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Esta semana dos pasajeros a bordo de un avión que cubría el trayecto entre los aeropuertos de Sidney, Australia, y la Isla Hamilton, dejaron boquiabiertos a todos cuando aparecieron envueltos en un disfraz de plástico presas del miedo ante el virus Covid-19 que se esparce ya por todo el mundo. (Lea: Turistas viajan envueltos en plástico por miedo a contagiarse de coronavirus).
Ayer, con el primer caso identificado en Colombia, y sin vacunas ni tratamientos en el horizonte, la pregunta en boca de todos es: ¿Qué podemos hacer para detener su avance? ¿Veremos en Bogotá u otras ciudades colombianas escenas como las de Wuhan, China, donde el gobierno bloqueó la movilidad e impidió a las personas salir de sus casas? (Lea “No hay motivo para el pánico. Mantengan la calma; estamos preparados”: ministro de Salud)
Cuatro expertos en salud pública, Roy M. Anderson del Imperial College en Londres, Hans Heesterbeek de la U. de Utrech, Don Klinkenberg del Instituto de Salud Pública y Ambiente de Holanda, Déirdre Hollingsworth de la U. de Oxford, justamente plantearon ayer 6 de marzo una reflexión sobre este tema en una de las revistas médicas más importantes del mundo, The Lancet.
Los cuatro autores comienzan con una advertencia simple y contundente: “los gobiernos no podrán minimizar tanto las muertes por enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) como el impacto económico de la propagación viral”. Si bien ya sabemos que cerca del 80% de los infectados simplemente experimentarán una gripa leve a moderada, eso no significa que para los sistemas de salud el otro 20% no represente una tremenda carga. La misión de expertos que la Organización Mundial de la Salud envió a China concluyeron en el informe final que el 13.8% de los casos confirmados presentó enfermedad grave y 6.1% resultaron críticos (insuficiencia respiratoria, shock séptico y falla de múltiples órganos). La tasa de mortalidad por ahora sigue sin estar clara. Pero los nuevos cálculos apuntan a 0.3 a 1%.
El objetivo en una situación como esta lo dicta el sentido común: evitar el mayor número posible de pérdida de vidas. Pero al mismo tiempo evitar impactos fuertes sobre las economías locales y nacionales.
China es el primer lugar para aprender algunas lecciones sobre esto. Después de todo allá comenzó la epidemia y ya completan dos meses conviviendo con el problema. Para los cuatro expertos “lo que ha sucedido en China muestra que la cuarentena, el distanciamiento social y el aislamiento de las poblaciones infectadas pueden contener la epidemia”.
Las herramientas con las que contamos para hacer frente al virus como ya lo demostró China son “la cuarentena voluntaria más obligatoria, la detención de reuniones masivas, el cierre de institutos educativos o lugares de trabajo donde se ha identificado la infección y el aislamiento de hogares, pueblos o ciudades”. Todas ellas apuntan a evitar que una persona infecte a otras. Se calcula que una persona infectada con el coronavirus, COVID-19, puede infectar en promedio 2 a 3 persona.
Hubo, además, algo que fue crucial en China: la velocidad con que actuaron las autoridades para detener la propagación del Covid-19. Bruce Aylward, un veterano epidemiólogo que estuvo al frente de la misión que envió la Organización Mundial de la Salud al país asiático, se lo resumió a medio estadounidense Vox, en unas frases: “El principal aprendizaje que nos deja China es la velocidad. Cuanto más rápido se encuentren los casos, se aíslen y se rastreen sus contactos cercanos, habrá mucho más éxito”. Para él, esa rapidez con que se actuó cambió el curso del brote y evitó que muchas más personas enfermaran.
Pero esa velocidad, insistía Aylward, tiene otro aspecto crucial. La otra clave, aseguraba, es tener a la población informada, pues ello permite detectar los casos con más agilidad. “Y cuanto más rápido los aísles, más rápido puedes romper las cadenas de contagio”.
“Así que hay que asegurarse de que la gente sepa sobre el virus y hay que asegurarse de tener mecanismos para trabajar con ellos en el sistema de salud”, decía más adelante. Suficiente infraestructura de salud pública para investigar casos, capacidad para identificar los contactos cercanos y asegurarse de que permanezcan bajo vigilancia fueorn para él los tres factores esenciales de la respuesta china.
