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Vidas paralelas, trayectoria común

Fidel Cano y Nicolás Pinzón Warlosten abanderaron, al final del siglo XIX, la responsabilidad periodística y universitaria de la democracia.

Juan Camilo Rodríguez Gómez
26 de marzo de 2023 - 12:00 p. m.
Juan Camilo Rodríguez Gómez, profesor emérito y director de Lux non occidat: Museo y Archivo Histórico.
Juan Camilo Rodríguez Gómez, profesor emérito y director de Lux non occidat: Museo y Archivo Histórico.
Foto: Carolina Corredor
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El Externado (15 de febrero de 1886) y El Espectador (22 de marzo de 1887) tuvieron un origen y un ideario común, asociados con la introducción y divulgación del pensamiento moderno, la ideología liberal y las libertades públicas, de pensamiento, enseñanza y prensa. Las afinidades y la empatía ideológica entre las dos instituciones han sido de enriquecimiento mutuo en torno a la introducción del pensamiento moderno, la tolerancia y la perspectiva crítica desde los escenarios similares de la educación y el periodismo. En los orígenes, esto se expresó en medio del más adverso de los ambientes: el establecido por la Constitución de 1886 y disposiciones posteriores de carácter autoritario para la ideología de la universidad y el periódico. En desarrollo del artículo transitorio K de la Constitución y de la llamada Ley de los Caballos (Ley 61 de 1888), se impuso la censura y el cierre de periódicos, así como la pérdida de derechos políticos y el destierro para los adversarios al régimen. Fidel Cano Gutiérrez publicó en El Espectador un valiente artículo contra esa Ley en julio de 1888.

Persecución y clausura

En 1895, con la muerte de Nicolás Pinzón Warlosten, fundador del Externado, y el destierro de varios de sus profesores, y luego de varios intentos y hostigamientos, el Externado fue cerrado. Durante esos años El Espectador fue clausurado varias veces y su director encarcelado. El Externado estuvo cerrado entre 1895 y 1918. El Espectador, tras sucesivas suspensiones, algunas de ellas prolongadas, cerró entre 1904 y 1913.

La reapertura

Años después fueron restaurados, paradójicamente en tiempos de la Hegemonía Conservadora, al menos no tan autocrática y excluyente como lo había sido la Regeneración. El Espectador reapareció en 1913, de nuevo en Medellín, y luego también en Bogotá en 1915. El Externado reabrió en 1918, en medio de disputas dentro del proselitismo liberal interesado en tener proyección en el mundo de la educación, pero no comprometió su ideario al partido. Diego Mendoza Pérez fue su restaurador y rector hasta 1933.

Tiempos de la República Liberal

A partir de 1930, el Externado y El Espectador vivieron por primera vez en un escenario favorable para sus ideas y propósitos. Hasta 1946, durante el período de la República Liberal, enfrentaron tres lustros de otro tipo de desafíos. Ya no convivieron con un régimen hostil, en pugna permanente y aupado por la Iglesia católica, sino que en un nuevo espacio para la expresión de sus ideas les llegó el momento de apoyar las causas sociales del pensamiento liberal para convertirlas en realidades. Ricardo Hinestrosa Daza, rector del Externado desde 1933 hasta 1963, fue el abanderado de una entidad que vivió la primera mitad de su rectoría en el contexto de la República Liberal, luego años de dictadura y al final la transición al Frente Nacional. Para el Externado de aquellos tiempos el ambiente, no por liberal, fue de todas formas de grandes desafíos.

Años de dictadura

Como si se hubiera retornado a 1886, a partir de 1946, sesenta años después de la Constitución de aquel año, el país volvió a un período de oscuridad y conculcación de las libertades. Fueron de nuevo tiempos difíciles para El Espectador y el Externado. Se desató en el país el período conocido como la Violencia y ocurrió el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, con sus secuelas por todas las regiones. Los gobiernos conservadores de Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez, entre 1946 y 1953, y luego la dictadura de Rojas Pinilla, entre 1953 y 1957, censuraron varias veces al periódico, suspendieron sus actividades e incluso, en 1952, su sede sufrió atropellos. En tiempos de Ospina Pérez el Externado fue presionado con amenazas de cierre y ante esto el rector Hinestrosa Daza dijo que en caso de cumplirse esa eventualidad las clases se dictarían en el Parque Nacional. En varias ocasiones el Externado fue asediado por la soldadesca y algunos de sus estudiantes detenidos.

Embate del narcoterrorismo y nueva Constitución

Con el retorno del país a la estabilidad democrática, a partir de 1958 llegaron procesos de ampliación y expansión para el Externado y El Espectador. El periódico se trasladó en 1964 de sus instalaciones del centro en la avenida Jiménez al occidente en la avenida 68. La universidad pasó de su sede del barrio Santa Fe a la de La Candelaria, inaugurada en 1969. La posición digna y valiente de El Espectador y su director, don Guillermo Cano, llevó a las más estremecedoras amenazas, que se hicieron realidad con su asesinato el 17 de diciembre de 1986 y luego, el 2 de septiembre de 1989 un carro bomba arrasó con la sede del periódico. Un año antes del asesinato de Cano, el Externado sufrió uno de los más fuertes golpes de su historia. En la toma y retoma del Palacio de Justicia, el 6 y 7 de noviembre de 1985, murieron brutalmente ocho magistrados, profesores de la universidad: Alfonso Reyes Echandía, Carlos Medellín Forero, Manuel Gaona Cruz, Emiro Sandoval Huertas, Fabio Calderón Botero, Ricardo Medina Moyano, José Gnecco Correa y Darío Velásquez Gaviria.

Anhelo común de paz

En pleno siglo XXI, los han hermanado nuevos desafíos como contribuir al fortalecimiento de una paz estable y duradera para Colombia. Si bien es posible hacer un recuento de la historia común de las dos instituciones, vale la pena invitar a que se haga una investigación detallada y rigurosa al respecto, todo un proyecto que desentrañe hilos que se entrecruzan y no se han identificado en detalle. Sin duda se encontrarán muy positivas sorpresas de un vínculo muy profundo.

Por Juan Camilo Rodríguez Gómez

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