“En Huila hay una venganza contra quienes colaboraron con las Farc”: Ramiro Durán

Tras la masacre del jueves en zona rural de Algeciras, Ramiro Durán, líder político de la exguerrilla en esta región, dijo que este hecho lo cometió un grupo que merodea la zona en camionetas de alta gama y con fusiles. En el pueblo se habla de un plan contra los exguerrilleros, sus familias y campesinos que colaboraron con la otrora columna “Teófilo Forero”.

19 de julio de 2020 - 07:53 p. m.
Ronald Rojas, conocido en la guerra como Ramiro Durán, actual líder político del partido FARC en el Huila. / Gustavo Torrijos
Ronald Rojas, conocido en la guerra como Ramiro Durán, actual líder político del partido FARC en el Huila. / Gustavo Torrijos
Foto: Gustavo Torrijos
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De una camioneta Toyota Hilux, de cuatro puertas, color blanco y a las 8:35 de la noche del pasado 16 de julio, cerca de diez hombres, vestidos de negro y con pistolas y fusiles, descendieron en la vereda Quebradón Sur primero en la casa de Luz Estela Burgos, la cuñada de Nencer Barrera Bustos, un exguerrillero de las Farc que actualmente es escolta de la Unidad Nacional de Protección (UNP). Le apuntaron, le dispararon y la mataron frente a su hija menor. Luego, los mismos hombres mataron a Eduardo Gómez Marulanda de 22 años, a Edinson Sebastián Moya Muñoz de 16 años y a Juan David de 25 años, de quien no se conoce sus apellidos.

Más abajo, las próximas víctimas se percataron de lo sucedido y llamaron a las autoridades, sin que alguien hubiese escuchado su llamado de auxilio, contaron Noé Ahumada Cifuentes, un campesino de 59 años, nativo de la región, y Sebastián Muñoz Díaz, de 8 años, quienes resultaron heridos al huir en medio de la balacera. El viernes a medio día, después de los ruegos infructuosos de voceros de la exguerilla para que la Personería o la Policía sacaran a 13 de los familiares de los difuntos, quienes se confinaron tras el ataque, finalmente Nencer decidió ir por su cuenta al lugar de los hechos para sacar a sus familiares y amigos en dos viajes que hizo al mismo lugar desde la cabecera de Algeciras.

De la capital, Neiva, hasta la cabecera de Algeciras hay una hora en carro. De allí al sitio donde se perpetró la masacre unos 45 minutos trepando por la carretera destapada, bordeando las montañas de la cordillera oriental que comparte el Huila con el departamento del Caquetá. Del otro lado, queda el municipio de San Vicente del Caguán y toda la región del Pato Guayabero, la otrora retaguardia de la guerrilla de las Farc durante la guerra. En los 80s, del frente segundo, y a partir de 1993, de la columna Teófilo Forero, a la cual se le atribuyen una docena de secuestros y homicidios de ganaderos, políticos y empresarios de esa región, cuyos hechos están siendo judicializados por la Justicia Especial para la Paz.

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Cuando se llegó el día de dejar las armas, después de la firma del Acuerdo de Paz, muchos hijos de esa región, que por distintas razones terminaron en las filas de las Farc, se concentraron en el espacio de reincorporación de Miravalle, la región del Pato Guayabero, para empezar su retorno a la vida civil. Muchos de ellos, oriundos de Algeciras y de otros municipios del Huila, que luego de entregar el fusil no encontraron vida en Miravalle y se regresaron a su pueblo de origen donde estaban sus familias. A la zona rural de Algeciras llegaron cerca de 65 de ellos en busca de adelantar la reincorporación social y económica, cosa que hasta ahora les ha costado sangre, dice Ramiro Durán, el líder político de la exguerrilla en el Huila.

Desde la firma de la paz en ese departamento han sido asesinados ocho excombatientes de las Farc. Desde que Iván Duque asumió la Presidencia, 20 familiares de excombatientes fueron asesinados y siete más han sido víctimas de atentados contra su vida a nivel nacional, dice el último informe del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz). “Los ataques no están exclusivamente direccionados hacia la comunidad de reincorporados, sino también al universo de personas que gravitaban entorno a nosotros como colaboradores, como civiles, campesinos de la región que nos hacían uno u otro favor, esa fue la gente atacada en los últimos quince días. Asesinatos, amenazas y desplazamientos han sufrido”, dice “Ramiro Durán” o Roland Rojas, como es su nombre de pila.

