redactado el proyecto, lo siguiente fue la financiación. Ahí el capital semilla lo brindó la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN). Y luego, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) les brindaron los recursos necesarios para poner a andar el proyecto. Incluso les contrataron técnicos en piscicultura, administración y comercialización para que los asesoraran.

Pese al optimismo y las ganas de trabajar de los excombatientes, el proyecto pasó por dificultades que han impedido que esté funcionando en un 100 %. Según ellos, está casi en un 80 % porque no tienen servicio de luz en las instalaciones del proyecto ni tampoco un transporte adecuado con la cadena de frío para el traslado de los peces. “A nosotros con las pescas nos toca poner a hacer hielo, llevarlos en cavas o en neveras de icopor y pues imagínese, de la vereda a Anorí es casi una hora. Siempre es difícil porque no contamos con ningún tipo de transporte y la carretera está abandonada, rota, en muy mal estado”, asegura Maribel.

Además de esto, según indican, la mayor dificultad ha sido la tierra. Desde 2018 buscaron formas de que se les ayudara a adquirir el terreno donde está ubicado el proyecto, con los tanques y las torres, pero no se logró. Por este motivo tuvieron que parar el proyecto un año. Ya luego les dieron luz verde, pero ellos tuvieron que comprar el terreno con el dinero destinado para la producción de peces. “El Estado ni ninguna institución nos dieron tierra. Tuvimos que desajustar del dinero del proyecto para comprar la tierra, fueron casi 60 millones que tocó sacar de todo el presupuesto para el cuido, la compra, y la construcción”, indica Maribel.

Con el tema de la tierra solucionado parcialmente, se retomó el proyecto y hasta la fecha han logrado sacar tres pescas. “Los peces se demoran más o menos seis meses para llegar a tener el peso entre 300 gramos y 400 gramos. Como estamos empezando ha sido difícil porque no hemos tenido luz y eso es vital para tener una buena producción. Nuestro pensado de las mujeres es de pronto, más adelante, sacar y aprovechar la escama del pescado. Eso está en veremos”, dice Maribel.

Este es un ETCR que es conocido por ser uno de los más activos. Según cuenta Maribel, todos los días desde la madrugada el centenar de excombatientes comienzan sus labores. Algunos abren la panadería y otros comienzan a trabajar en alguno de los proyectos en pie. Justamente en este espacio funcionan al menos cuatro proyectos más: Confecciones la Montaña, un proyecto de producción de textiles; Miel de La Montaña; venta de huevos orgánicos; y otros que están iniciando, como Esencias de la Montaña, que realiza jabones corporales y productos de limpieza con insumos naturales. “Aquí somos muy activos todos, nos gusta trabajar, aportar porque tenemos nosotros que salir adelante”, dice Maribel.

Según la ARN, en Colombia hay 2.593 personas que residen en los 24 ETCR que existen, y 9.625 que residen fuera de ellos. Casi 1.000 excombatientes están pendientes por ubicar. Además, a corte de 31 de diciembre de 2020, la ARN ha destinado casi 61.000 millones de pesos para dar inicio a 2.300 proyectos productivos aprobados.

La siguiente pesca en la vereda La Bianca ya está en producción. Pese a que es urgente mejorar las condiciones en las instalaciones del proyecto, los 41 excombatientes continuarán con la misma dedicación, porque, señalan, ese es su aporte a la paz.

“Nosotros nos dimos a conocer a la gente tras el Acuerdo, la gente pudo ver que nosotros no éramos unos salvajes como dicen por ahí, sino que somos seres humanos y estamos dispuestos a trabajar porque allá somos muy productivos, nosotros no somos como lo pintaban, estamos dispuestos a trabajar por la reconciliación y a hacer la paz”, dice Maribel.

Y finaliza diciendo: “El Gobierno no nos ha dado garantías. Estamos viviendo en un lugar que eran campamentos, vivimos en un espacio de 3 x 4, el baño es colectivo como para 10 personas. Pero a pesar de las circunstancias, estamos haciendo todo para que la paz no se derrumbe”.

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