La autopista conexión norte: un proyecto vial que conecta el Caribe y Antioquia
El Espectador habló con Nicolás Morales Ramos, director social de Autopistas del Nordeste, un proyecto que busca conectar el comercio, el turismo y la economía bajo un mismo asfalto.
Autopistas del Nordeste inició su construcción en febrero de 2015 y comprende 145 kilómetros entre el municipio de Remedios, en el Nordeste, y Caucasia, en el Bajo Cauca antioqueño. Actualmente, la totalidad del corredor vial intervenido está habilitado y se encuentra en fase de operación y mantenimiento.
Nicolás Morales Ramos, director social de la concesión Autopistas del Nordeste, un proyecto concesionado con la Agencia Nacional de Infraestructura, conversó con El Espectador sobre los logros alcanzados en esta vía, su valor turístico, la conectividad que ofrece entre la región caribe y Antioquia, la economía emergente alrededor del proyecto y la formalización de empresas turísticas en el área.
¿Qué otros aspectos esperan impactar con este nuevo proyecto?
En primer lugar, la Autopista del Nordeste ofrece una conectividad más segura gracias a su diseño y estándar de calidad internacional. Esto permite que el corredor vial sea más seguro y eficiente, ya que se corrigió el trazado antiguo, que presentaba muchas curvas y pendientes pronunciadas, lo que generaba dificultades y riesgos considerables debido a la topografía del territorio.
En palabras sencillas, se trató de rectificar la vía y reducir la pendiente y las curvas. Ahora, la pendiente máxima es de 5°, lo que permite una mayor velocidad y seguridad en el tránsito. Además, se han incorporado obras complementarias, como la berma para el tránsito de bicicletas o para que los vehículos puedan hacerse a la orilla en caso de percance.
Todo esto hace que el trazado sea más rápido, seguro y cómodo para el usuario. También se ha mejorado la conectividad con las cabeceras municipales de Remedios, Segovia, Zaragoza y Caucasia. Esto aumentará el comercio y mejorará el turismo, convirtiendo el territorio en un atractivo seguro y fácil de conectar gracias al mejoramiento de las condiciones de seguridad vial.
¿Cómo esperan que se comporte el comercio en esta zona?
La Autopista del Nordeste ya está en operación, aunque su funcionamiento pleno depende de la finalización del proyecto vial de Río Magdalena, que conecta el Puerto Berrío con Remedios. Actualmente, este proyecto está terminado en un 80% y se espera que esté listo para el 2025. Una vez que esté terminado, este corredor vial será la conexión directa entre la Costa Atlántica y Medellín.
Históricamente, la conexión entre estos dos lugares se ha realizado a través del sector de Santa Rosa de Osos y Yarumal. Sin embargo, la nueva vía promete conectar los puertos de Cartagena y Barranquilla, así como su comercio, con la capital antioqueña.
Más allá de la conectividad ¿Cómo puede impactar la vida y la economía de las poblaciones aledañas este nuevo proyecto vial?
El desarrollo de infraestructura vial en la región ha permitido una nueva apuesta: el turismo y la prestación de servicios a los turistas. Además, el desarrollo urbanístico alrededor del corredor vial se presenta como una oportunidad en el ordenamiento territorial de los municipios de Remedios, Segovia, El Bagre, Zaragoza y Caucasia.
Otro aspecto importante es la prestación de servicios en la zona rural de estos municipios, lo que facilita el acceso a sus cabeceras municipales. La calidad de vida se ve mejorada gracias a proyectos de infraestructura que permiten una mayor accesibilidad a la educación, los servicios de salud y los servicios básicos domiciliarios.
Además, las comunidades desarrollan un mayor sentido de pertenencia por su territorio al comprender el mejoramiento de su entorno gracias a la infraestructura vial.
¿Cómo impulsarán la generación de nuevas empresas alrededor del proyecto?
Estas concesiones, por contrato, incluyen programas sociales que impulsan el desarrollo de las comunidades ubicadas a lo largo del corredor vial. Uno de estos programas es el Apoyo a la Gestión Interinstitucional, que no solo es una obligación contractual, sino también una convicción nuestra.