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Rojas dice que el jueves pasado los armados hicieron una ruta de la muerte y que nadie se enteró ni reaccionó. “Cuando estábamos alzados en armas nadie podía ni siquiera subirse a un carro en esa área porque la red de informantes del Ejército está muy bien consolidada. Nos sorprende bastante ese modus operandi porque sabemos cómo desde la ilegalidad nosotros teníamos que rebúscanosla para evitar ser golpeados”, apunta el líder del partido FARC. Campesinos de la vereda Quebradón Sur, quienes ocultaron sus nombres, dijeron que una camioneta similar a la que utilizaron los armados para la masacre fue vista por la vereda Las Piñas, en la cadena montañosa, justo en la frontera entre los municipios de Algeciras y Campoalegre, con hombres en el platón y fusiles terciados.

La información que circuló extraoficialmente en la región es que la masacre fue una retaliación por el operativo que un día antes desarrolló el Ejército contra disidentes del Acuerdo de Paz. Fue capturado alias “Hermes”, acusado por el Ejército de pertenecer a la compañía “Óscar Mondragón”. Según las autoridades, Domingo Ramos, como es su nombre real, había sido capturado el 17 de marzo de 2014 en combates con el Ejército registrados justamente en la vereda Quebradón Sur de Algeciras, lo que, por el contrario, lo haría cercano a la región como para decir que es una retaliación contra esta familia, comenta Víctor Hugo Silva, excombatiente y coordinador de la cooperativa económica en Algeciras. Dice que la masacre no es producto de una retaliación y que existen hipótesis que hace días rondan en las conversaciones de los exguerrilleros: “o son venganzas por el actuar de la guerrilla en el pasado o se trata de una campaña de extermino sistemática en todo el país para instaurar el paramilitarismo en las regiones”.

El comandante del Ejército, general Eduardo Enrique Zapateiro, llegó el viernes en la tarde al municipio de Algeciras para desarrollar un consejo de seguridad con las autoridades locales. Tras la reunión, no esclareció alguna posible autoría de la masacre, solo atinó a decir: “se dice que son rencillas, que son venganzas”. A su turno, el coronel Johny Hernando Bautista Beltrán, comandante de la Novena Brigada, le dijo al Diario del Huila: “la señora asesinada era la esposa del sujeto conocido como alias “Ley” o “Sijín” capturado por el Gaula de la policía por el delito de extorsión hace algunos meses, pero asociado a varios de los crímenes que se han presentado recientemente en Algeciras”. Este último mencionado, hermano de Nencer Barrera Bustos, el escolta de la UNP y familiar de las víctimas de la masacre.

Para Durán, en cambio, la suma de todos los asesinatos contra exguerrilleros y familiares y el merodeo de actores armados en camionetas de alta gama mostraría otra intención. “Quizá la de venganza, porque en el Huila hay un tufillo de odio contra quienes decidimos firmar la paz. En mi opinión el Gobierno nacional sigue construyendo una narrativa que busca justificar muchas muertes en los territorios del país, solamente diciendo que es un problema entre grupos armados, que es un problema por economías ilícitas y evadiendo de manera muy irresponsable su responsabilidad de preservar la vida de los firmantes de la paz”.

El viernes pasado, en Neiva y otros municipios del Huila, circuló un panfleto, apócrifo para las autoridades, pero muy diciente en este contexto, pues tiene el nombre de “Columna Móvil Teófilo Forero”, cuyos integrantes se acogieron al proceso de paz y la gran mayoría está entre Algeciras (Huila) y Miravalle (Caquetá) en reincorporación. A excepción de su comandante máximo, Hernán Darío Velásquez, “El Paisa”, quien hace parte del grupo armado autodenominado “Nueva Marquetalia”. En dicho papel amenazan a defensores de derechos humanos como Derly Pastrana, Jairo Gómez, Edna Pinto, Martha Jiménez, y hasta el congresista conservador huilense, Jaime Felipe Lozada, hijo de la víctima de secuestro por la exguerrilla, Gloria Polanco, y quien ha sido duro critico del proceso de paz. “No volveremos a avisar, conocen bien lo que está pasando en Algeciras, así llegaremos a todos los municipios del Huila”, dice un apartado del panfleto.

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