El presidente de Bielorrusia prefiere el vodka a la cuarentena para enfrentar el coronavirus

Alexander Lukashenko, líder autoritario de Bielorrusia, se niega a pausar las actividades en la nación como lo hicieron sus vecinos en Ucrania o Polonia. Su consejo para los ciudadanos es que se laven las manos con vodka y que lo ingieran para acabar con el virus. En el país, tanto la vida como el fútbol transcurre con normalidad. ¿Qué dicen los expertos?

Redacción AFP
28 de marzo de 2020 - 11:14 p. m.
Los fanáticos son controlados para ver si tienen temperatura corporal alta en la entrada de un estadio antes del partido de fútbol de la Premier League bielorrusa entre el FC Minsk y el FC Dinamo-Minsk en Minsk, Bielorrusia, 28 Marzo de 2020.  / EFE
Los fanáticos son controlados para ver si tienen temperatura corporal alta en la entrada de un estadio antes del partido de fútbol de la Premier League bielorrusa entre el FC Minsk y el FC Dinamo-Minsk en Minsk, Bielorrusia, 28 Marzo de 2020. / EFE
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En Bielorrusia la liga de fútbol continúa con normalidad, los restaurantes están abiertos y el presidente del país califica la crisis del coronavirus como “una psicosis”. La nación es hasta el momento una excepción en Europa y sigue negándose a parar las actividades económicas para luchar contra el COVID-19, como sí lo han hecho sus vecinos.

Oficialmente apenas se han registrado 94 casos del nuevo coronavirus en esta exrepública soviética limítrofe con la Unión Europea. De ellos, ninguno con resultado de muerte. Desde el inicio de la crisis sanitaria mundial, Alexandre Lukachenko, su presidente desde 1994, rechaza decretar medidas de confinamiento. La pasada semana llegó a denunciar que existe un clima de "psicosis" y afirmó que el "pánico" generado era más peligroso que la propia enfermedad.

Este controvertido líder, que ha acostumbrado a excesos verbales, había llamado antes a los nueve millones y medio de habitantes del país a continuar trabajando, a seguir acudiendo a cultivar los campos o a conducir tractores -unos vehículos que el país produce en masa-. “El tractor cura a todo el mundo”, afirma.

El vodka o la sauna figuran también entre sus remedios milagro. “No bebo, pero recientemente he estado diciendo que las personas no solo deben lavarse las manos con vodka, sino también envenenar el virus con él. Deberías beber el equivalente de 40-50 mililitros de espíritu rectificado diariamente. Pero no en el trabajo", dijo el 16 de marzo. 

Este sábado volvió a expresarse de manera singular, al asegurar durante un partido de gala de hockey hielo que "más vale morir dignamente, que vivir de rodillas". Le recomendamos: Alexandr Lukashenko, 25 años siendo el "último dictador de Europa"

No es sorpresa, por tanto, que la liga bielorrusa, único campeonato de fútbol de su nivel que continúa en curso, sea un símbolo de este espíritu contracorriente que vive el país en esta crisis inédita.

Las únicas medidas que se han tomado en torno a esa liga son las cámaras térmicas que verifican la posible fiebre de los espectadores en la entrada de los estadios, que son además desinfectados dos veces cada día.

Este sábado, algunos miles de aficionados presenciaron en el estadio del Slavia Mozyr la victoria del equipo local ante el BATE Borisov, el mejor club del país, un encuentro transmitido en directo por la televisión rusa.

"Aunque hayamos venido aquí, tratamos de aislarnos: nos mantenemos apartados, hemos venido en coche, nos hemos lavado las manos diez veces", asegura Igor, de 33 años, perturbado con la actitud tranquila de algunos: "Es como si no estuviesen al corriente de nada, van y vienen, sonriendo".

Las únicas medidas de seguridad en el estadio fueron unos 'stewards' con guantes y mascarillas que examinaban con cámaras térmicas la temperatura de los aficionados a la entrada de los estadios.

Suficiente para tranquilizar a Liudmila, una profesora de 55 años que asegura que, de todas maneras, "la gente enferma no viene al estadio". "Hemos tomado todas las medidas recomendadas por el Ministerio de Deportes. Todos los que están en contacto con los hinchas llevan guantes", explicó a la AFP el portavoz de la Federación Bielorrusa de Fútbol, Alexandre Aleinik.

Ha bajado, eso sí, la afluencia a los estadios de manera considerada y eso permite "dispersar a los hinchas por las gradas", apunta Aleinik.

Desde el martes, el tono ha comenzado a cambiar. Durante una reunión con el embajador de China, Lukachenko aseguró que su país "controla muy seriamente" la situación y los diarios y las televisiones públicas han comenzado de repente a hablar ampliamente de la pandemia, aunque siguen repitiendo que un confinamiento general no es una solución.

La capital del país, Minsk, está más en calma en los últimos días. A los mayores de 65 años se les ha invitado a quedarse en casa y los alumnos tienen autorización para no acudir a sus clases. Le puede interesar: El confinamiento desploma la contaminación en Europa 

En las horas punta, el metro no está lleno y numerosas empresas del país han optado por el teletrabajo, pero los bares, cafeterías y tiendas continúan abiertos, sin consignas especiales para sus clientes.

Las autoridades justifican estas medidas suaves explicando que los infectados se encuentran en estricto confinamiento. La viceministra de Sanidad, Elena Bogdan, aseguró que todos los infectados por coronavirus en Bielorrusia, incluso los asintomáticos, están aislados y hospitalizados. La gente que estuvo en contacto más directo con ellos también ha sido puesta en cuarentena. La oposición bielorrusa, severamente reprimida, denuncia la política de Lukachenko.

"Las autoridades preparan un enorme ahorro en las pensiones de los jubilados", subraya el opositor Mikola Stratkevich en un mensaje de vídeo, en alusión a cómo el coronavirus afecta con más gravedad a las personas de mayor edad.

Para algunos analistas, la postura oficial actual de Bielorrusia también se debe a que el país vive ya dificultades económicas por las tensiones con su principal socio, Rusia, que cerró su frontera con este país a pesar de que ambos firmaron un tratado sobre un estado unificado en 1999.

Alexander Feduta, un analista político bielorruso independiente, dijo a The Washington Post que los esfuerzos del gobierno para mantener la economía en funcionamiento amortiguarían a Bielorrusia de un golpe económico. "La crisis", aseguró, "simplemente se retrasa".

"Con la ralentización (económica) mundial, la situación es todavía peor. Aparentemente, Lukachenko decidió que parar la economía sería suicida" para su país, indicó por su lado el analista Artiom Chraibman.

Sin embargo, hay quienes piden ser conscientes de la amenaza latente que significa el brote del COVID-19, pues al no atender con seriedad la crisis se corre el peligro de que los efectos de esta puedan ser mucho más graves de lo que se esperaba, como es el caso particular de Estados Unidos.

Por Redacción AFP

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