“Creo en un país de reconciliación y perdón”: María Mosquera

Comunicadora social nacida en la selva chocoana, hoy apuesta por la construcción de paz desde el rescate y promoción de las diversas manifestaciones culturales en la costa Caribe. 

María Mosquera
03 de diciembre de 2017 - 02:00 p. m.
María Mosquera,líder social.
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“Yo nací en Las Carmelitas, esos pueblitos que no aparecen ni siquiera en el mapa, en zona rural de Istmina (Chocó). Cuando llegué a Valledupar, por allá a finales de los 90, descubrí toda esa cultura maravillosa que hay en esta región, porque aquí cada lugar te habla, cada lugar tiene memoria, y empecé a narrar lo que veía. Recuerdo que el primer choque fue con la violencia. Me tocó una época muy dura, donde hubo muchos muertos. Vi el sufrimiento y el llanto de la gente, y vi pueblos fantasmas porque todos se iban, a pesar de que tenían una riqueza impresionante. Hubo un momento, durante el proceso de desmovilización de los paramilitares, en que conocí historias de mujeres que fueron víctimas y tuvieron la capacidad de encontrarse cara a cara con sus victimarios, los vi darles la mano, abrazarlos y perdonarlos.

(Vea el especial de los líderes sociales considerados personajes del año)

Entonces comprendí la capacidad de resiliencia que tienen todos los seres humanos y supe que esas mujeres echaron mano de ello para comenzar a construir una nueva historia. Son cosas que te empiezan a inspirar y te animan a querer seguir contándolas y seguir mostrándoselas al país. Yo no me considero lideresa, pero pienso que nuestro trabajo debe ser visibilizar todos esos procesos que pueden servir de ejemplo para que otra gente diga que sí se puede. Tenemos que contar esas historias que merecen la pena porque le aportan mucho a todo este momento que vive hoy el país. Colombia necesita que se conozcan no solamente las cosas dolorosas, sino también las cosas de resiliencia, de fuerza, de capacidad de perdón y de voluntad de tener una mejor vida, una convivencia más sana.

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Porque yo sí creo posible un país de esperanza, de perdón y de reconciliación. Estoy segura de que sí se puede, pero creo que parte de esa responsabilidad la tenemos los que somos comunicadores o todas las personas que tenemos una audiencia masiva. Es responsabilidad nuestra mostrarle a la gente que están pasando cosas muy buenas, que a pesar de que hay dificultades en las regiones —y en algunas mucho temor—, también hay personas que están saliendo adelante, hay iniciativa, y el reto es mostrar la forma como eso se está haciendo. Tenemos que inspirar a los otros para que emprendan sus propios proyectos para salir de esas situaciones que los agobian, que les han quitado la paz y la alegría. Para que despierten a ese niño dormido que llevamos todos adentro.

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Yo me he encontrado con mujeres que han sufrido tanto y han padecido tanto dolor que les cuesta sonreír. Si de pronto uno las pone en una situación de juego, por ejemplo, se quedan calladas e inmóviles. Es como si algo en su interior se hubiera muerto, como si con tanta tragedia estuvieran dormidas. Pero es posible mostrar que se puede volver a sonreír y volver a ser feliz, aunque te hayan quitado muchas cosas, incluso a tus seres queridos. Es posible volver a empezar y volver a construir una vida. Y por eso pienso que cuando amenazan a un líder social, lo que están es diciéndonos a todos que también estamos amenazados. Esa es la intención: silenciarnos a todos, maniatarnos a todos.

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En estos momentos hay una gran cantidad de gente en toda Colombia que está luchando, mostrándoles a otros el camino para superar las dificultades, con pasión y ganas de aportarle a la comunidad. Tratan de liderar a aquellos que de pronto no tienen la claridad de cómo hacerlo y les están mostrando las rutas y las salidas. Y si hay alguien que les está mostrando esas rutas pero lo están amenazando y matando, el mensaje es muy negativo. O sea, no se puede ayudar porque se corren muchos riesgos. Y si no hay quien ayude, ¿cómo hacemos para que tantas personas que necesitan que les muestren la ruta para superar sus problemas puedan hacerlo? Si eso es así, nadie se va a animar a colaborar. Por eso digo que se trata de una amenaza colectiva, aunque no te llegue directamente a ti”.

Por María Mosquera

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