Palma de aceite: pilar económico y social de las regiones y el país
Colombia es el cuarto productor mundial de aceite de palma y el primero en América. Las más de 600.000 hectáreas sembradas evidencian su importancia para la economía nacional y representan el sustento de más de 6.800 pequeños productores.
Los frutos de la palma de aceite son utilizados para la elaboración de infinidad de productos de uso cotidiano, doméstico, estético y hasta industrial. Su importancia para la economía nacional se refleja en que ocupa el primer renglón en exportaciones no tradicionales y es el cuarto producto agropecuario más exportado de Colombia.
La producción de aceite de palma durante 2021 fue de 1,75 millones de toneladas, lo que representa un aumento de 12 % con respecto a la producción de 2020. Por su parte, el valor de la producción para 2021 fue de COP 7,7 billones, lo que representó un aumento del 85 %, comparado con 2020. Y a su vez, se situó como el valor más alto de la historia, tanto por el aumento del volumen de la producción como por el buen comportamiento de los precios internacionales del aceite de palma.
Las ventas en el mercado local alcanzaron 1,2 millones de toneladas, lo que reflejó un crecimiento de 42 % y una participación dentro del total de las ventas de 71 %, para 2021, principalmente en los segmentos de alimentos y biodiésel. Por su parte, las ventas al mercado internacional estuvieron en 0,5 millones de toneladas y su participaron estuvo cercana al 29 % de las ventas totales de la agroindustria. De acuerdo con Nicolás Pérez Marulanda, presidente ejecutivo de la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma), se estima que las exportaciones alcanzaron un valor de $551 millones de dólares.
Sin duda, estas cifras auguran un buen futuro para el sector y contribuyen a la recuperación económica que está viviendo la economía nacional e internacional. También permite retribuir los esfuerzos que hacen los productores en materia de contribución al medio ambiente, buenas prácticas de manejo, formalización laboral, economía circular, entre otras. Y, además, incentiva la inversión en departamentos como Meta, Casanare, Vichada (271.000 hectáreas sembradas); Santander, Norte de Santander y Boyacá (182.000 hectáreas sembradas); Magdalena, César y Córdoba (110.000 hectáreas sembradas) y Tumaco (23.000 hectáreas sembradas).
“La producción creció en todas las zonas palmeras de Colombia, alcanzando niveles récord en la mayoría de ellas. Los cultivos son bien exigentes, requieren altos niveles de tecnificación, pero eso está más que compensado con los beneficios que trae para los productores”, expresó Nicolás Pérez Marulanda.
Palmicultores que le apuestan a la producción sostenible
El dirigente gremial destacó la labor que hace Fedepalma para que sus productores apropien buenas prácticas de producción, logren recibir todos los beneficios que se pueden obtener de la producción de aceite de palma y a su vez contribuyan al mejoramiento del medio ambiente.
Desde 2017, Fedepalma firmó el acuerdo “Cero Deforestación”, lo que garantiza que los palmicultores no tengan tratos de deforestación, y, por el contrario, haya cumplimiento de mantener las zonas de reserva que exigen las corporaciones autónomas regionales. De igual forma, la industria palmera conoce y aprovecha las particularidades de la planta para fortalecer la economía circular, pues, como lo mencionó Nicolás Pérez, “en ese caso, la palma es muy útil”.
“Por ejemplo, en las plantas extractoras hay un sistema que permite capturar gas metano y ese gas sirve para generar energía. Así hay muchas plantas, que son completamente autosuficientes en sus necesidades de energía, al tiempo que evitan que estos gases lleguen a la atmósfera.. Otra de las partes de la palma se lleva al campo y se aprovecha para restituirle al suelo parte de los nutrientes que la palma absorbió. De esa forma, se disminuye el consumo de fertilizantes externos”. Esto, sumado al programa de protección de fauna asociada a los cultivos, como los insectos polinizadores, son prácticas que los productores de Fedepalma realizan para disminuir los impactos ambientales de la industria y garantizar la calidad del producto.
Aporte social
La economía circular que se puede desarrollar en torno a la producción de aceite de palma no solo repercute en la calidad del producto y el bienestar del medio ambiente, también, estas prácticas de reutilización, disminución y máximo aprovechamiento de la palma y sus derivados, permite que los productores disminuyan los costos de producción, lo que, en últimas, se traduce como un ingreso más (o un gasto menos) para las cerca de 6.856 familias que viven de la palma de aceite.
