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El impacto de las elecciones estadounidenses va más allá de lo inmediato. Las políticas adoptadas por el presidente de turno afectan no solo los mercados financieros, sino también acuerdos internacionales que inciden en diversas economías del mundo, por lo que las elecciones presidenciales en Estados Unidos son un evento crucial para la política global.
Y en el caso de Colombia, que ocupa un lugar destacado debido a la relación bilateral forjada por años a través de acuerdos comerciales, cooperación en seguridad, y vínculos migratorios y sociales, cualquier cambio en Washington se siente rápidamente en Bogotá.
Para entender más sobre los impactos que tendrán estos resultados, El Espectador habló con Alexander Rojas, director del programa de Ciencia Política y Gobierno de la Universidad El Bosque, quien destacó que los principales temas que suscitan intereses entre ambas naciones son los económicos, con los tratados de libre comercio; el tema de seguridad y conflicto, como la sustitución de cultivos o los tratados de paz, y procesos migratorios y sociales que se podrían gestar entre ambas naciones.
A su vez, reconoció la importancia de estudiar ciencia política y gobierno para formar politólogos que no solo analicen las realidades políticas del mundo con herramientas conceptuales, teóricas, metodológicas y prácticas, sino que también logren inspirar y dar las mejores soluciones en una sociedad que necesita transformaciones reales.
¿Por qué es importante hablar de las elecciones en Estados Unidos cómo afectará esto a Colombia?
Históricamente Estados Unidos ha sido el aliado clave para Colombia, en muchos aspectos: políticos, económicos, de guerra o de paz. Pero quisiera concentrarme en lo económico, en términos de conflicto y migración. Estados Unidos sigue siendo nuestro principal socio comercial y es el principal destino de nuestras exportaciones. Hacemos parte de un circuito de naciones que tienen el privilegio de tener tratados de libre comercio con Estados Unidos.
Si es elegido Trump, las cosas, al menos para la economía colombiana, podrían sufrir algunos declives debido a sus promesas y políticas radicalmente proteccionistas. El proteccionismo conlleva políticas de aumento de aranceles, lo que sin duda afectará la balanza comercial que hemos mantenido con Estados Unidos durante el siglo. En cambio, Kamala Harris es mucho más propensa a políticas de libre comercio y no tiene la misma inclinación hacia el proteccionismo ni la radicalización que promete Trump.
El segundo aspecto que quisiera enfatizar es el conflicto. Estados Unidos ha sido un aliado clave para Colombia tanto en los temas de paz como en la guerra contra los agentes del conflicto. No podríamos explicar la historia del conflicto colombiano de los últimos 25 años sin el Plan Colombia. También ha sido un aliado estratégico en los procesos de paz, como los acuerdos de 2016 entre Santos y las FARC. Por eso el apoyo político y diplomático de Estados Unidos es crucial, tenerlo respaldando un proceso de paz también atrae el apoyo de aliados en el hemisferio y en Europa. Además, se necesitan recursos económicos para que esas promesas en la mesa de negociación puedan cumplirse.
El tercer aspecto que preocupa mucho a los colombianos es la migración. Si Trump es elegido está claro que sus promesas incluyen políticas migratorias radicales, como el cierre de fronteras, construcción de muros y deportaciones masivas. Esto podría afectar a Colombia, ya que el flujo migratorio podría regresar y aumentar la cantidad de población migrante en el país, generando problemas humanitarios y de seguridad.
Los demócratas, representados por Kamala Harris, tienen una perspectiva más progresista basada en tres puntos: la migración como un problema de responsabilidad compartida que requiere diálogo multilateral, la necesidad de reformar el sistema migratorio estadounidense, y estrategias para abordar las causas estructurales de la migración, como la pobreza, desigualdad y regímenes autoritarios.
Hablemos un poco más sobre seguridad y cooperación. ¿Cómo sería el escenario si Trump o Kamala Harris ganara?
Un tema clave aquí es el enfoque hacia las drogas. Trump, durante su primera administración implementó una política de seguridad nacional que se basaba en la prohibición de drogas y la persecución de cabecillas, un enfoque tradicionalista. Sin embargo, la academia y sectores progresistas coinciden en que esta política militarista ha sido un fracaso en América Latina. Las cifras muestran que después de 30 años de guerra directa contra las drogas, Colombia sigue siendo el primer productor de cocaína a nivel mundial y principal exportador a Estados Unidos. Trump está convencido de esas políticas conservadoras, y no hay novedades en su enfoque.
Kamala Harris, en cambio, y su grupo de asesores tecnócratas, apuestan por un enfoque holístico. Esto implica medidas positivas, como mejorar las capacidades de los cuerpos de policía, pero también inversión en superar las causas estructurales de la producción de drogas. Los campesinos no cultivan coca porque sean mafiosos, sino porque es más rentable que otros cultivos como plátano o yuca. Los demócratas también proponen un enfoque multinacional, entendiendo que las políticas de control deben ser comunes y coordinadas entre varios países para buscar soluciones efectivas.
