Una conversación con Manuel Velandia: 37 años de lucha por la diversidad

Manuel Velandia Mora, pionero del movimiento LGBT, regresó a Colombia luego de haber permanecido 12 años en el exilio. Desde Bogotá, nos cuenta sobre su retorno, la situación de la población LGBT, su evolución, retos y oportunidades frente al momento que vive el país.

Fragmentados: relatos entre fronteras*
28 de junio de 2019 - 05:16 p. m.
Manuel Velandia, pionero del movimiento
LGBT, desde su apartamento en Bogotá. / Laura Inés Contreras
Manuel Velandia, pionero del movimiento LGBT, desde su apartamento en Bogotá. / Laura Inés Contreras
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Velandia encabezó la primera marcha del orgullo gay en Colombia en 1982. Este 28 de junio, tras 37 años en los que la persecución y el exilio han determinado su vida, marcha nuevamente en las calles colombianas para exigir los derechos del colectivo y celebrar todo lo alcanzado. Como pionero del movimiento y por su activismo recibe hoy en Medellín el galardón León Zuleta.

En las últimas décadas, los colectivos LGBT han conseguido visibilidad y reivindicaciones. Hasta el momento, la Corte Constitucional ha proferido 60 fallos en los que reconoce los derechos de la comunidad, pero a pesar de las leyes, la situación de violencia en contra del movimiento ha ido en aumento.

Gais, lesbianas, bisexuales y trans han sido el blanco de señalamientos, abusos y violencias por parte de todos los actores armados. En un país inmerso en un conflicto de más 50 años, defender la diversidad sexual y de género ha puesto a muchas personas diversas y organizaciones LGBT, en una situación de riesgo. La guerra abarcó la sexualidad, los cuerpos y la formas diversas de amar.

El pasado 9 de abril, a poco más de un mes de su retorno, Manuel habló en el Congreso durante un homenaje en el que víctimas relataron sus testimonios. Velandia recordó la importancia de darle espacios a las víctimas de violencia sexual. “Los delitos sexuales parece que son cosas de las que se debe hablar en voz baja. Nos parece fundamental tener un espacio para ser escuchados, para que las personas puedan contar de viva voz y con todo el dolor de su corazón que hemos sido víctimas.”, dijo Manuel aquel día.

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El Registro Único de Víctimas (RUV) solo ha reconocido a 2.130 personas LGBT como víctimas, de las cuales 1.961 fueron despojadas de sus territorios y 125 asesinadas o desaparecidas. La violencia no ha disminuido a pesar del momento de transición política que vive el país tras la firma del Acuerdo de paz, que puso la perspectiva de género y la diversidad sexual como eje transversal. Según un informe publicado por Colombia Diversa, en 2017 se registraron 109 homicidios de personas diversas y 66 casos de violencia policial, que afectaron al menos a 75 personas.

En este panorama, y en plena celebración del orgullo gay, Manuel nos cuenta sobre su retorno, la situación de la población LGBT, su evolución, retos y oportunidades frente al momento que vive el país.

Fragmentados (F): Después de 12 años en el exilio ¿Por qué volver ahora?

Manuel Velandia (M.V): Volver por muchas razones. Primero, tengo toda una familia que no conozco. Veo las fotos y no sé quiénes son porque mis sobrinos crecieron y tienen hijos, y ahora también tienen nietos. La otra razón es la económica. No sé si las personas lo sepan pero la gente se teje fantasias para salir del país y la experiencia es muy dura porque tu llegas y técnicamente solo sabes leer y escribir, y eso si lo compruebas. Afuera el currículum que llevas no funciona, no es válido. Entonces, presentarse en los trabajos es muy complicado. Mi alternativa fue trabajar con las ONG LGBT, que no tienen tanto presupuesto, y en la universidad, las veces que di cursos fue como maestro invitado pues no me podían contratar.

Una tercera razón, es que me interesaba todo el proceso de los derechos de las víctimas LGBT en el contexto actual, pero eso lo estaba haciendo allá. En Valencia hacía parte del Foro Internacional de Víctimas y habíamos organizado un Congreso Internacional al que llevábamos víctimas de 18 países. Yo de esta parte no me desligue y tampoco del tema del VIH. Al regresar, pierdo inmediatamente el asilo y no podré ir a España en 3 años.