Otro tema que ha impulsado Fedepalma es la formalización laboral. Con esto se busca que los productores y sus familias puedan gozar de los beneficios que trae un trabajo formal. De acuerdo con el presidente ejecutivo de Fedepalma, de los cerca de 200.000 empleos que genera esta industria, el 85 % son formales. “Eso implica todo lo que tiene que ver con riesgos laborales, dotación de trabajadores en materia de protección personal. Es un cultivo exigente porque nos hemos impuesto unos estándares muy altos de producción”, resaltó Nicolás Pérez, presidente ejecutivo de Fedepalma.
Sumado a esto, desde el Centro de Investigación, que hace parte del gremio de Fedepalma, se vienen desarrollando investigaciones para mejorar las prácticas de cultivo en aspectos como el uso eficiente del agua, nutrición de las plantas, tratamiento de plagas o enfermedades; mejoramiento genético, entre otras. Y también se investiga sobre cómo aprovechar mejor, en el concepto de economía circular, los subproductos: reutilizarlos, evitar desperdicios y disminuir la contaminación. Lo más importante de este proyecto es que desde la Federación se presta el servicio de asistencia y acompañamiento técnico, para aprovechar ese conocimiento, compartirlo con los productores y para que lo implementen en sus cultivos.
Por otro lado, la Federación comenzó con el programa de Aceite de Palma Sostenible de Colombia (Apsco), con el que se busca promover en los productores las mejores prácticas en tres dimensiones: ambiental, económica y social. Esto permitirá que cada productor pueda medir, de forma voluntaria y objetiva, cómo está haciendo las cosas y cómo puede cerrar brechas para cumplir con los requisitos que están exigiendo los mercados en materia de: deforestación, uso eficiente del agua, formalización de la mano de obra, buen trato con las comunidades, respeto a los derechos humanos, entre otras.
“Esto lo que nos va a permitir es recoger las experiencias que ha tenido este sector en los 60 años que cumple Fedepalma este año, y establecer un mecanismo de verificación que permita medir y demostrar objetivamente cómo se cumple esa propuesta de sostenibilidad que está en el sector”, concluyó Nicolás Pérez, presidente ejecutivo de Fedepalma.
Los frutos de la palma de aceite son utilizados para la elaboración de infinidad de productos de uso cotidiano, doméstico, estético y hasta industrial. Su importancia para la economía nacional se refleja en que ocupa el primer renglón en exportaciones no tradicionales y es el cuarto producto agropecuario más exportado de Colombia.
La producción de aceite de palma durante 2021 fue de 1,75 millones de toneladas, lo que representa un aumento de 12 % con respecto a la producción de 2020. Por su parte, el valor de la producción para 2021 fue de COP 7,7 billones, lo que representó un aumento del 85 %, comparado con 2020. Y a su vez, se situó como el valor más alto de la historia, tanto por el aumento del volumen de la producción como por el buen comportamiento de los precios internacionales del aceite de palma.
Las ventas en el mercado local alcanzaron 1,2 millones de toneladas, lo que reflejó un crecimiento de 42 % y una participación dentro del total de las ventas de 71 %, para 2021, principalmente en los segmentos de alimentos y biodiésel. Por su parte, las ventas al mercado internacional estuvieron en 0,5 millones de toneladas y su participaron estuvo cercana al 29 % de las ventas totales de la agroindustria. De acuerdo con Nicolás Pérez Marulanda, presidente ejecutivo de la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma), se estima que las exportaciones alcanzaron un valor de $551 millones de dólares.
Sin duda, estas cifras auguran un buen futuro para el sector y contribuyen a la recuperación económica que está viviendo la economía nacional e internacional. También permite retribuir los esfuerzos que hacen los productores en materia de contribución al medio ambiente, buenas prácticas de manejo, formalización laboral, economía circular, entre otras. Y, además, incentiva la inversión en departamentos como Meta, Casanare, Vichada (271.000 hectáreas sembradas); Santander, Norte de Santander y Boyacá (182.000 hectáreas sembradas); Magdalena, César y Córdoba (110.000 hectáreas sembradas) y Tumaco (23.000 hectáreas sembradas).