En cada municipio, apoyamos dos o tres iniciativas productivas, además de otras 14 que fortalecemos, consolidamos y llevamos a la formalización y comercialización. Esto lo hacemos en colaboración con las Cámaras de Comercio del sector y el SENA. También podemos trabajar con instituciones como la Universidad de Antioquia, la Universidad de Medellín y otras.
Por ejemplo, en Machuca, un corregimiento de Segovia históricamente afectado por la violencia política, estamos apoyando culturalmente a una asociación de mujeres afrodescendientes a través del empoderamiento, el trabajo de la cocina tradicional y la conservación de sus costumbres.
Finalmente, tenemos una serie de programas que cuentan con un profesional social en cada uno de ellos, vinculado a un Plan de Gestión Social Contractual que debemos desarrollar entre 2040 y 2042. Nuestro objetivo es trabajar no solo donde haya obras, sino también dar sostenibilidad al proyecto en la operación y el mantenimiento.
¿Por qué creer no solo en un proyecto vial, sino también social y comercial?
En un proyecto de infraestructura, siempre existe un impacto. Sin embargo, cuando solo se construye y se pavimenta un territorio sin brindar sostenibilidad a través de trabajos comunitarios, el impacto puede ser negativo. Esto se debe a que no se respeta la cultura, el contexto y el territorio, y a que estas obras de infraestructura no solo mejoran la conectividad, la seguridad y la eficiencia en el transporte de pasajeros y comercio, sino que también generan desarrollo comunitario.
Nuestro objetivo es que estas obras tengan un impacto positivo y que el impacto negativo se pueda mitigar con oportunidades. Esto solo se puede lograr a través de un Plan de Gestión Social Contractual. En Colombia, el desarrollo social en las obras de infraestructura ha sido una práctica común durante más de 20 años. Inicialmente, era una obligación, pero con el tiempo se ha convertido en una convicción.
Anteriormente, cuando se construían vías en el país, no se consideraban las necesidades de las comunidades, lo que generó impactos negativos a nivel predial, comunitario y ambiental. Entender cómo se ha desarrollado históricamente la infraestructura en el país, especialmente en áreas como lo social, es fundamental para comprender que las obras de infraestructura modernas generan no solo conectividad segura, sino también desarrollo humano.
Autopistas del Nordeste inició su construcción en febrero de 2015 y comprende 145 kilómetros entre el municipio de Remedios, en el Nordeste, y Caucasia, en el Bajo Cauca antioqueño. Actualmente, la totalidad del corredor vial intervenido está habilitado y se encuentra en fase de operación y mantenimiento.
Nicolás Morales Ramos, director social de la concesión Autopistas del Nordeste, un proyecto concesionado con la Agencia Nacional de Infraestructura, conversó con El Espectador sobre los logros alcanzados en esta vía, su valor turístico, la conectividad que ofrece entre la región caribe y Antioquia, la economía emergente alrededor del proyecto y la formalización de empresas turísticas en el área.
¿Qué otros aspectos esperan impactar con este nuevo proyecto?
En primer lugar, la Autopista del Nordeste ofrece una conectividad más segura gracias a su diseño y estándar de calidad internacional. Esto permite que el corredor vial sea más seguro y eficiente, ya que se corrigió el trazado antiguo, que presentaba muchas curvas y pendientes pronunciadas, lo que generaba dificultades y riesgos considerables debido a la topografía del territorio.
En palabras sencillas, se trató de rectificar la vía y reducir la pendiente y las curvas. Ahora, la pendiente máxima es de 5°, lo que permite una mayor velocidad y seguridad en el tránsito. Además, se han incorporado obras complementarias, como la berma para el tránsito de bicicletas o para que los vehículos puedan hacerse a la orilla en caso de percance.
Todo esto hace que el trazado sea más rápido, seguro y cómodo para el usuario. También se ha mejorado la conectividad con las cabeceras municipales de Remedios, Segovia, Zaragoza y Caucasia. Esto aumentará el comercio y mejorará el turismo, convirtiendo el territorio en un atractivo seguro y fácil de conectar gracias al mejoramiento de las condiciones de seguridad vial.
¿Cómo esperan que se comporte el comercio en esta zona?
