Fundación, Magdalena: olvidar es difícil para quien tiene corazón
“Recordar es fácil para quien tiene memoria, olvidar es difícil para quien tiene corazón”, es una frase de Gabriel García Márquez que tristemente aplica a la tragedia de los 33 niños de Fundación.
Liga Contra la Violencia Vial
Una frase de Gabriel García Márquez con la que, a escasos diez kilómetros de Aracataca, conmemoramos el octavo aniversario de la tragedia ocurrida en Fundación, donde los sueños de 33 niños que viajaban en un bus de transporte escolar quedaron reducidos a cenizas. Un suceso que marcó la historia del municipio y consternó al mundo. Dicen los habitantes de Fundación que ese día el sol se escondió.
Ocho años después, entre el calor y el polvo, una madre relata que todavía cruza por el frente de la escuela y, embargada por una fantasía infantil, espera ver salir a sus dos hijos. Johnny Barón, el padre de otro de los niños, con la mirada perdida en los recuerdos, dice que no hay nada más hermoso que sentir el abrazo de un hijo. Heliberto lleva una camiseta negra con una silueta blanca mirando al cielo en la que se lee: “Me pregunto cuándo te volveré a ver”. Son ellos, como Julián Esteban, el rostro visible de una tragedia invisible que cada día apaga la vida de más inocentes.
Como un suceso macondiano, coincidió que el pasado 18 de mayo, mientras la comunidad, vestida de blanco, con rosas, retratos y ángeles, guardaba la memoria viva de sus niños, a la misma hora en la plenaria de Cámara de Representantes en Bogotá, se votaba, en su último debate, la Ley Julián Esteban. Una ley cuyo espíritu inicial era garantizar el derecho a la vida, la integridad personal y la salud de los individuos en el sistema de tránsito y transporte terrestre mediante la seguridad vial bajo el enfoque de sistema seguro.
Como suma de los azares indescifrables de la vida, ese mismo día la ministra de Transporte asistía al Foro Internacional de Transporte Summit 2022, en Leipzig (Alemania), desde donde manifestó: “Uno de los desafíos que tenemos como región, que debemos analizar #EnEquipo en este #ITF22, es no dejar a nadie atrás. Esto quiere decir lograr que las mujeres, los adultos mayores, las niñas y los niños puedan movilizarse de manera segura, eficiente y tranquila”. Y, como si fuera poco, aún había más. Ese 18 de mayo iniciaba una campaña mundial llamada #CommitToAct, instando a los decisores políticos de todo el mundo a actuar para tener calles más seguras para todos.
La verdad es que, como en los cuentos de hadas, de los 365 días del año, todos estos eventos concurrieron el pasado 18 de mayo, y tenemos dos opciones: intentar buscar explicaciones o simplemente decidirnos a actuar. Por eso, hemos decidido abusar de la generosidad de Fidel Cano; honrar el esfuerzo de los aliados en esta causa de salvar vidas, amainar en alguna medida el dolor de Fernanda y de todos esos padres, madres, hijos y abuelos que hoy llevan un luto por una muerte en un mal llamado accidente de tránsito.
La Ley Julián Esteban, como es natural que pase con las iniciativas legislativas, se ha ido destiñendo, como se destiñen los recuerdos de nuestros muertos con el paso del tiempo. No obstante, aún es tiempo de darle su color, de dejarle al país una ley con el color de la vida, no nivelándonos por abajo, dejándole al país “al menos algo de avance”, cuando tenemos la oportunidad de nivelarnos por arriba, de separar el trigo de la paja y pasar a la historia, porque, a pesar de todos los problemas aún no resueltos en materia de seguridad vial, dejar un primer marco normativo coherente, robusto, dará paso a muchas otras normas en pro del derecho de todos a movernos sin tener que morirnos en las vías.
Esta oportunidad, que representa la fase última de conciliación, es el momento de unirnos para enaltecer la memoria de Julián Esteban, de los niños de Fundación, de los niños del Agustiniano Norte, de los niños de Otanche, de los niños de San Andrés, y de los 3.000 niños cuyas vidas dejamos apagar en la última década porque no hicimos lo suficiente.
Aquí tienen ustedes una gran comunidad, quienes, desde diferentes frentes, trabajan por la seguridad vial en el país: Conduce50Vive100, Dejusticia, Despacio, FunGero, TresCero, los Andes, la Javeriana, LatinNcap, OPS y muchos otros anónimos que no se resignan.
Honorables congresistas Ana María Castañeda, Angélica Lozano, Roy Barreras, Rodrigo Rojas, Emeterio Montes, Diego Patiño y Milton Angulo: ustedes, como autores del proyecto, ponentes y adalides de esta causa, tienen hoy una gran oportunidad, no de enmendar y remendar, sino de, y recalco, separar el trigo de la paja para poner el primer ladrillo de una ley específica que proteja la vida en las vías.
Señora ministra, usted como responsable del sector transporte, conviértase en el hada madrina de esta iniciativa. Sabemos que, como a Campanita, cada vida que se ha apagado en las vías del país le ha marcado su corazón. Nada peor que la impotencia, los padres de Fundación dan testimonio de ello. Construyamos para no tener que lamentar. Tengamos memoria, corazón y demos nuestro aliento para que nunca más tengamos que recoger el cuerpo sin vida de un niño en las calles y carreteras del país.