(M.V): Mis amigos entran en crisis. Por supuesto, conocen las noticias de Colombia y son muy preocupantes, porque es el asesinato continuo, a veces, de 3,4,5 personas en un mismo día, que son los líderes sociales. Ellos te transmiten ese miedo, porque día tras día te cuentan su preocupación. No digas nada, no deberías haber ido al Congreso, no pongas esas cosas en el Facebook. De todas maneras yo les respondía una cosa que es verdad. Es decir, yo tengo claro que uno nunca se muere antes y que no puede dejar de vivir por temor a morirse, porque entonces ya está muerto. O sea, no puedo dejar de hacer lo que me hace feliz porque ya me mataron. Algunos de los que retornamos somos un poco más vulnerables que otras personas. Y esta vulnerabilidad existe y va a seguir ahí.

(F): ¿Cómo ha respondido el Estado colombiano?

(M.V):  Yo me comuniqué con la Unidad para las Víctimas diciendo que quería retornar. No te responden el correo, ni el teléfono. Es como si uno llamara para pedirles un favor, no como un sujeto que tiene derechos y que tendrían la obligación de atender. La otra cosa es que tienes que hacer trámites como víctima un vez retornas. Claro, ya en las oficinas son 3.000 personas haciendo fila con un portero que tampoco sabe pa´qué es cada fila y el lío es que el funcionario que te atiende no te dice a qué tienes derecho. Entonces cuando tú te enteras que tienes otro derecho, tienes que ir otra vez a hacer otra fila. En 3 de las 4 veces que he ido, he tenido que regresar a poner la huella porque quedó muy oscura o porque la chica no me pidió la firma. Pero además lo terrible es que no tienen sistematizada la información y te vuelven a preguntar las mismas cosas todo el tiempo.

(F): Hace 37 años organizaste la primera marcha del orgullo gay ¿por qué marchar este año?

(M.V): La primera fue una marcha, las de ahora además de marcha, también tienen que ser un carnaval. Hay que celebrar que hemos logrado muchos derechos, pero si nos descuidamos podemos perderlos. Porque hay mucho interés en que los perdamos. También será muy importante decir y lo he venido diciendo en los últimos días, que una marcha en que se le pide a los ciudadanos travestis, transformistas, transexuales, que no muestren su cuerpo es muy grave. Desde el Stonewall hasta ahora las personas trans son las más vulnerables, y es que cuando tú has tenido que sufrir para tener el cuerpo que quieres tener, hay que celebrarlo y habría que mostrarlo.

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(F): ¿Cómo ha evolucionado el movimiento LGBT desde que te exiliaste?

(M.V): Me he encontrado muchos travestis, transexuales, transgénero con unos discursos y unas vivencias espectaculares. Toda una experiencia de artivismo queer. Cosa que me parece muy saludable porque el discurso LGBT es muy blanco, elitista, de ghetto. Sin embargo, sigo sintiendo que las personas trans todavía no son reconocidas plenamente como sujetos de derechos por las mismas organizaciones LGBT. Hay como un convencimiento de que la sexualidad es una cosa fija. Yo en mi Facebook preguntaba si estamos preparados para tener relaciones queer. Creo que todavía las relaciones están pensadas en las genitalidades normativas. He experimentado encontrarme en una reunión con chicos trans donde la feminidad soy yo, cosa que no me molesta porque al final creo que no somos ni masculinos ni femeninos, sino un continuo fluir de ambas cosas.

(F): ¿Cuáles crees son las principales problemáticas a las que se enfrenta la comunidad LGBT en Colombia hoy día?

(M.V): Yo creo que existe un interés en recortar derechos. Los políticos se niegan a reconocer el derecho del otro, la otra, le otre, entre los mismos derechos, es decir, los políticos de la derecha están interesados en que hayan ciudadanos sin derechos. Eso lleva a que cuando miras el análisis de cómo el estado piensa su economía, al crear las nuevas condiciones económicas, los homosexuales, la población LGBT no existe en el presupuesto económico nacional para este año. Dejamos de existir, y eso es gravísimo porque entonces no se pueden hacer políticas inclusivas, porque estas requieren dinero. La población LGBT, pero también las víctimas, no tenemos los mismos derechos que los ciudadanos, las víctimas son millones, pero cada vez menos existen. Es que ya ni siquiera son noticia, yo porque estoy en una serie de redes me entero día a día de todos los asesinatos, pero en los medios solo sale las amenazas y los asesinatos mediáticos, que son un mínimo porcentaje dentro de la población común y corriente que es la más vulnerada.