La Autopista del Nordeste ya está en operación, aunque su funcionamiento pleno depende de la finalización del proyecto vial de Río Magdalena, que conecta el Puerto Berrío con Remedios. Actualmente, este proyecto está terminado en un 80% y se espera que esté listo para el 2025. Una vez que esté terminado, este corredor vial será la conexión directa entre la Costa Atlántica y Medellín.
Históricamente, la conexión entre estos dos lugares se ha realizado a través del sector de Santa Rosa de Osos y Yarumal. Sin embargo, la nueva vía promete conectar los puertos de Cartagena y Barranquilla, así como su comercio, con la capital antioqueña.
Más allá de la conectividad ¿Cómo puede impactar la vida y la economía de las poblaciones aledañas este nuevo proyecto vial?
El desarrollo de infraestructura vial en la región ha permitido una nueva apuesta: el turismo y la prestación de servicios a los turistas. Además, el desarrollo urbanístico alrededor del corredor vial se presenta como una oportunidad en el ordenamiento territorial de los municipios de Remedios, Segovia, El Bagre, Zaragoza y Caucasia.
Otro aspecto importante es la prestación de servicios en la zona rural de estos municipios, lo que facilita el acceso a sus cabeceras municipales. La calidad de vida se ve mejorada gracias a proyectos de infraestructura que permiten una mayor accesibilidad a la educación, los servicios de salud y los servicios básicos domiciliarios.
Además, las comunidades desarrollan un mayor sentido de pertenencia por su territorio al comprender el mejoramiento de su entorno gracias a la infraestructura vial.
¿Cómo impulsarán la generación de nuevas empresas alrededor del proyecto?
Estas concesiones, por contrato, incluyen programas sociales que impulsan el desarrollo de las comunidades ubicadas a lo largo del corredor vial. Uno de estos programas es el Apoyo a la Gestión Interinstitucional, que no solo es una obligación contractual, sino también una convicción nuestra.
En cada municipio, apoyamos dos o tres iniciativas productivas, además de otras 14 que fortalecemos, consolidamos y llevamos a la formalización y comercialización. Esto lo hacemos en colaboración con las Cámaras de Comercio del sector y el SENA. También podemos trabajar con instituciones como la Universidad de Antioquia, la Universidad de Medellín y otras.
Por ejemplo, en Machuca, un corregimiento de Segovia históricamente afectado por la violencia política, estamos apoyando culturalmente a una asociación de mujeres afrodescendientes a través del empoderamiento, el trabajo de la cocina tradicional y la conservación de sus costumbres.
Finalmente, tenemos una serie de programas que cuentan con un profesional social en cada uno de ellos, vinculado a un Plan de Gestión Social Contractual que debemos desarrollar entre 2040 y 2042. Nuestro objetivo es trabajar no solo donde haya obras, sino también dar sostenibilidad al proyecto en la operación y el mantenimiento.
¿Por qué creer no solo en un proyecto vial, sino también social y comercial?
En un proyecto de infraestructura, siempre existe un impacto. Sin embargo, cuando solo se construye y se pavimenta un territorio sin brindar sostenibilidad a través de trabajos comunitarios, el impacto puede ser negativo. Esto se debe a que no se respeta la cultura, el contexto y el territorio, y a que estas obras de infraestructura no solo mejoran la conectividad, la seguridad y la eficiencia en el transporte de pasajeros y comercio, sino que también generan desarrollo comunitario.
Nuestro objetivo es que estas obras tengan un impacto positivo y que el impacto negativo se pueda mitigar con oportunidades. Esto solo se puede lograr a través de un Plan de Gestión Social Contractual. En Colombia, el desarrollo social en las obras de infraestructura ha sido una práctica común durante más de 20 años. Inicialmente, era una obligación, pero con el tiempo se ha convertido en una convicción.
Anteriormente, cuando se construían vías en el país, no se consideraban las necesidades de las comunidades, lo que generó impactos negativos a nivel predial, comunitario y ambiental. Entender cómo se ha desarrollado históricamente la infraestructura en el país, especialmente en áreas como lo social, es fundamental para comprender que las obras de infraestructura modernas generan no solo conectividad segura, sino también desarrollo humano.