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En la actualidad, la formación médica enfrenta el desafío de preparar a los futuros cirujanos para procedimientos complejos de manera efectiva y segura. En este contexto, la Universidad El Bosque ha desarrollado un innovador dispositivo de entrenamiento para cirugía ocular, que busca transformar la forma en que los estudiantes adquieren habilidades quirúrgicas.
Este simulador facilita el entrenamiento con ojos cadavéricos de otras especies, integrando tecnologías avanzadas como la impresión 3D, permitiendo una experiencia más realista y accesible de la anatomía humana.
Para hablar al respecto, entrevistamos a Juan Sebastián Ávila Forero, director del programa de Diseño Industrial y la Maestría en Ergonomía y Diseño Universal de la Universidad, quien fue uno de los investigadores que permitió que se patentara este dispositivo.
¿Qué motivó el desarrollo del dispositivo de entrenamiento para cirugía ocular y cómo se diferencia de los métodos tradicionales?
En la Universidad El Bosque identificamos la importancia de las simulaciones en la educación médica, especialmente en procedimientos complejos como la cirugía ocular, debido a que los estudiantes tradicionalmente utilizan ojos cadavéricos de otras especies para practicar. Nosotros buscamos una alternativa más innovadora y efectiva que integrara tecnologías avanzadas, como la impresión 3D, para crear un dispositivo que simule mejor la anatomía humana. Es así como este dispositivo se diferencia de los métodos tradicionales al ofrecer una experiencia de entrenamiento más realista y accesible.
Nuestro nuevo enfoque permite a los estudiantes practicar habilidades quirúrgicas en un entorno controlado y repetible, facilitando un aprendizaje más efectivo y seguro. Además, el dispositivo tiene una patente de invención, lo que subraya su innovación y potencial en el campo de la educación médica.
¿Cuáles son las características específicas del simulador que mejoran la experiencia de entrenamiento con los ojos cadavéricos?
Son varias, entre ellas las más importantes son la ubicación anatómica precisa que logramos, que permite situar los ojos en posiciones específicas que reflejan la anatomía humana, lo que ayuda a los estudiantes a familiarizarse con el entorno quirúrgico real. Asimismo, logramos una regulación de la presión intraocular que los estudiantes pueden ajustar y optimizar para realizar procedimientos quirúrgicos de manera efectiva mientras el dispositivo incorpora un mecanismo que simula la resistencia y presión ejercidas por los músculos oculares durante la cirugía, permitiendo que experimenten condiciones más cercanas a las que enfrentarán en un paciente real.
¿Cómo aseguran que el simulador proporciona una experiencia inmersiva y realista?
Es una buena pregunta y tenemos la certeza de que lo logra gracias a la aplicación de metodologías de diseño centrado en el ser humano. Este enfoque lo aplicamos en el programa de Diseño Industrial y la maestría en Ergonomía y Diseño Universal e implica comprender no solo el producto en sí, sino también su contexto y el ciclo de vida completo.
Partiendo de ello realizamos un análisis exhaustivo de las necesidades de profesores, estudiantes y personal médico para asegurar que el simulador sea relevante y útil en el entorno educativo, considerando la facilidad de uso, reparación y costo, con el fin de garantizar que los simuladores sean asequibles y prácticos para las instituciones educativas, con un aspecto adicional que me gustaría mencionar y es que tomamos en cuenta todo el sistema que rodea al simulador, asegurando que no solo se simule la cirugía ocular, sino que también se integre adecuadamente en el proceso de enseñanza.
¿Qué retroalimentación han recibido de quienes utilizan el simulador?
Ha sido muy positivo y constructivo, durante el proceso de investigación, en la Universidad El Bosque hemos realizado múltiples prototipos y validaciones con la participación de docentes y estudiantes de residencia, lo que nos permitió recopilar diversas perspectivas sobre el dispositivo.
Los usuarios han dado sugerencias sobre cómo mejorar y optimizar el simulador, lo que ha llevado a desarrollar metodologías para perfeccionarlo. Este enfoque colaborativo ha sido fundamental para asegurar que cumpla con las necesidades educativas y profesionales, resultando en una herramienta más efectiva para la formación de cirujanos. Además, la universidad ha invertido en infraestructura y recursos para seguir mejorando estos procesos, lo que refleja su compromiso con la excelencia en la educación médica.
¿Quiénes forman parte del equipo interdisciplinario que desarrolló el simulador?
En el proyecto trabajamos cuatro personas: el Dr. Derrick André Dabian, médico cirujano en Oftalmología, quien asumió el rol de cliente y usuario del simulador, brindándonos la retroalimentación necesaria sobre sensaciones, texturas, oportunidades y requisitos específicos. Por otra parte, el equipo de diseño estuvo liderado por el profesor David Andrés Cañón, diseñador industrial y magíster en Diseño e Ingeniería, quien aportó su conocimiento en diseño mecánico e impresión 3D. También participó Luis Estrada, quien se vinculó en ese entonces como practicante y miembro del semillero de investigación; pero ahora ya es profesor del programa de Diseño Industrial y nos apoyó en todas las fases de desarrollo del proyecto, siguiendo las políticas de formación de la universidad que promueven la participación de estudiantes en proyectos de investigación y su evolución hacia roles profesionales y docentes. Y, finalmente, también participé yo contribuyendo a estructurar el proyecto en términos de tiempos, recursos y gestión, aplicando mi experiencia en modelado 3D con mallas poligonales para las partes orgánicas del simulador.
¿Cómo patentaron el dispositivo y qué significa esto para su futuro uso en la formación médica?
En este aspecto debemos mencionar y agradecer a la OLIE (Oficina Legal de Innovación y Extensión), liderada por Juan Carlos Suárez y Sara Roncancio, quienes, desde el HUBiEX de la universidad, han transformado la forma de proteger, financiar y entender la innovación a nivel global. Hoy, muchos creadores en el mundo podemos generar nuevo conocimiento sin la necesidad de una infraestructura tan robusta como la de hace unos años, gracias a la globalización, la inversión de las universidades y la democratización de la tecnología. El proceso duró más de dos años, ya que se requiere un rastreo global de todas las patentes de invención en países con décadas de avance en desarrollo tecnológico.
Esta labor resalta la importancia de nuestro dispositivo y el desarrollo y la madurez en investigación de nuestra universidad, que tiene en las áreas de la salud uno de sus pilares y demuestra cómo, al trabajar con especialidades como el diseño industrial, se potencializan los resultados de forma radical.
¿Cómo impactaría esta innovación la formación médica?
Hoy vivimos una época en la que la práctica y la simulación están superando a la teoría en los espacios de formación, pero debemos desarrollar cada vez más herramientas que permitan a los estudiantes interactuar directamente con el conocimiento.
Esperamos que este proyecto sea solo uno de muchos desarrollos tecnológicos realizados en conjunto con profesionales de diversas especialidades y áreas del conocimiento. En salud, diseño e ingeniería, contamos con un enorme potencial de colaboración y en la Universidad El Bosque disponemos de una plataforma, políticas e infraestructura que nos permitirán seguir impactando con nuevos desarrollos.
Todo esto porque nuestro simulador responde a esta necesidad, mejorando la experiencia en ojos cadavéricos, al permitir el movimiento libre del ojo y simular diversas características faciales, ofreciendo una práctica más realista a los especialistas y preparándolos mejor para su transición al entorno quirúrgico real.