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La zona conocida como Caño Indio, en el municipio de Tibú (Norte de Santander), tiene la particularidad de albergar tanto el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) 'El Negro Eliecer Gaitán', como el plan piloto de sustitución de cultivos de uso ilícito en el Catatumbo. Desde la instalación en 2016 de la entonces zona veredal, y la firma en enero de 2017 del Plan Piloto de Sustitución, la zona se convirtió en un escenario de prueba para los aciertos y desaciertos de la implementación del Acuerdo Final en la región.
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Precisamente, para hacer un balance de los principales problemas hasta hoy, se realizó el pasado 3 de agosto en las instalaciones del ETCR el Foro Acuerdo de Paz: del papel al territorio. Retos y desafíos de la implementación en el Catatumbo; promovido por el partido FARC. También hizo parte en la convocatoria del evento el departamento de trabajo social de la Universidad Simón Bolívar de Cúcuta, en cabeza de la profesora Magaly Alba Niño, quien señalaba la importancia de articular la universidad local y nacional con los procesos de construcción de paz desde la base. Entre los temas tratados en el foro estuvieron, por ejemplo, el Plan Nacional de Desarrollo, medio ambiente, género y diversidades sexuales, memoria, educación para la paz y sustitución de cultivos de uso ilícito.
La función educativa del foro se hizo manifiesta. Llegaron al lugar no solo campesinos y campesinas de la zona, también jóvenes universitarios y de secundaria de la ciudad de Cúcuta, instituciones del Estado, agencias internacionales y académicos. Fue clave la presencia del padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, quien explicó las funciones de la Comisión y se dio a la escucha de los habitantes de la zona. El padre de Roux recogió parte del sentir de la gente que le expresaba su descontento con el incumplimiento de los acuerdos, al tiempo que hizo un llamado por no desfallecer en los intentos de construcción de paz y de lazos de confianza entre todos los implicados para llevarla a cabo. En su llegada e intervención lo acompañó la senadora Sandra Ramírez, del partido FARC, quien dio un balance de las acciones legislativas que se han dado en el congreso para mantener el desarrollo de los acuerdos.
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Desde los académicos presentes, el jurista Federico Andreu explicó las demás funciones del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. Por su parte, el profesor Jaime Zuluaga de la Universidad Externado de Colombia se encargó del tema de la paz en el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno Duque, señalando los baches existentes entre la centralidad en la promoción de un modelo de desarrollo desde el emprendimiento y la necesidad de políticas sociales sólidas para la construcción sostenible de la paz. Asimismo, se contó con el acompañamiento del Centro de Investigación y Educación Popular –CINEP- en lo relacionado al panorama actual de la sustitución de cultivos.
La iglesia católica fue otro de los actores que hizo presencia a lo largo de la jornada, en cabeza de Monseñor Omar Sánchez, obispo de la Diócesis de Tibú. Monseñor Sánchez hizo énfasis en el papel de la iglesia en el Catatumbo y la importancia de tener la construcción de la paz como horizonte conjunto, independiente de las filiaciones partidistas y religiosas.
La sustitución: el gran problema de Caño Indio
Fuertes críticas recibió el Gobierno Nacional por el incumplimiento hasta ahora en lo pactado para la sustitución de cultivos de uso ilícito. Entre campesinos y representantes de FARC en el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos (PNIS) se reconoció la llegada en los primeros años de los auxilios de seguridad alimentaria a las familias que arrancaron las matas de coca. Sin embargo, nada de los proyectos productivos a gran escala han llegado al territorio, dejando vulnerables a sus pobladores que requieren desplazarse a otros lugares para cumplir con jornadas laborales que les otorguen un sustento, pero estos no se comparan con la estabilidad económica que brindaba en su momento la economía de la coca. “La situación es muy lamentable. Se supone que este es el piloto de sustitución, lo de mostrar, lo que iba a servir para que en otras veredas se aplicara el programa” señala uno de los integrantes de FARC involucrados en el PNIS.
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De momento, más allá del llamado por la llegada de los proyectos productivos, la solicitud más puntual realizada por las familias campesinas es que les extiendan los auxilios de seguridad alimentaria, para lo cual han impuesto acciones judiciales pendientes por resolver. Así, los mínimos vínculos de confianza en el Estado se van resquebrajando, al tiempo que extienden y mantienen firme su compromiso con la transformación de sus actividades agrícolas tras el abandono de la coca.