Y en el tema económico, ¿qué sería lo más positivo para Colombia?
Cuando hablamos de economía y comercio, Trump es proteccionista. Ha insistido mucho en la necesidad de reindustrializar Estados Unidos. En los últimos 50 años, Estados Unidos ha implementado una política de “offshoring,” es decir, trasladar la producción industrial a países con mano de obra más económica, como China. Por ejemplo, muchos productos como iPhones y zapatillas se ensamblan en economías más baratas. Trump propone traer estas industrias de vuelta a Estados Unidos con grandes beneficios fiscales, como la reducción de impuestos para las grandes empresas. Sin embargo, esto viene acompañado de aranceles altos para empresas que exporten al mercado estadounidense, lo que podría afectar el comercio con otros países.
Por el contrario, Kamala Harris apuesta por el “nearshoring,” que implica trasladar la producción a economías cercanas, beneficiando a países como México y, potencialmente, Centroamérica. Esto también podría ser una oportunidad para Colombia, que necesita políticas de desarrollo y conectividad para integrarse en las cadenas de suministro globales y aprovechar la cercanía marítima al mercado norteamericano.
¿Se atreve a decir cuál será el ganador este próximo 5 de noviembre?
Es fácil decir quién podría ganar, pero al final, eso es lo bonito de la política democrática electoral: hay un margen de incertidumbre. Pero un factor preocupante, especialmente para los jóvenes, es la creciente desconfianza en las instituciones democráticas. Esto se debe, en parte, a los malos resultados en temas como la migración. La inseguridad ha afectado el día a día, y los jóvenes sienten que las instituciones no funcionan. Este fenómeno está muy bien documentado en la Ciencia Política: la desconfianza lleva al auge de populismos.
Los demócratas enfrentan dos problemas con los jóvenes: la pérdida de confianza en la democracia y el rechazo masivo al apoyo de Biden a Israel en el conflicto con Palestina. Estos jóvenes, bien educados, protestan en universidades importantes y podrían terminar votando en blanco. Además, los “swing votes,” esa masa que puede inclinar la balanza, también serán clave el 5 de noviembre. Así que, más que decir si ganará Kamala o Trump, esos son los factores que observaría al analizar los resultados.
Ahora pasemos al tema académico: ¿Por qué es importante estudiar Ciencia Política y Gobierno?
La política afecta todos los aspectos de nuestra vida como ciudadanos, desde perder un bus a las 6:30 de la mañana cuando tengo un parcial, porque la frecuencia no es la debida o porque los buses pasan demasiado llenos. Esos son problemas políticos, son problemas públicos. O inclusive el hecho de tomar la decisión de hacer la guerra o de hacer la paz.
Esas son decisiones políticas que nos afectan a todos los ciudadanos. En ese sentido, el rol de un programa de Ciencia Política y Gobierno como el nuestro es clave para formar a los mejores asesores, consultores, tecnócratas o tomadores de decisiones, que respondan eficazmente a las necesidades, intereses y expectativas o esperanzas de la nación en un mundo intensamente globalizado.
¿Cómo percibe el interés de los jóvenes en estudiar esta carrera, si precisamente los jóvenes dicen no confiar en la política y las instituciones oficiales?
Ese fenómeno es una paradoja, porque mientras la política pierde adeptos por su falta de ética y su incompetencia para solucionar problemas que vivieron nuestros abuelos, que persistieron con nuestros padres y que nosotros seguimos viviendo, la ciencia política gana seguidores. Esto ocurre en una generación de jóvenes inquietos y muy preocupados por su futuro y, sobre todo, por el cambio.
La rigurosidad, el método, la precisión conceptual, la perspectiva global de los problemas, un sentido cosmopolita del mundo y la objetividad de los datos por encima de las simpatías ideológicas son valores que esta generación de jóvenes privilegia mucho más y que consideran mucho más importantes que la política del día a día o de la vida cotidiana.
Entonces, creo que yo lo definiría como justamente una paradoja: puede que la política esté perdiendo adeptos, pero los jóvenes cada vez son más conscientes de que es a través de la ciencia, la objetividad y la racionalidad que podemos realmente cambiar las cosas en este país.
¿Cuáles son los diferenciales del programa de Ciencia Política y Gobierno de la Universidad El Bosque?
Nuestras ventajas comparativas, yo mencionaría específicamente cuatro: habilidades de alta demanda en el mercado laboral como inglés incluido en el programa, pero también análisis de datos, que hoy en día es fundamental en la toma de decisiones políticas.
Por otra parte, el perfil del analista político, pero también en gobierno, que permite comprender desde conflictos, elecciones como lo que acabamos de hablar, o inclusive fenómenos como el populismo, hasta diseñar políticas públicas, que son los principales instrumentos que tienen los políticos para transformar y materializar sus promesas en hechos reales.
Y, finalmente, el doble programa con relaciones internacionales o con derecho que garantiza perfiles profesionales poderosamente competitivos en el mercado laboral global.