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La Corporación Nuevo Arco Iris y la Secretaría de Gobierno de Bogotá lanzaron una investigación que muestra cómo grupos de estructuras criminales regulan los mercados en que operan los delincuentes comunes.
La investigación arroja resultados preocupantes con respecto en dónde se centra la criminalidad en la ciudad y asegura que por Corabastos entra la mayoría de la droga, armas y dineros ilícitos que circulan por Bogotá.
El estudio dice que en la central de abastos más grande del país se trafican sustancias alucinógenas, armas de fuego y objetos hurtados. El informe señala que el principal problema que enfrenta la capital no son los atracos sino los mercados de la criminalidad que los promueven.
La secretaria de Gobierno, Ola Lucía Velásquez, se pronunció frente al tema y dijo que la Administración Distrital adelanta reuniones con el gerente de Corabastos para tomar las medidas pertinentes.
El libro fue lanzado en la Feria del Libro y es titulado “Mercados de la Criminalidad en Bogotá”. El texto plantea que para alcanzar tan amplio espectro en la ciudad, las bandas criminales están fuertemente engranadas con estructuras de protección, redes de servicios logísticos y financieros, al igual que con canales de suministro que operan por fuera de los límites de jurisdicción de autoridades locales, para así atender demandas insatisfechas por medio de bienes y servicios ilícitos.
Entre otras temáticas controvertidas que aborda la publicación figuran los servicios informales de protección y cobro extorsivo, la distribución de menudeo de sustancias psicoactivas, el lavado de activos y el transporte ‘protegido’ de mercancías ilícitas.
El texto enmarca toda la investigación y análisis bajo la referencia de que Bogotá poco a poco se convierte en una ‘mega-ciudad’, en la cual como las grandes metrópolis los delincuentes aprovechan su densidad demográfica y extensión para camuflarse.
“Estas redes criminales informales han sido las responsables de acabar por completo con ciertos mercados legales a través de prácticas desleales como el contrabando y la falsificación. Pero en la mayoría de los casos, aprovechan las posibilidades y oportunidades que ofrecen los mercados legales para lucrar y complementar sus negocios ilegales, como sucede con el lavado de activos por medio de actividades como inversión en finca raíz y consignatarias de vehículos, entre otros”, dice el libro.
Los autores del libro consideran que si bien gran parte de la inseguridad que se vive a diario en una ciudad como Bogotá es atribuible a delincuentes pequeños e independientes, la remuneración de su actividad criminal se posibilita a través de mercados ilícitos donde “liquidan” el producto de sus delitos.