(M.V): La sexualidad no sólo con la población LGBT, no sólo con las mujeres, sino también con los hombres es una arma de guerra. Los paramilitares hicieron, y seguirán haciendo por desgracia, limpieza social de aquello que parezca que daña a la sociedad y dentro de esto está la población LGBT. La población LGBT hemos sido amenazados de muerte, tuvimos que refugiarnos en otros países, buscar asilo, porque el Estado no pudo proteger nuestros derechos. Entonces si, la población LGBT ha sido víctima y por eso es importante que se entienda que somos víctimas de la guerra en general, pero somos víctimas por unas condiciones en particular que nos hace doble víctimas.

Yo creo que lo importante es hablar de géneros en la medida en que nos implica hablar también de los tránsitos identitarios de género, de las masculinidades pero también de personas agénero, porque nos vamos a encontrar víctimas que no se clasifican en el esquema LGBT. Entonces tenemos que estar abiertos a los testimonios de las vulneraciones, la mente del investigador tiene que estar abierta. Muchas víctimas son revictimizadas en el proceso porque no se atreven a contarlo, pero además porque si miramos los efectos de la victimización yo me he encontrado con hombres que su mujer les ha abandonado porque creen que si el hombre heterosexual fue violado fue por alguna razón, porque en su visión del cuerpo y lo que se puede hacer con el cuerpo quién debería haber sido vulnerada sexualmente era ella, no él.

(F): ¿Cómo se deben integrar estos testimonios de violencia en contra de la población diversa que hasta el momento no han sido lo suficientemente escuchados, ni reconocidos por Estado ni por la sociedad en general?

(M.V): Hay que visibilizar que fueron condiciones particulares que incrementan el riesgo para las víctimas LGBT. A las lesbianas les hicieron violaciones colectivas, recordemos que cuerpos de personas travestis, trabajadoras sexuales, los descuartizaron con motosierras estando vivas y repartieron los pedazos por las zonas de puteo, que grupos completos en algunas comunas de Medellín fueron vulnerados de todos sus derechos, obligados a desplazarse de la zona, asesinados. Hay mujeres que por el hecho de ser líderes, lesbianas, bisexuales, trans, fueron amenazadas, fueron vulneradas en sus derechos, fueron obligadas a desplazarse. La gente habla de los homosexuales, porque somos más visibles, pero de este país en España hay refugiadas lesbianas.

(F): ¿Cómo has continuado con tu trabajo de ‘artivismo’ en tu regreso a Colombia?

(M.V): Al regresar a Colombia lo que he podido mostrar son performances. La ventaja es que no se necesita una infraestructura, sino una calle, un espacio público para contar la historia. Además, tiene una ventaja y es que es eminentemente emocional. Es decir, aún cuando para construir la performance tenga todo un debate conmigo mismo teórico, de puesta en escena, estético y otras cosas, todo lo que sucede tiene que ver con el activismo político-teórico. Es decir, nada de lo que llevo puesto, nada de cómo me maquillo el cuerpo, nada de los accesorios, está gratis. Todo está pensado para que cuente una historia. Y creo que la suma de todas esas cosas es la que logra tocar la emoción de la otra persona. Creo que lo importante no es tocar el discurso sino las emociones. El ‘artivismo’ tendría esa característica y es que me permite tocar la sensibilidad de una manera estética. Aún cuando la estética puede ser no estética. Entonces, todo lo que he hecho relacionado con el arte aquí es performático.

(M.V): Retornar es como un nuevo exilio. La diferencia del retorno es que esto de alguna manera ya había sido tuyo. Pero como la vida de los amigos, de la sociedad, de la norma continúa, llegas a un territorio que no es tuyo. Todo es distinto y te tienes que acomodar al nuevo espacio, al mismo tiempo que estás perdiendo lo que tenías. Eso es terriblemente doloroso porque no está la gente con la que hablas continuamente y los lugares. Uno en el exilio no llora todos los días, ni llora a todas horas, porque inundaría la ciudad. Pero bueno, si hay instantes en que oyes la voz, o lees la frase, o ves el evento, y sabes que no puedes estar. Porque por ejemplo ahorita mismo hay dos exposiciones en España que tienen obra mía, entonces no poder ir a tu exposición es tan raro. Eso es una pérdida porque aquí yo no soy un artista, aquí soy un marica desconocido para muchos. Aquí había hecho algunas cosas, pero toda esa vida se construyó allá.

* Fragmentados es un proyecto periodístico multimedia centrado en contar los relatos de líderes defensores de los Derechos Humanos que han sido escudos directos de conflictos que no terminan. 

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