“La producción creció en todas las zonas palmeras de Colombia, alcanzando niveles récord en la mayoría de ellas. Los cultivos son bien exigentes, requieren altos niveles de tecnificación, pero eso está más que compensado con los beneficios que trae para los productores”, expresó Nicolás Pérez Marulanda.
Palmicultores que le apuestan a la producción sostenible
El dirigente gremial destacó la labor que hace Fedepalma para que sus productores apropien buenas prácticas de producción, logren recibir todos los beneficios que se pueden obtener de la producción de aceite de palma y a su vez contribuyan al mejoramiento del medio ambiente.
Desde 2017, Fedepalma firmó el acuerdo “Cero Deforestación”, lo que garantiza que los palmicultores no tengan tratos de deforestación, y, por el contrario, haya cumplimiento de mantener las zonas de reserva que exigen las corporaciones autónomas regionales. De igual forma, la industria palmera conoce y aprovecha las particularidades de la planta para fortalecer la economía circular, pues, como lo mencionó Nicolás Pérez, “en ese caso, la palma es muy útil”.
“Por ejemplo, en las plantas extractoras hay un sistema que permite capturar gas metano y ese gas sirve para generar energía. Así hay muchas plantas, que son completamente autosuficientes en sus necesidades de energía, al tiempo que evitan que estos gases lleguen a la atmósfera.. Otra de las partes de la palma se lleva al campo y se aprovecha para restituirle al suelo parte de los nutrientes que la palma absorbió. De esa forma, se disminuye el consumo de fertilizantes externos”. Esto, sumado al programa de protección de fauna asociada a los cultivos, como los insectos polinizadores, son prácticas que los productores de Fedepalma realizan para disminuir los impactos ambientales de la industria y garantizar la calidad del producto.
Aporte social
La economía circular que se puede desarrollar en torno a la producción de aceite de palma no solo repercute en la calidad del producto y el bienestar del medio ambiente, también, estas prácticas de reutilización, disminución y máximo aprovechamiento de la palma y sus derivados, permite que los productores disminuyan los costos de producción, lo que, en últimas, se traduce como un ingreso más (o un gasto menos) para las cerca de 6.856 familias que viven de la palma de aceite.
Otro tema que ha impulsado Fedepalma es la formalización laboral. Con esto se busca que los productores y sus familias puedan gozar de los beneficios que trae un trabajo formal. De acuerdo con el presidente ejecutivo de Fedepalma, de los cerca de 200.000 empleos que genera esta industria, el 85 % son formales. “Eso implica todo lo que tiene que ver con riesgos laborales, dotación de trabajadores en materia de protección personal. Es un cultivo exigente porque nos hemos impuesto unos estándares muy altos de producción”, resaltó Nicolás Pérez, presidente ejecutivo de Fedepalma.
Sumado a esto, desde el Centro de Investigación, que hace parte del gremio de Fedepalma, se vienen desarrollando investigaciones para mejorar las prácticas de cultivo en aspectos como el uso eficiente del agua, nutrición de las plantas, tratamiento de plagas o enfermedades; mejoramiento genético, entre otras. Y también se investiga sobre cómo aprovechar mejor, en el concepto de economía circular, los subproductos: reutilizarlos, evitar desperdicios y disminuir la contaminación. Lo más importante de este proyecto es que desde la Federación se presta el servicio de asistencia y acompañamiento técnico, para aprovechar ese conocimiento, compartirlo con los productores y para que lo implementen en sus cultivos.
Por otro lado, la Federación comenzó con el programa de Aceite de Palma Sostenible de Colombia (Apsco), con el que se busca promover en los productores las mejores prácticas en tres dimensiones: ambiental, económica y social. Esto permitirá que cada productor pueda medir, de forma voluntaria y objetiva, cómo está haciendo las cosas y cómo puede cerrar brechas para cumplir con los requisitos que están exigiendo los mercados en materia de: deforestación, uso eficiente del agua, formalización de la mano de obra, buen trato con las comunidades, respeto a los derechos humanos, entre otras.
“Esto lo que nos va a permitir es recoger las experiencias que ha tenido este sector en los 60 años que cumple Fedepalma este año, y establecer un mecanismo de verificación que permita medir y demostrar objetivamente cómo se cumple esa propuesta de sostenibilidad que está en el sector”, concluyó Nicolás Pérez, presidente ejecutivo de Fedepalma.