¿Cerrar o no cerrar escuelas?
Este es uno de los grandes dilemas que enfrentará ahora Colombia. En opinión de los cuatro expertos, el cierre de la escuela “es poco probable que sea efectivo dada la baja tasa aparente de infección entre los niños, aunque los datos son escasos".
Sin embargo, y como lo planteó desde su cuenta de Twitter Nicholas Christakis, médico y profesor de la Universidad de Yale, cerrar escuelas “es un tema difícil, científica y pragmáticamente” pues no es sencillo estimar los beneficios con precisión. Recordó que en el caso de la pandemia de gripe de 1918, esa fue una de las medidas más importantes. Mientras más temprano se tomó esa decisión mejor resultó.
“Japón cerró todas las escuelas en todo el país la semana pasada, y planea mantenerlas cerradas hasta abril. Este es un movimiento dramático que, dependiendo de cómo va todo con # COVID19 en todo el mundo, puede ser una intervención sabia y efectiva”, anotó Christakis. Lo mismo hizo Italia.
Singapur, en cambió, tomó otro camino: mantener abiertas las escuelas pero implementando medidas de control de temperatura a los alumnos y una fuerte campaña de lavado de manos y otras medidas de higiene respiratoria.
¿Cancelar eventos?
Los epidimiólogos consultados por El Espectador sobre esta pregunta no se atreven a dar ninguna directriz general y creen que es una decisión que debe tomar cada autoridad local dependiendo de su contexto específico y en cada momento de la epidemia. (Lea Preguntas y respuestas sobre el coronavirus en Colombia)
Lo cierto es, como lo apuntaron los cuatro expertos en su análisis para The Lancet, que “el distanciamiento social a mayor escala proporciona tiempo para que los servicios de salud traten casos y aumenten la capacidad y, a largo plazo, para desarrollar vacunas y tratamientos”. Además de escuelas eso significa pensar en reuniones masivas.
Pero para ellos más allá de las fuerte medidas que han tomado gobiernos como China en países de occidente, y ahí estaría Colombia, la verdadera clave para controlar esta epidemia está en manos de cada ciudadano: “el comportamiento individual será crucial para controlar la propagación de COVID-19. La acción personal, más que la acción gubernamental, en las democracias occidentales podría ser el tema más importante”.
Y con esto se refieren al autoaislamiento precoz, búsqueda de asesoramiento médico de forma remota a menos que los síntomas sean graves y el distanciamiento social. En palabras del minsitro de Salud colombiano, Fernando Ruiz, "el buen manejo de una epidemia depende en un 50% de la autoridad sanitaria, pero el otro 50% depende de la comunidad
Esa costumbre colombiana de aparecerse con síntomas de gripa en un bus, la universidad o los lugares de trabajo es la peor forma de actuar en estos momentos.
El informe preparado por la comisión de la Organización Mundial de la Salud que viajó a China planteó con claridad que el mayor número de contagios ocurrió dentro de las familias. Esto significa que cada individuo tiene hasta cierto punto el poder de proteger a sus seres queridos aislándose en caso de sentir síntomas de gripa. “Esté preparado para apoyar activamente una respuesta al COVID-19 de varias maneras, incluida la adopción de prácticas más estrictas de "distanciamiento social" y ayudando a la población de ancianos de alto riesgo”, fue una de sus principales recomendaciones.
Confianza en el sistema de salud
"Colombia tiene históricamente un problema de desconfianza institucional", comenta a propósito de los retos del sistema de salud el epidemiólogo Julián Fernández Niño, profesor de la U. del Norte, "en las fases de contención y mitigación de una epidemia, se necesita confianza y adherencia en las recomendaciones de autoridades sanitarias".
Niño cree que el reto para el sistema de salud está en lidiar precisamente con esa desconfianza en una época de redes sociales, influencers no siempre bien informados y noticias falsas. "Hemos aprendido mucho de epidemias recientes, y el ministro de Salud tiene un gran reto de comunicación de poder transmitir esa confianza, al tiempo que enfrenta las noticias falsas y la desinformación impulsada en redes sociales, incluso por líderes políticos. Creo que debe primar el criterio técnico, y hacer un esfuerzo ee comunicación permanente, pedagógico pero también consciente de las realidades territoriales".