La caligrafía y la ortografía: retos educativos
Las falencias en competencia lectoescritora de estudiantes y egresados representan un gran desafío de la formación educativa en Colombia, como lo revelan las evaluaciones estandarizadas y las que se realizan en el interior de las instituciones educativas en el país y en escenarios internacionales.
José Consuegra Bolívar
Sin duda, se trata de un proceso cognitivo fundamental para el aprendizaje, el rendimiento académico y la formación integral de las personas, dado su impacto en la adquisición y asimilación de conocimientos, la comunicación lingüística, la interacción social, el ejercicio profesional y laboral, y las relaciones con el entorno.
En cuanto a la competencia escritora, escribir con buena caligrafía y ortografía pasó de ser una cualidad admirable e imitable en tiempos pretéritos a ser hoy un asunto trivial, como se puede apreciar en las conversaciones en redes sociales, en las publicaciones en páginas web, en el intercambio de correspondencia e incluso en trabajos académicos y artículos de prensa. En esta triste realidad son sumamente determinantes la facilidad y comodidad de nuevas tecnologías, como los autocorrectores, que suelen adoptarse como filtros para la ortografía de mensajes y textos. Se deja a cargo de estas herramientas digitales la responsabilidad del buen escribir, y quien las utiliza se mantiene al margen de aprender y practicar la ortografía y la redacción, y potencializar su capacidad de comprensión lectora.
Otro muy importante agente causal de esta problemática es el bajo nivel de lecturabilidad de libros, revistas o artículos en los momentos actuales, con mayor énfasis en las generaciones jóvenes, lo cual les limita la posibilidad de buena ortografía y del proceso cognitivo de comprensión lectora.
Tristemente, en los resultados globales de un test realizado por la empresa española Smartick, para comprobar el grado de conocimientos gramaticales y ortográficos, Colombia queda mal posicionada. La prueba, realizada a 24.000 personas de distintas edades de cinco países, la aprobaron España (nota media de 5,6), Chile (5,2) y Perú (5,0) y no la superaron México (4,9) y Colombia (4,6). Específicamente, en el componente de ortografía, los colombianos lograron apenas el 36 % de aciertos, ubicándose de último entre los países evaluados; lo mismo que en morfología, con un 33 %, así como en morfosintaxis, con un 49 %.
Al desglosar las últimas pruebas Pisa (2018), Colombia también alcanzó resultados poco favorables en comprensión lectora; incluso, los estudiantes tuvieron un rendimiento menor (412 puntos) que la media de la OCDE (487) en esta área. De acuerdo con el análisis, el 50 % de estudiantes alcanzaron el nivel 2 de competencia en lectura, lo que indica que pueden identificar la idea principal en un texto de extensión moderada, hallar información basada en criterios explícitos, aunque algunas veces complejos, y pueden reflexionar sobre el propósito y la forma de los textos; solo el 1 % de los estudiantes se ubicaron como los de mejor rendimiento en lectura, es decir, el nivel 5 o 6 en la prueba Pisa, lo que indica que pueden comprender textos largos, manejar conceptos abstractos y establecer distinciones entre hechos y opiniones.
La caligrafía y la ortografía no son un capricho; si se escribe y se habla bien, podemos comunicarnos adecuadamente, brindando a interlocutores y lectores mensajes claros y coherentes. Igual de importante es la capacidad de comprensión lectora, sumamente determinante en el aprendizaje y la formación integral.
Sin duda, se trata de un proceso cognitivo fundamental para el aprendizaje, el rendimiento académico y la formación integral de las personas, dado su impacto en la adquisición y asimilación de conocimientos, la comunicación lingüística, la interacción social, el ejercicio profesional y laboral, y las relaciones con el entorno.
En cuanto a la competencia escritora, escribir con buena caligrafía y ortografía pasó de ser una cualidad admirable e imitable en tiempos pretéritos a ser hoy un asunto trivial, como se puede apreciar en las conversaciones en redes sociales, en las publicaciones en páginas web, en el intercambio de correspondencia e incluso en trabajos académicos y artículos de prensa. En esta triste realidad son sumamente determinantes la facilidad y comodidad de nuevas tecnologías, como los autocorrectores, que suelen adoptarse como filtros para la ortografía de mensajes y textos. Se deja a cargo de estas herramientas digitales la responsabilidad del buen escribir, y quien las utiliza se mantiene al margen de aprender y practicar la ortografía y la redacción, y potencializar su capacidad de comprensión lectora.
Otro muy importante agente causal de esta problemática es el bajo nivel de lecturabilidad de libros, revistas o artículos en los momentos actuales, con mayor énfasis en las generaciones jóvenes, lo cual les limita la posibilidad de buena ortografía y del proceso cognitivo de comprensión lectora.
Tristemente, en los resultados globales de un test realizado por la empresa española Smartick, para comprobar el grado de conocimientos gramaticales y ortográficos, Colombia queda mal posicionada. La prueba, realizada a 24.000 personas de distintas edades de cinco países, la aprobaron España (nota media de 5,6), Chile (5,2) y Perú (5,0) y no la superaron México (4,9) y Colombia (4,6). Específicamente, en el componente de ortografía, los colombianos lograron apenas el 36 % de aciertos, ubicándose de último entre los países evaluados; lo mismo que en morfología, con un 33 %, así como en morfosintaxis, con un 49 %.
Al desglosar las últimas pruebas Pisa (2018), Colombia también alcanzó resultados poco favorables en comprensión lectora; incluso, los estudiantes tuvieron un rendimiento menor (412 puntos) que la media de la OCDE (487) en esta área. De acuerdo con el análisis, el 50 % de estudiantes alcanzaron el nivel 2 de competencia en lectura, lo que indica que pueden identificar la idea principal en un texto de extensión moderada, hallar información basada en criterios explícitos, aunque algunas veces complejos, y pueden reflexionar sobre el propósito y la forma de los textos; solo el 1 % de los estudiantes se ubicaron como los de mejor rendimiento en lectura, es decir, el nivel 5 o 6 en la prueba Pisa, lo que indica que pueden comprender textos largos, manejar conceptos abstractos y establecer distinciones entre hechos y opiniones.
La caligrafía y la ortografía no son un capricho; si se escribe y se habla bien, podemos comunicarnos adecuadamente, brindando a interlocutores y lectores mensajes claros y coherentes. Igual de importante es la capacidad de comprensión lectora, sumamente determinante en el aprendizaje y la formación integral.