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Aprendimos de nuestros mayores que el silencio es buen consejero, pero después de meditar un rato la música es el mejor alimento para el alma. La que sea que nos guste; clásica, jazz, salsa, vallenato, rock, pop, hasta gregoriana. Admito que estamos en una sociedad donde cada vez se lee menos y se oye más, y entre lo que se oye hay mucho ruido, incluido el virus del reguetón. (Lea más de esta serie: Coronavirus y una vida más casera).
Hoy los invito a acercarse conscientemente a la música, no a poner su lista de Spotify de manera instintiva sino interpretativa. Con la intención que sugería el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss (1908-2009), quien dijo que la invención de la melodía fue el descubrimiento del “misterio supremo”. No soy experto en algún tipo de música, ni siquiera melómano, pero en estos días de encierro he afinado el oído. ¿Qué sería de nosotros sin buena música? ¿Qué sería de la especie humana, del pensamiento y de las artes si no hubieran existido Wagner, Mozart, Bach, Schubert, Beethoven?
Este año murió el gran pensador francés George Steiner, filósofo y melómano de verdad. Le preguntaron: ¿Qué hace en usted la música? Respondió: “Sé que lo hace todo para mí”. Para él, era “la armonía de la vida”. Y tarareó el comienzo de un tema clásico de su compatriota de Édith Piaf (1915-1963): “No. No me arrepiento de nada”.
Les traslado la pregunta. ¿Qué hace la música en ustedes? ¿Pueden valorar y describir los efectos sentimentales y sanadores que les produce?
Mientras piensan con qué música se conectarán para gozarse el trance, que ojalá incluya cantar y bailar, les cuento que el profesor Steiner llamó más de una vez a los pensadores de todo el mundo a investigar y escribir más sobre el impacto de la música en la historia de la humanidad. En su libro Los logócratas (Debolsillo-Ediciones Siruela) escribió: “A mi modo de ver, la música es, pues, la más apasionante y desconocida de las actividades fundamentales del hombre”. E invitaba a basarse en los apuntes sobre el tema que nos dejaron San Agustín, Boecio, Roosseau, Nietzsche, Schopenhauer, Adorno. “El próximo Copérnico tendrá algo que decirnos sobre lo que hace la música en nosotros y sobre su creación”. Steiner decía que la música lo llevaba a “pensar más fuerte”. Oía a Schumann y sentía que esa era “la validación”. Luego tocaba “el diapasón” de su sensibilidad. No concebía palabra escrita sin música.
Lo mismo le sucedía a escritores canónicos como el irlandés James Joyce (1882-1941), músico por excelencia y frustrado cantante de ópera. Su Ulises es, a ojos de los expertos, una composición musical de 18 capítulos con coros y codas incluidos. Otra referencia mayor, otra cadencia músicoliteraria, es el francés Marcel Proust (1871-1922). En busca del tiempo perdido es un larguísimo -siete novelas- pero acompasado recorrido por los salones de baile de la transición del siglo XIX al XX. El tono y el ritmo para describir la atmósfera social se basa en pianos y pianolas, valses y sonatas.
No sólo quiero recordarles la tradición de las culturas más antiguas, sino cómo la musicalidad de todo el mundo se transforma en un solo idioma dialogante. Ese poder universal explica por qué Charles Aznavour (1924-2018), el llamado “Sinatra francés”, exigió que la música de fondo de su película Los aventureros (1970) fuera el famoso merengue “Pájaro amarillo”, del compositor de Soledad, Atlántico, Colombia, Rafael Campo Miranda, cuyo crédito aparece destacado en letras blancas. Aznavour había venido a Bogotá, le recomendaron la canción en un almacén de Codiscos y la magia de la música hizo el resto así no hablara español. (Recomendamos: El viaje de película de Charles Aznavour a Colombia).
¿Qué sería de la obra de Gabriel García Márquez (1927-2014) sin la tradición oral y la música del Caribe colombiano ni la influencia de compositores europeos y cubanos? No es un lugar común que él haya dicho que Cien años de soledad es el vallenato más largo que se ha escrito. El experto en música y literatura Juan Gustavo Cobo Borda le ha dedicado ensayos para explicar cómo García Márquez "cuenta cantando", porque desde niño educó al mismo tiempo la mente y el oído: “Hubo un papel decisivo de la música, tanto en su vida como en su obra. Se puede, incluso, establecer un catálogo de sus preferencias que arrancaría de los cantos vallenatos, pasaría por boleros como ‘Franqueza’ de la mexicana Consuelo Velásquez y llegaría a Bach: las Suites para chelo solo”.
En los años 80, el Nobel de Literatura colombiano escribió en El Espectador: “Tengo más discos que libros, pero muchos amigos, sobre todo los más intelectuales, se sorprenden de que la lista en orden alfabético no termine con Vivaldi. Su estupor es más intenso cuando descubren que lo que viene después es una colección de música del Caribe —que es, de todas, sin excepción, la que más me interesa—. Desde las canciones ya históricas de Rafael Hernández y el Trío Matamoros, los tamboritos de Panamá, los poíos de la isla Margarita, en Venezuela, o los merengues de Santo Domingo. Y, por supuesto, la que más ha tenido que ver con mi vida y con mis libros: los cantos vallenatos de la costa del Caribe de Colombia”.
Entiendo entonces que no hay que descartar género alguno, al menos hasta que no se le haya dado una oportunidad. La música, como todas las artes, refleja la sociedad que la compuso e interpretó. Estos días de preocupaciones, les recuerdo que vivimos una época privilegiada. La era digital nos permite aprender de la historia musical, desde las primeras composiciones de las tribus nómadas hasta las reguetoneras.
Hay una música, por encima de las demás, esperando por cada ser humano. ¿Cuál es la suya? Hay que sacar tiempo de nuestro horario de confinamiento para obsesionarnos con esta diversión, como lo hace la protagonista de la novela emblemática del caleño Andrés Caicedo (1951-1977), de donde saco la propuesta final: "¿Qué mejor que la extendida tierra eternamente nueva... que uno descubre y jamás explora del todo cuando la música suena?". ¡Que viva la música!
@NelsonFredyPadi / npadilla @elespectador.com
* Estamos cubriendo de manera responsable esta pandemia, parte de eso es dejar sin restricción todos los contenidos sobre el tema que puedes consultar en el especial sobre Coronavirus.