Los reclamos no se limitan al gobierno. También hacen partícipes de sus críticas a entidades como Naciones Unidas, quienes sirvieron de garantes y verificadores de forma muy exhaustiva de que los campesinos hayan arrancado la totalidad de las matas de coca en sus fincas. Pero no ven, en palabras de un campesino de la vereda, “la misma severidad hacia el gobierno para que este cumpla con su palabra, como sí la tuvieron con nosotros”.
En este sentido, Wilder Mora, líder en la región de la Coordinadora Nacional de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana – COCCAM - hizo un llamado no solo al cumplimiento, sino también al aprendizaje de los errores del actual intento de sustitución, y en lo posible de ajustes en la política para garantizar su éxito. En primer lugar, un mayor desarrollo de los Progamas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) como eje central del primer punto del acuerdo, de los que se supone el PNIS sería un apéndice. Segundo, hacer una apuesta por procesos graduales de sustitución, que no dejan en condición de vulnerabilidad a los campesinos, como ha estado ocurriendo en estas zonas. En todo caso, señala que se han realizado ya pliegos de peticiones al gobierno nacional y que, en el plazo de un mes, de no ver soluciones reales empezarían jornadas de movilizaciones y de ser necesario entrarían a un nuevo paro cocalero en el Catatumbo.
Ahora, sobre el orden público en el Catatumbo, una situación muy particular viven los habitantes de Caño Indio. Afirman que quizá lo único bueno que les ha sucedido en el último tiempo ha sido que no reciben el mismo impacto de las acciones de los grupos armados, como sí ocurre en la parte alta del Catatumbo o en los corregimientos de la zona norte de Tibú. Esta relativa sensación de seguridad la atañen a la presencia de los anillos de seguridad del ETCR, pero sobre todo a que las condiciones de precariedad alcanzadas, por la misma ausencia de la coca, desincentiva la presencia de grupos armados en el lugar.
Relación entre el ETCR y las veredas
Las dificultades expresadas por los excombatientes en el ETCR son claras: falta de proyectos productivos, precariedad en las condiciones habitacionales debido a los materiales de las casas, insuficiencia en las instalaciones del puesto de salud y las incertidumbres sobre la permanencia del espacio por la falta de titularidad sobre los predios, entre otras. De hecho, hasta días antes del evento, se estaba en negociación con el Gobierno sobre la propuesta de trasladar el espacio al municipio de Los Patios, parte del área metropolitana de Cúcuta; propuesta que fue rechazada desde un comienzo por FARC, y finalmente aceptada por el gobierno, por razones de seguridad y por continuidad de los procesos llevados hasta ahora.
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A pesar de estas dificultades, los habitantes del ETCR no se desentienden de las realidades, a veces de mayor precarización, que atañen a los campesinos de las veredas aledañas. Es por esto que se suman a los llamados por el cumplimiento del PNIS, tal como lo expresa Juan Jacobo Albán, integrante del partido FARC, “el cumplimiento de los acuerdos no es solo con la ex guerrilla: existe también un compromiso por la transformación de las condiciones de vida de la gente”.
Esta consciencia de la precariedad sale a la luz con ejemplos muy puntuales. No solo algunas mujeres de las veredas se desplazan al ETCR donde son contratadas para oficios diversos, como la preparación de las comidas de quienes participaron del foro. Durante la jornada, Natalia Parra, quien fue desde Bogotá para tener un espacio lúdico y de discusión con niños y niñas del Espacio Territorial y de las veredas de Caño Indio, cuenta que uno de ellos le dijo que lo que más le gusta del ETCR es que, a diferencia de su casa, aquí sí hay luz y puede tomar agua fría recién sacada de la nevera. Así, la deuda por la construcción integral de una paz en el Catatumbo se mantiene, como las voces que reclaman por su realidad y preservar sus compromisos frente a ella.
Es por esto, que una de las conclusiones del foro es la necesidad de que lleguen los proyectos productivos; pero también la de realizarlos en trabajo conjunto entre el ETCR y la población de las veredas de Caño Indio. Articulación que sobre la práctica ya tiene camino recorrido.
*Investigador Cinep/PPP