Una frase de Gabriel García Márquez con la que, a escasos diez kilómetros de Aracataca, conmemoramos el octavo aniversario de la tragedia ocurrida en Fundación, donde los sueños de 33 niños que viajaban en un bus de transporte escolar quedaron reducidos a cenizas. Un suceso que marcó la historia del municipio y consternó al mundo. Dicen los habitantes de Fundación que ese día el sol se escondió.
Ocho años después, entre el calor y el polvo, una madre relata que todavía cruza por el frente de la escuela y, embargada por una fantasía infantil, espera ver salir a sus dos hijos. Johnny Barón, el padre de otro de los niños, con la mirada perdida en los recuerdos, dice que no hay nada más hermoso que sentir el abrazo de un hijo. Heliberto lleva una camiseta negra con una silueta blanca mirando al cielo en la que se lee: “Me pregunto cuándo te volveré a ver”. Son ellos, como Julián Esteban, el rostro visible de una tragedia invisible que cada día apaga la vida de más inocentes.
Como un suceso macondiano, coincidió que el pasado 18 de mayo, mientras la comunidad, vestida de blanco, con rosas, retratos y ángeles, guardaba la memoria viva de sus niños, a la misma hora en la plenaria de Cámara de Representantes en Bogotá, se votaba, en su último debate, la Ley Julián Esteban. Una ley cuyo espíritu inicial era garantizar el derecho a la vida, la integridad personal y la salud de los individuos en el sistema de tránsito y transporte terrestre mediante la seguridad vial bajo el enfoque de sistema seguro.
Como suma de los azares indescifrables de la vida, ese mismo día la ministra de Transporte asistía al Foro Internacional de Transporte Summit 2022, en Leipzig (Alemania), desde donde manifestó: “Uno de los desafíos que tenemos como región, que debemos analizar #EnEquipo en este #ITF22, es no dejar a nadie atrás. Esto quiere decir lograr que las mujeres, los adultos mayores, las niñas y los niños puedan movilizarse de manera segura, eficiente y tranquila”. Y, como si fuera poco, aún había más. Ese 18 de mayo iniciaba una campaña mundial llamada #CommitToAct, instando a los decisores políticos de todo el mundo a actuar para tener calles más seguras para todos.
La verdad es que, como en los cuentos de hadas, de los 365 días del año, todos estos eventos concurrieron el pasado 18 de mayo, y tenemos dos opciones: intentar buscar explicaciones o simplemente decidirnos a actuar. Por eso, hemos decidido abusar de la generosidad de Fidel Cano; honrar el esfuerzo de los aliados en esta causa de salvar vidas, amainar en alguna medida el dolor de Fernanda y de todos esos padres, madres, hijos y abuelos que hoy llevan un luto por una muerte en un mal llamado accidente de tránsito.
La Ley Julián Esteban, como es natural que pase con las iniciativas legislativas, se ha ido destiñendo, como se destiñen los recuerdos de nuestros muertos con el paso del tiempo. No obstante, aún es tiempo de darle su color, de dejarle al país una ley con el color de la vida, no nivelándonos por abajo, dejándole al país “al menos algo de avance”, cuando tenemos la oportunidad de nivelarnos por arriba, de separar el trigo de la paja y pasar a la historia, porque, a pesar de todos los problemas aún no resueltos en materia de seguridad vial, dejar un primer marco normativo coherente, robusto, dará paso a muchas otras normas en pro del derecho de todos a movernos sin tener que morirnos en las vías.
Esta oportunidad, que representa la fase última de conciliación, es el momento de unirnos para enaltecer la memoria de Julián Esteban, de los niños de Fundación, de los niños del Agustiniano Norte, de los niños de Otanche, de los niños de San Andrés, y de los 3.000 niños cuyas vidas dejamos apagar en la última década porque no hicimos lo suficiente.
Aquí tienen ustedes una gran comunidad, quienes, desde diferentes frentes, trabajan por la seguridad vial en el país: Conduce50Vive100, Dejusticia, Despacio, FunGero, TresCero, los Andes, la Javeriana, LatinNcap, OPS y muchos otros anónimos que no se resignan.
Honorables congresistas Ana María Castañeda, Angélica Lozano, Roy Barreras, Rodrigo Rojas, Emeterio Montes, Diego Patiño y Milton Angulo: ustedes, como autores del proyecto, ponentes y adalides de esta causa, tienen hoy una gran oportunidad, no de enmendar y remendar, sino de, y recalco, separar el trigo de la paja para poner el primer ladrillo de una ley específica que proteja la vida en las vías.
Señora ministra, usted como responsable del sector transporte, conviértase en el hada madrina de esta iniciativa. Sabemos que, como a Campanita, cada vida que se ha apagado en las vías del país le ha marcado su corazón. Nada peor que la impotencia, los padres de Fundación dan testimonio de ello. Construyamos para no tener que lamentar. Tengamos memoria, corazón y demos nuestro aliento para que nunca más tengamos que recoger el cuerpo sin vida de un niño en las calles y carreteras del país.